Consecuencias psicológicas en mujeres víctimas de violencia de pareja
Psychological
consequences in women victims of partner violence
Recibido: 20 de noviembre 2019
Evaluado: 27 de enero 2020
Aceptado: 30 de abril 2020
https://orcid.org/0000-0002-6796-6868
Instituto de Investigación en psicología Forense y Criminología
Doi: https://doi.org/10.35756/educaumch.202015.129
Como citar
Colque Casas, J. (2020). Consecuencias psicológicas en
mujeres víctimas de violencia de pareja. Revista EDUCA UMCH, (15), 64-79 https://doi.org/10.35756/educaumch.202015.129
Resumen
El estudio tuvo como objetivo general determinar las consecuencias psicológicas de las mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja. El diseño de estudio fue no experiental, transversal de alcance descriptivo. Se trabajo con una muestra de 108mujeres que denunciaron a sus parejas por violencia en la provincia constitucional del Callao durante los años 2018 y 2019, cuya muestra estuvo constituida por 108 mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja. Se utilizó la Lista de Chequeo de Síntomas de Distrés SCL-90 R de Derogatis, la cual identifica síntomas psicológicos mediante nueve dimensiones y tres índices globales de distrés. Entre los resultados en cuanto al sufrimiento psicológico en las víctimas de maltrato por parte de sus parejas: esta es superior a la de los pacientes psiquiátricos ambulatorios. Por otra parte, en cuanto a las dimensiones de síntomas primarios, sobresalen: la depresión (X=1,81), la obsesión – compulsión (X=1,74), la ansiedad (X=1,70) y la somatización (X=1,69). En tanto que los índices globales totales: las mujeres víctimas de maltrato presentan en promedio 56 síntomas positivos. Y se llegói a concluir que los síntomas psicológicos que presentan las mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja se encuentran por encima de la población psiquiátrica ambulatoria (52,03), la cual se respalda con la cantidad promedio de síntomas positivos encontrados (56). Las dimensiones que sobresalen en estas mujeres víctimas por parte de su pareja son: la depresión, obsesión – compulsión, ansiedad y somatización.
Palabras clave: consecuencias psicológicas, mujeres víctimas, violencia de pareja.
Summary
The study aimed to determine the psychological
consequences of women victims of violence
by their partner. The study design was non-experimental, cross-sectional in descriptive scope. We worked
with a sample of 108 women who denounced their partners for violence in the constitutional
province of Callao during the years 2018 and 2019, whose sample consisted of 108 women victims of violence by their
partner. Derogatis
SCL-90 R District
Symptoms Checklist was used, which identifies psychological symptoms using nine dimensions and three global indexes of
distress. Among the results regarding psychological suffering in victims
of abuse by their partners:
this is superior
to that of outpatient
psychiatric patients. On the other hand, regarding the dimensions of primary
symptoms, the following
stand out: depression (X = 1.81), obsession - compulsion
(X = 1.74), anxiety (X = 1.70) and somatization ( X =
1.69). While the total global indexes: women victims of abuse have an average
of 56 positive symptoms. And it was concluded that the psychological symptoms
presented by women victims of violence by their partners are above the
outpatient psychiatric population (52.03), which is supported by the average number of
positive symptoms found (56). The dimensions that stand out in these women
victims by their partner are: depression, obsession - compulsion, anxiety and
somatization.
Keywords: psychological consequences, women victims, partner
violence.
La violencia en contra de las mujeres es una dura realidad que nos viene tocando diariamente, Alencar-Rodriguez (2012). La violencia en contra de las mujeres es un fenómeno universal, heterogéneo, que abarca a todas las capas de la sociedad y que afectan en todas las edades.
El Perú no es ajeno a la violencia en contra de las mujeres, el último reporte del Instituto de estadística e informática (INEI, 2018), en relación a la violencia de pareja y familia, refieren que el 65,4% del total de las mujeres encuestadas fueron víctimas de algún tipo de violencia en algún momento de su vida, esto quiere decir que de cada 10 mujeres, 6 mujeres sufrieron algún tipo de violencia (psicológica, física, o sexual), siendo la violencia psicológica la de mayor prevalencia (61.5%), seguido de la violencia física (30,6%) y la violencia sexual (6,5%). Las estrategias psicológicas que utiliza el agresor en contra de las mujeres es el control (57,1%), el acoso (40,4%), los celos (37,9%) y las humillaciones (19%).
Rajini, Kamesh Vell y Senthil (2014), realizaron un estudio descriptivo de corte transversal en 380 mujeres y encontraron que las características de las mujeres estudiadas fueron que el 52,6% había sufrido violencia doméstica, siendo la edad de mayor prevalencia entre los 31 a 40 años y estando casadas el 43% (entre 6 a 10 años).
La Organización Mundial de la Salud (2005), define la violencia como: “el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daño psicológico, trastorno del desarrollo o privaciones”.
En caso de la violencia psicológica, la normatividad peruana (Congreso de la República, 2015) la define como: “la acción o conducta, tendiente a controlar o aislar a la persona contra su voluntad, a humillarla, avergonzarla, insultarla, estigmatizarla o estereotiparla, sin importar el tiempo que se requiera para su recuperación”.
Alberdi (2002), Loring (1994), Tolman (1989), O’Leary (1999), coinciden en señalar que en la violencia psicológica se usan una serie de estrategias (la intimidación, desvalorización, los insultos, la limitación de acceso a los recursos, los celos, etc.) que se dan de forma continua y sistemática, cuyo objetivo es tener el control total sobre la víctima por lo cual el agresor debe destruir la autoestima y la seguridad.
Marshall (1999), en relación a la violencia psicológica, refiere que esta se puede ejercer por conductas obvias que se reconocen y describen fácilmente (por ejemplo, agresión verbal, comportamientos de control), y conductas sutiles que tienen menos probabilidades de ser reconocidos como psicológicamente abusivos y estas se pueden disimular por patrones y modelos culturales y sociales que la invisibilizan, como el reparto de roles tradicionales en la pareja, costumbres o particularidades de los hombres.
Por su parte Calvete, Corral y Estévez (2005) describieron cuatro estrategias de maltrato psicológico: (1) aislamiento hostil (por ejemplo, ignorar y actuar de forma fría o distante respecto a la mujer), (2) conductas de intimidación (amenazar con emplear la violencia física o destruir intencionalmente las propiedades de la víctima), (3) denigración (insultos, utilizar el pasado de la víctima para avergonzarla, humillarla en público, acoso moral), y (4) conductas restrictivas (aislar a la mujer de su familia y amistades, impedirle el acceso al dinero, no dejarle trabajar o estudiar, etc.).
Echeburúa y Corral (2005), refiere que la violencia familiar y en especial contra las mujeres se configura como una situación de estrés crónico, enerando en la víctima, sentimientos de culpa y sufrimiento.
Biezma (2007), Buss (1961), Echeburúa y Corral (2005), Torres (2008), Checa (2010) y Ortiz-Tallo (2013), coinciden en señalar que la violencia psicológica impacta negativamente en la salud física, emocional y social de la víctima, pero que esto va depender de la frecuencia y la severidad del maltrato.
Dutton (1996), refiere que no existe un perfil único de las mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas y que las reacciones psicológicas que presentan, son respuestas psicológicas circunscritas a la dinámica de violencia, estas respuestas en algunos casos no van a cumplir los criterios de un diagnóstico “clínico”, sin embargo las respuestas que presente la víctima son relevantes para el contexto legal, como por ejemplo la amnesia, la minimización, los sentimientos de culpa, etc, que puede presentar al momento de narrar la dinámica de violencia.
Por su parte Tolman (1989) y O’Leary (1999), refieren que la violencia contra las mujeres produce daño psicológico, las cuales se manifiestan con sentimientos de tristeza, ansiedad, inseguridad, invalidez, desamparo, baja autoestima, sentimientos de culpa, frustración y miedo.
Torres (2008), hace una síntesis muy interesante sobre los efectos del maltrato psicológico, por ejemplo: el aislamiento puede generar en la víctima dependencia y privación de apoyo social; el abuso verbal, la intimidación y las amenazas generan intimidación, miedo, ansiedad, terror y sumisión; el abuso emocional (desvalorización, tratar a la persona como una persona inferior, etc), puede generar inseguridad y baja autoestima; la negación y la culpabilización pueden generar en la víctima inseguridad e indefensión; y el acoso genera intimidación, miedo y ansiedad.
Echeburúa, Corral y Amor (2004), en relación con el daño psicológico, esta se refiere, por un lado, a las lesiones psíquicas agudas y que pueden remitir con el paso del tiempo, el apoyo social o un tratamiento psicológico adecuado; y, por otro, a las secuelas emocionales que persisten en la persona de forma crónica, como consecuencia del suceso sufrido y que interfiere negativamente en su vida cotidiana.
En la investigación de Mattos, Montalvo y Oviedo (2016), sobre daño psicológico en víctimas de violencia conyugal, encontraron que los valores de las dimensiones primarias del SCL-90-R se encuentran por encima del cohorte evidenciando indicadores clínicos elevados de depresión (70,97%), ansiedad fóbica (70,97%), y somatización (67,74%).
En el estudio desarrollado por Avdibegović y Sinanović (2006) con víctimas de violencia doméstica en Bosnia y Herzegovina, donde se utilizó el SCL-90-R, encontraron que las dimensiones primarias en estas mujeres abusadas tuvieron una tasa significativamente más alta en depresión, somatización, sensibilidad interpersonal, obsesión - compulsión, ansiedad y tendencia paranoide en comparación con las mujeres que no fueron abusadas.
Jaramillo, Uribe, Ospina, y Cabarcas (2003), desarrollaron en Medellín un estudio con mujeres que sufrieron violencia doméstica, donde se les aplicó el SCL-90-R, encontrando que los promedios de las dimensiones de los síntomas primarios se encuentran por encima de los valores referenciales establecidos por Derogatis para mujeres no pacientes y cercanos a los de las mujeres pacientes psiquiátricas en tratamiento ambulatorio. Dentro de las dimensiones de los síntomas primarios que sobresalen son: depresión (X=1,70; t=20.73), ideación paranoide (X=1,48; t=18.45), obsesión - compulsión (X=1.41; t=18.11), sensibilidad interpersonal (X=1.35; t=19.91) y somatización (X=1.31; t=14.96).
Metodología
Diseño
Se siguió un diseño descriptivo transversal, cuyo objetivo es describir a la población de estudio e identificar los síntomas que presentó durante los últimos siete días al momento de la evaluación. El muestreo utilizado fue no probabilístico, donde los sujetos fueron seleccionados por conveniencia dada la accesibilidad y proximidad con los sujetos investigados.
Población y muestra
La población estuvo constituida por las mujeres de la provincia constitucional del Callao que denunciaron violencia por parte de sus parejas. La muestra estuvo constituida por 108 mujeres que pasaron por evaluación psicológica en un servicio forense del Callao por orden judicial, fiscal y/o policial debido a una denuncia interpuesta por estas mujeres en contra de sus parejas o ex parejas. La edad de las evaluadas estuvo comprendida desde los 14 hasta los 66 años.
Instrumento
Para el presente estudio se utilizó la lista de síntomas SCL-90-R de Derogatis, la cual identifica el estado de los síntomas psicológicos. Las personas señalan en una escala tipo Likert, la intensidad del malestar que les causa cada uno de los síntomas de acuerdo con un puntaje que oscila entre 0 (ausencia total de molestia relacionada con el síntoma) hasta 4 (molestia máxima).
La presencia o ausencia de los síntomas en el cuestionario se restringe a la experiencia reciente, es decir, se espera que el sujeto haga una valoración de las molestias ocasionadas por cada síntoma durante los días inmediatos previos a la entrevista, incluyendo el día de la evaluación, aunque Derogatis afirma que no encontró diferencias significativas al aumentar el rango temporal hasta los quince días anteriores de la evaluación. Las dimensiones de síntomas primarios son: somatización, obsesivo- compulsivo, sensibilidad interpersonal, depresión, ansiedad, hostilidad, ansiedad fóbica, ideas paranoides y psicoticismo.
Los índices globales de distrés proveen datos para la valoración total del estado psicológico de la persona que estamos evaluando y nos proporciona un resumen tanto de la sintomatología como del malestar psicológico, y reflejan distintos aspectos del desorden psicológico. El índice global de severidad (GSI) refleja la intensidad del sufrimiento psicológico y psicosomático de la evaluada. El índice total de síntomas positivos (PST) refleja el número de síntomas positivos, y refleja la amplitud y diversidad de la sintomatología presente y finalmente, el índice de síntomas positivos (PSDI) indica la intensidad del síntoma o la característica de la evaluada para experimentar el sufrimiento psicológico, esto es, informa si la evaluada maximiza o minimiza sus respuestas.
Para este estudio se midió la consistencia interna de la SCL-90-R mediante el alpha de Cronbach, que fue de 0,98.
Resultados
Características sociodemográficas
Las edades de las mujeres que denuncian maltrato de parte de su pareja fluctuaron entre 14 y 66 años, siendo las edades más frecuentes, la comprendida entre los 30 a 36 años con un 26,9%, seguida por las de 37 a 44 años con un 19,4% (Ver Tabla 1).
En la tabla 2, en cuanto a su estado civil, el 36,8% de las mujeres que
denuncian ex violencia por parte de
su pareja al momento de la denuncia se encontraban en calidad de conviviente
(36,8%), seguido de las casadas (29,2%) y convivientes (22,6%).
En la tabla 4, en cuanto al tiempo de relación, la mayoría de las mujeres que denunciaron tienen una relación de pareja mayor a 10 años (37,3%), y las que menos denuncian son aquellas personas que tienen una relación de 1 año a 2 años (6,9%).
En la tabla 6, se midió la consistencia interna de la SCL-90-R mediante el alpha de Cronbach, que fue de 0,98. Además, se calcularon los promedios de las nueve dimensiones de síntomas primarios y tres índices globales de distrés, los cuales se comparan con valores de referencia establecidos por Derogatis y Jaramillo et al. (2006) que midió el distrés psicológico en mujeres maltratadas, en Medellín. Las medias obtenidas en la muestra son significativamente mayores que las de las mujeres no pacientes, para todas las dimensiones de los síntomas se obtuvo un p<0.0001. Igualmente, cuando los resultados se comparan con los valores de las mujeres maltratadas en Medellín, se observan que los valores de las muestras son muy cercanos a la muestra peruana.
En la tabla 8, referido a los Índices Globales, del total de 90 síntomas de la SCL-90-R, las mujeres denunciantes informaron presentar en promedio 56 síntomas positivos (PST); en cuanto al índice de severidad (GSI) el promedio se encuentra en 1,52; sobre la intensidad de los síntomas (PSDI) de 0-4, las mujeres arrojaron un promedio de 2,31. Estos resultados ubican a las mujeres en un perfil de distrés muy cercano al de pacientes psiquiátricos ambulatorios.
En
la tabla 10, referida a la Obsesión – Compulsión, se observa que los ítems con
mayor prevalencia son los ítem 3, 10 y 46; donde sobresalen “Pensamientos, palabras o ideas no deseadas
que no se van de su mente” (X=2,04;
Sx=1.435), “Preocupación acerca del desaseo,
el descuido o la
desorganización” (X=2,04; Sx=1.407), y “Dificultad en tomar decisiones” (X=2,04; Sx=1.303) respectivamente. El ítem que obtuvo menor puntuación fue el ítem 65 “Impulsos
a tener que hacer las cosas de manera
repetida” (X=1,22; Sx=1.376).
En relación con la tabla 11, referida a la Ansiedad, se observa que los ítems con mayor prevalencia son el ítem 2 “Nerviosismo o agitación interior” (X=2,50; Sx=1.172), ítem 33 “Sentirse temeroso” (X=2,36; Sx=1.346), e ítem 57 “Sentirse tenso o con los nervios de punta” (X=2,08; Sx=1.383). El ítem que obtuvo menor puntuación fue el ítem 86 “Pensamientos o imágenes estremecedoras o que le dan miedo” (X=1,09; Sx=1.289).
En relación con la tabla 12, referida a los ítems adicionales, se observa que los ítems con mayor prevalencia son: el ítem 44 “problemas para dormir” (X=2,12; Sx=1.575), ítem 66 “Sueño intranquilo” (X=2,01; Sx=1.507), y el ítem 19 “poco apetito” (X=1,81; Sx=1.370).
En relación a la tabla 13, referido a los ítems de riesgo psicopatológico, se observa que los ítems con mayor prevalencia son: el ítem 35 “Tener la impresión de que los demás se dan cuenta de sus pensamientos” (X=1,29; Sx=1.374). El ítem que obtuvo menor puntuación fue el ítem 16 “oír voces que otras personas no oyen” (X=1,09; Sx=1.289).
El presente estudio tuvo como objetivo fundamental determinar los efectos del maltrato sobre la salud psicológica de las mujeres víctimas de violencia por parte de su pareja.
La franja de edad con mayor prevalencia se encuentra entre los 30 – 36 años, siendo las casadas y las que mantienen una relación de convivencia, las que denuncian con mayor frecuencia, dichos resultados coinciden con lo que establecen otros autores (Rajini, Kamesh Vell, y Senthil (2014).
En cuanto a las estrategias de violencia psicológica que usan los agresores en contra de las mujeres, coincide con los estudios desarrollados por diversos autores, resaltando las estrategias de control - dominio (Dutton, 1996, Alberdi, 2002, Tolman, 1989, y O’Leary, 1999).
En cuanto a las consecuencias psicológicas producto del maltrato, diversos autores e investigaciones coinciden en señalar que los síntomas que presentan las víctimas de violencia de pareja, suelen ser dispersos y que estos deben de estar delimitadas a la dinámica de violencia (Dutton, 1996).
En el presente estudio las dimensiones de síntomas primarios que resaltan en las víctimas de violencia por parte de su pareja son: la depresión, la ansiedad, obsesión – compulsión y la somatización, los cuales coinciden con los estudios desarrollados por Mattos, Montalvo, y Oviedo (2016); Avdibegović y Sinanović (2006), y Jaramillo, Uribe, Ospina y Cabarcas (2003).
Dentro de los síntomas depresivos que destacan, se encuentra la preocupación, la tristeza, el llanto, el decaimiento, la pérdida de energía, y los sentimientos de soledad y de culpa. En cuanto a los síntomas ansiosos resaltan: el nerviosismo, el temor y miedo, la tensión y los pensamientos negativos de que algo malo puede suceder. En cuanto a los síntomas obsesivos – compulsivo, los que predominan son los pensamientos o ideas no deseados que no se van de la mente, las dificultades para poder tomar una descisión, preocupación de que todo esté ordenado y dificultades para poder concentrarse. En cuanto a los síntomas de somatización, los síntomas que priman son sentir un nudo en la garganta, los dolores de cabeza, debilidad en alguna de las partes del cuerpo y dolores musculares.
Se halló que la mayoría de las mujeres que denuncia violencia o maltrato por parte de sus parejas o ex parejas se encuentran entre los 30 a 36 años. En cuanto a su grado de instrucción, más de la mitad de la muestra estudiada cuenta con secundaria completa (66,4%).
Con respecto al estado civil, se encontró que quienes denuncian con mayor prevalencia son las casadas y convivientes (51,8%) y ex convivientes (36,8%).
En tanto al uso del SCL-90-R como un instrumento de tamizaje en mujeres que sufren violencia, demuestra ser un buen predictor, ya que su nivel de confiabilidad es muy alta (0,98).
El presente estudio corrobora lo planteado por Dutton (1996, 2000), ya que no existe un perfil único de síntomas en las mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas, siendo esta muy variable.
Sobre las consecuencias psicológicas de las mujeres víctimas que denuncian maltrato por parte de su pareja, estas son muy superiores a las mujeres que no sufren violencia, sobresaliendo las dimensiones de depresión, obsesión – compulsión, ansiedad y somatización.
Finalmente, el presente estudio plantea dos reflexiones finales: La primera es que el SCL-90-R es un buen instrumento de tamizaje para detección de alteraciones psicológicas en víctimas de violencia de pareja, sin embargo, queda mucho por seguir investigando. Y la segunda, se ha confirmado que las consecuencias psicológicas que padecen las víctimas de violencia por parte de sus parejas se encuentran por encima de las personas que no viven violencia.
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