Del cortejo hostigante al
rompimiento en línea, ciberviolencia
en
preparatorianos
From harassing courtship to
online breaking up, cyber violence
in high school
Recibido: 18 de mayo 2020,
Evaluado: 03 de agosto 2020,
Aceptado: 30 de octubre 2020
Luz María
Velázquez Reyes
https://orcid.org/0000-0003-4613-5405
Instituto
Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México (ISCEEM)
DOI: https://doi.org/10.35756/educaumch.202016.161
Como citar
Velázquez
Reyes, L. (2020). Del cortejo hostigante al rompimiento en línea, ciberviolencia
en preparatorianos. Revista EDUCA UMCH, (16), 183-202. https://doi.org/10.35756/educaumch.202016.16
Resumen
El artículo tiene como objetivo documentar la incidencia y experiencia con la ciberviolencia que enfrentan 295 estudiantes (60% mujeres y 40% hombres) de una preparatoria universitaria urbana del Valle de Toluca, México. A partir de un diseño mixto de investigación, se aplicó el autoinforme “Violencia online, 2019”, cuestionario tipo Likert con 19 aseveraciones, además a partir de una pregunta generadora de narración, se interrogó a los estudiantes sobre su experiencia con la violencia online. Entre los resultados, se destaca que 34.23% de los estudiantes se han enamorado a través de internet, además, enfrentan una alta incidencia de agravios virtuales en torno a las relaciones sentimentales, en promedio, 58.71%, ha padecido ciberviolencia, 40.56% la ha perpetrado y 84.06 % la ha observado. Específicamente 81% ha padecido cortejo hostigante, 62.71% ha sido “cortado” sentimentalmente a través de un mensaje y 32.54% ha padecido control excesivo por parte de su expareja o pareja actual. La narrativa estudiantil revela que las chicas son mayormente víctimas en rompimiento online pero más perpetradoras de control obsesivo a través del celular.
Palabras clave. TIC, violencia online, noviazgo, cortejo,
ghosting
This paper’s objective is to document the
incidence and experience with cyber violence faced by 295 students (60% female and 40% male) from an urban university
high school in the Valle de Toluca,
Mexico. Based on a mixed research design, the self-report "Online
Violence, 2019", a Likert-type questionnaire with 19 statements has been applied.
In addition to a narrative-generating question, the students were questioned
about their experience with online violence. Among the results, it stands
out that 34.23%
of the students have fallen
in love through
the internet, in addition, they face a high incidence of virtual grievances around romantic relationships, on average, 58.71%,
have suffered cyber violence, 40.56%
have perpetrated and 84.06% have observed it. Specifically, 81% have suffered harassing courtship,
62.71% have been sentimentally "finished" through a message
and 32.54% have suffered excessive control from their ex-partner or current partner.
The student narrative reveals that the girls are mostly victims in
online breaking but more perpetrators of obsessive
control through the cell phone.
Keywords. ICT, online violence,
courtship, engagement, ghosting.
En la actualidad, ya es lugar común, reconocer la centralidad de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la vida de las personas, se contabiliza, por lo menos, un dispositivo digital por persona, la posesión casi universal no reconoce diferencias culturales ni de estatus socioeconómico y da paso a una cultura de masas uniforme, en la cual adultos, jóvenes, adolescentes e incluso niños de cualquier latitud se encuentran pegados a uno, lo cual, perfila una transformación en profundidad de todas las relaciones sociales que articulan la vida cotidiana de los jóvenes en general y de los estudiantes en particular.
En México, chicos y chicas se encuentran completamente inmersos en las redes sociales de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, para 2019, el tiempo de conexión de los mexicanos, es de 8 horas 20 minutos al día, 82% accede a las redes sociales y 67% de los internautas perciben que se encuentran conectados en internet las 24 h. En tanto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2018) reportó: 74.3 millones de mexicanos reconocieron usar Internet, de acuerdo con el nivel escolar, 88.5% de los estudiantes de preparatoria o equivalente afirmaron usarlo.
En un mundo repleto de dispositivos digitales, los jóvenes fueron pioneros en apropiarse de la tecnología, los estudiantes pasan buena parte de su tiempo en el mundo online, fundamentalmente persiguen la trilogía compuesta por entretenimiento, socialidad y amor (Velázquez, 2017a) además, la virtualidad les garantiza, en caso de contar con pareja, la continuidad del vínculo sentimental presencial, al mundo online, empero, este contexto digital potencia tanto el encuentro como el desencuentro en las más disímiles situaciones sociales, sean en el plano amistoso o sentimental, aflorando la fragilidad de los lazos sentimentales (Bauman, 2007), pues hoy en día “las relaciones son una bendición a medias. Oscilan entre un dulce sueño y una pesadilla, y no hay manera de decir en qué momento uno se convierte en la otra” (Bauman, 2007, p. 8). Este paisaje social favorece que la violencia en el noviazgo adquiera nuevos canales de expresión, así la agresión relacional, el daño o el perjuicio a la pareja a través de la difamación, el aislamiento o la manipulación de la relación se podrá alcanzar al toque de una tecla, dado que el vínculo intensivo con las TIC, produce relaciones inesperadas como las de la violencia online.
La ciberviolencia, ha capitalizado de manera sustancial la característica de la violencia de transformarse de acuerdo con los tiempos, día con día aparecen inéditas formas de hostigar online, la ciberviolencia en las relaciones sentimentales es una de ellas. Hinduja y Patchin (2011), caracterizan la violencia electrónica en el noviazgo, destacando los maltratos derivados de la presencia de celos posesivos, del acecho y la vigilancia de la actividad en las redes sociales, así como usar el celular para perseguir a su pareja, esto último conocido como ciberstalking, e incluye chantajear, extorsionar, manipular y en ocasiones obligar a hacer cosas en contra de su voluntad.
Se comprende que la violencia digital hacia la pareja o expareja hace referencia al comportamiento repetido que pretende controlar, menoscabar o causar daño a la pareja e incluso a la expareja. El riesgo agregado a esta ciberviolencia es que chicos y chicas suelen suponer y confundir el control y los celos como muestras de amor (Velázquez, 2014), aunque las agresiones se dan en el mundo virtual, las ciberheridas se encarnan en el mundo offline.
La violencia en el noviazgo se expresa en ambos miembros de la pareja tanto en la vida offline como en la vida en línea transitando de una a otra sin restricción alguna, afecta al espectro total de parejas del amplio universo de preferencias sexuales e impacta a la totalidad de las modalidades de relación sentimental desde la informal o incipiente hasta la llamada relación formal o seria, conocida como noviazgo e incluye el cortejo, la seducción y “las citas de carácter romántico y/o sexual” (Arbach, 2015, p. 40).
Desde 2010, ya se señalaba que un tipo de acoso en aumento es cuando la novia envía mensajes o hace llamadas para controlar o vigilar a su pareja (Velázquez, 2010), Zweig y Dank (2013), afirman que el acoso de la pareja mediante textos que llevan la intención de controlar, degradar y atemorizar alcanza 25%. Estas autoras sostienen que las víctimas de este acoso online son dos veces más propensas a ser agredidas físicamente, debido a que el tránsito del cibermundo a la realidad física es inmediato. Mondragón (2011, p. 47) reportó 25% de los adolescentes, manifestaron que sus parejas los han dejado mediante algún medio de internet sin darles la cara y al 20% su pareja ha utilizado internet para poner a prueba su fidelidad mediante engaños. Velázquez (2014), en una muestra de 376 estudiantes de licenciatura de entre 17 y 31 años, puso de manifiesto que al menos 14% del 39.09% de los estudiantes que habían sufrido de acoso online, fue perpetrado por su pareja, además 22.61% había padecido cortejo online hostigante. Por su parte, Lucio y Prieto (2014), hallaron, en una muestra de 1900 alumnos de preparatoria de Nuevo León, que 12.5% inició su relación de noviazgo a través de las redes sociales; 31.2% de los adolescentes encuestados expresaron abiertamente que le gustaba ligar en la red y que ocasionalmente accedían al ciberespacio con la intención de buscar una “aventurilla”, 70.4% de la muestra confesó que cuando conocía alguna persona que le gustaba le daba rápidamente su cuenta de red social y 39.5% se ha hecho pasar por algún amigo para poner a prueba a su pareja. Morales y Serrano (2014), reportaron 84.66% de violencia electrónica, en estudiantes universitarios, siendo las mujeres quienes predominan como victimarias en un 60%. No obstante, los hombres destacan en provocación incendiaria y violación a la intimidad. Concluyen que el hostigamiento es utilizado por las mujeres como venganza. Durán y Martínez (2015), en una muestra de 336 estudiantes universitarios españoles, entre 18 y 30 años, encontraron que 57.2% había sido victimizado por su pareja a través del móvil y 27.4% mediante internet; 47.6% había ejercido ciberacoso a su pareja a través del móvil y 14% por internet. Los hombres más victimizados que las chicas por sus parejas.
En otra investigación Velázquez (2017b), reportó violencia en las relaciones sentimentales de los estudiantes de preparatoria, 55.3% ha intentado hackear la cuenta de su pareja; 50.69% ha revisado el perfil de su pareja para saber con quién se comunica; 48.65% pregunta a su pareja sobre lo que hace en las redes sociales; 43.73% pregunta a su pareja sobre sus amigos/as del Face, además, 73.99% manifestaron sentir celos si su pareja sube una foto con su antigua pareja; al 59.26% le preocupa que su pareja pueda empezar otra relación con alguien, por las redes sociales; 58.59% se siente celoso después de leer los mensajes que su pareja ha recibido en su cuenta; 55.28% dice sentirse celoso si su pareja cuelga fotos provocativas en su perfil de redes sociales.
Más de la mitad de los estudiantes reconocen experimentar alguna clase de celos, por los diferentes comportamientos de su pareja en la red, ya sea subir una foto sugerente, agregar, recibir u hacer comentarios a contactos. La expresión de celos es la condición más frecuente que suscita conflictos entre las parejas sentimentales estudiantiles, que conlleva acrecentar los intentos de control de la conducta online. Jean-Cortés, et al., (2017), con una muestra de 1278 estudiantes mexicanos, localizaron: 44.3% de control, monitoreo intrusivo y vigilancia cibernética; 15.5% agresión verbal; 11.9% de agresión sexual; 11.9% coerción sexual y 6.1% humillación. Águila y Prieto (2019), en 466 estudiantes de licenciatura descubrieron ciberviolencia de parte de su pareja en la falta de una rápida respuesta de algún mensaje o llamada, así como invasión a los espacios privados y solicitud de contraseñas.
Como
se observa la prevalencia de violencia online
en torno a las relaciones de pareja ha aumentado
en la población mundial de adolescentes y jóvenes, indudablemente la residencia
casi permanente en las redes sociales
suele ser una de esas situaciones puntuales que favorecen la aparición de la agresión, la conectividad
parece exacerbar tanto la celotipia como el control de conducta, por lo tanto, se requiere desmontar los escenarios y los motivos de los
conflictos.
Método
De acuerdo con el INEGI (2015), 24.5% de la población mexicana había sido ciberacosado. Más mujeres que hombres se vieron afectados. La población del Estado de México la segunda más afectada por el acoso por medios electrónicos, 32%, cifra por encima del promedio. Frente a esta situación surgen interrogantes tales como ¿cuáles son los tipos de ciberviolencia que afectan a los estudiantes de preparatoria?, ¿qué tipo de violencia online es más frecuente entre los estudiantes? ¿cómo narran la experiencia de la ciberviolencia en torno a las relaciones sentimentales, tanto en su fase inicial, cortejo y seducción como en el desarrollo y desenlace de las mismas? Por lo tanto, se diseñó una investigación de campo exploratoria cuyo objetivo fue comprender la dinámica de la ciberviolencia en el noviazgo, considerando tanto la incidencia, así como la experiencia a partir de un diseño mixto de investigación (Orti, 1999). Las perspectivas cuantitativa y cualitativa se conjuntan bajo el principio de complementariedad por deficiencia (Orti, 1999, p. 89), siguiendo la lógica de convivencia de ambos paradigmas, “que lejos de ser incompatibles, se encuentran inextricablemente entrelazados” (Aldana, 2007, p.54) y posibilitan, en este caso, una mejor comprensión del fenómeno de la violencia online, ya que la incidencia se acompaña con la voz de los estudiantes.
En el estudio participaron 295 estudiantes (177 mujeres y 118 hombres) de una escuela preparatoria universitaria ubicada en Toluca, capital del Estado de México. La participación de los alumnos fue voluntaria y anónima, se les garantizó la confidencialidad de la información.
Aplicación del autoinforme “Violencia online, 2019” construcción ad hoc, bajo la definición de ciberviolencia como ser cruel con alguien aprovechando la conectividad, el autoinforme se integra con 19 tipos de ciberviolencia, cuestionario tipo Likert con cinco opciones de acuerdo con la frecuencia de ocurrencia (nunca, casi nunca, algunas veces, casi siempre y siempre) e implicación en tres condiciones como cibervíctima, ciberacosador(a) y espectador. Además, se recuperaron los relatos de experiencia con la violencia online, en cualquiera de las tres posiciones ya enunciadas. A los estudiantes se les solicitaba narraran su experiencia con la violencia online, siguiendo preguntas ejes tales como ¿qué pasó?, ¿cuándo, cómo, dónde, con qué, por qué, cuántas veces?, ¿cuánto dura o duró?, ¿conoces a la persona?, ¿qué sentiste o sientes?
La investigación de campo se desarrolló entre agosto y diciembre de 2019. El autoinforme se responde de manera anónima, el tiempo de aplicación es de aproximadamente 30 minutos, los estudiantes respondieron de manera anónima el cuestionario dentro del salón de clases.
Posterior
a la aplicación del autoinforme y una vez expuesta la definición de violencia online,
se les solicitaba: “Cuéntame un episodio de violencia a través del celular o internet”, lo cual generó
134 diferentes relatos de experiencia.
Análisis de datos
Los datos cuantitativos fueron procesados en el programa SPSS, con la prueba T de Student, se determinaron las diferencias significativas entre hombres y mujeres, con un intervalo de confianza del 95%.
En lo cualitativo, cada uno de los 134 relatos, fue sometido a codificación axial (Schettini y Cortazo, 2015, p. 38), concentrándolos en tres grandes dimensiones de ciberviolencia: ciberacoso, ciberviolencia en las relaciones de noviazgo y ciberviolencia sexual (Tabla 3), a cada uno de estos tres grupos, se le realizó un segundo análisis categórico, ahora refinado, destacando el énfasis, con letras negritas (Knobel y Lankshear, 2001, p. 100) de esta manera, se configuraron como subcategorías de la categoría central de ciberviolencia en las relaciones sentimentales: el cortejo hostigante, el control de conducta online, el sexting como estrategia de seducción y cortejo y el ghosting. El análisis incluyó determinar la frecuencia, además de tipificar la implicación: cibervíctima, ciberacosador(a) y ciberespectador(a), así mismo, se estableció la relación social con el ciberacosador: compañeros, conocidos, conocidos online, desconocidos y se registró la relación ciberejecutor y cibervíctima, de acuerdo al género: hombre a mujer, hombre a hombre, mujer a mujer y mujer a hombre, igualmente se subrayaron los descriptores empleados así como las emociones suscitadas y por último se clasificó la acción frente al ciberacoso: activa o pasiva, y la denuncia o falta de ella, con la información obtenida se construyeron las tablas 4, 5 y 6.
Datos sociodemográficos
295 estudiantes de preparatoria, urbana, universitaria de segundo semestre, cuya edad promedio es 15 años. 60% corresponde al género femenino y 40% al masculino. Respecto a su preferencia sexual, 85% manifestó ser heterosexual; 1.35% homosexual; 5.42% reconoció ser bisexual; mientras 5.76% afirmó aún no definirse; 2% de los estudiantes no respondieron la pregunta. En cuanto a la disponibilidad de internet y smartphone, 89.15% afirmó contar con internet en casa. 87% de los estudiantes poseen celular inteligente, mientras 11% dijeron no tenerlo; en promedio han tenido 6 celulares. 26.44% de los preparatorianos juegan videojuegos y 34.23% se ha enamorado a través de internet (21.69%, chicas y 12.54%, chicos).
En la siguiente tabla se concentran la incidencia y tipos de ciberviolencia que afectan a los preparatorianos, en el marco de las relaciones de pareja en chicas y chicos, en las condiciones de víctima, emisor y audiencia (espectadores); el porcentaje se integró con los registros de las columnas casi nunca, algunas veces, casi siempre y siempre, del autoinforme “Violencia online, 2019”.
Como se registra en la tabla 1 “Incidencia…” 81% han sido cortejados de una manera hostigante desde una vez hasta muchas veces, 49.49% ha cortejado de esta misma manera, mientras 86.1% ha observado cortejo hostigante. 62.71% de los estudiantes reconocieron que su pareja los ha “cortado” sin darles la cara, por lo menos desde una vez hasta muchas veces, mientras que 48.47% admitió haber recurrido a un mensaje para dar por terminada su relación sentimental y 81.69% mencionó que ha sido testigo de ghosting. 32.54% de los preparatorianos sienten que la pareja o alguna expareja lo ha controlado excesivamente a través del celular o internet, por lo menos desde una vez hasta muchas veces, 23.72% ha controlado excesivamente y 84.40% conoce a alguien quien ha sido controlado en exceso.
Chicas y chicos cortejan con insistencia por igual, asimismo, chicos y chicas padecen por igual ser “cortados” a través de un mensaje, no obstante, existen diferencias estadísticamente significativas en cuanto a que las chicas padecen mayor control de la conducta y son ellas quienes más lo practican, asimismo ellas más que ellos, envían un mensaje para dar por concluida la relación sentimental.
En promedio, 61.11% de los preparatorianos se ven implicados en ciberviolencia en las relaciones sentimentales, 58.71% como víctima de cortejo hostigante, ghosting y control de pareja o expareja, mientras como perpetrador(a) tenemos, en promedio, 40.56% y como audiencia de estos tipos de ciberviolencia se encuentra 84.06%. Como se observa, los preparatorianos han padecido más violencia en las relaciones sentimentales, de la que han perpetrado, sin embargo, la incidencia en la condición de espectador es bastante alta, lo que sugiere que los estudiantes han naturalizado tanto la recepción de control y la manipulación de conducta por parte de la pareja como el ejercido contra la misma como algo consustancial a las relaciones sentimentales.
Comparando los porcentajes registrados en violencia en torno a las relaciones sentimentales con los obtenidos en la totalidad de las 19 ciberviolencias registradas en el cuestionario “Violencia online, 2019” encontramos que son superiores 61.11% en promedio versus al promedio general de 40.06% de los estudiantes de preparatoria, que se ven implicados en violencia online. E igualmente en la condición de espectador, donde se encuentra, 84.06% versus 66.58%, mientras que implicados como víctimas encontramos 58.71%, versus 39.56% y como emisor o ciberacosador(a) se encuentra 40.56% versus 14.88%. Por lo que podemos concluir que la ciberviolencia gestada en las relaciones sentimentales afecta de manera profunda, ya que se constituye como la más frecuente entre los preparatorianos, superando ampliamente al porcentaje promedio.
En el siguiente gráfico se representan la recepción y perpetración de la ciberviolencia en el marco de las relaciones sentimentales entre los preparatorianos.
34.23% de los preparatorianos se ha enamorado a través de Internet (21.69%, chicas y 12.54%, chicos); 24% ha controlado a su pareja, mientras que 33% ha sido controlado por su pareja. 63% de los preparatorianos ha sido “cortado” sentimentalmente a través de un mensaje y 48% ha utilizado un mensaje para dar por terminada su relación sentimental; 81% de los estudiantes ha sido cortejado con insistencia hostigante y 49% ha recurrido a la insistencia para cortejar a una potencial pareja. Porcentajes tan cercanos entre víctimas y perpetradores, hace pensar que “si la violencia en la pareja ocurre lo más probable es que esta sea recíproca” (Arbach, 2015, p. 43); es decir, se trata de una violencia bidireccional (Rodríguez, 2015), en la cual, tanto me controlan como yo controlo, me terminan online, pero también yo lo he hecho, me cortejan de manera insistente, pero yo no me he limitado a la hora de conquistar, en síntesis, en ciberviolencia en las relaciones sentimentales tanto se padece como se perpetra.
De la totalidad de los 295 preparatorianos, 54.57% precisaron no contar con experiencia alguna, mientras 45.42% (134) de ellos narraron algún episodio de violencia online, los cuales se agrupan en torno a tres grandes tipos de ciberviolencia: ciberacoso, ciberviolencia sexual y ciberviolencia en las relaciones sentimentales (Tabla 3). Cada uno de estos tres grupos incluyen diferentes tipos de ciberviolencia, de esta manera, 23.13% de los preparatorianos, expresamente, relataron alguna clase de violencia en línea en sus relaciones sentimentales, tales como cortejo hostigante, control de la conducta, sexting como coqueteo y ghosting.
Como se observa en tabla 3. “Incidencia…” 23.13%
de los preparatorianos narraron ciberviolencia en torno a las relaciones sentimentales
de cortejo o noviazgo, incipientes o consolidadas, actuales o pasadas, heterosexuales u homosexuales;
tanto ellas como ellos relataron todo tipo de agravios online, que van de los insultos a la intimidación, pasando por humillación, hostigamiento, difusión de rumores, amenazas, celos, dominación y
control de conducta, acoso, hackeo, llegando a la intrusión y manipulación emocional, chicos y chicas hacen referencia a figuras tales como la “novia tóxica”, la “chica controladora”, la
expareja que amenaza a la actual pareja, la pretendienta que se siente
con derecho a molestar e intimidar a la pareja
actual de su objeto amoroso,
pretendientes que no se dan por vencidos, así como de la chica suplantadora de personalidad. No faltan las referencias a los “triángulos amorosos” y a los
osados “ángeles vengadores” que heridos en su amor propio “asaltan”
la red para tomar “justicia” por sus propias
manos e intentar hallar en la represalia online, consuelo a su
mal de amores. Estos patrones de hostigamientos, por supuesto, no son deseados
ni requeridos por la cibervíctima, simplemente el ciberacosador(a) aprovecha la
disponibilidad y recursos de los dispositivos para molestar online, transitando velozmente del interés sentimental y del amor a la práctica
de intimidar y hostigar, generando en la víctima malestar, desazón e incluso miedo. Los descriptores mayormente empleados para comunicar
su experiencia son: acoso, amenazas, insistencia, humillación, raro, feo, celos,
enojo, groserías y tristeza.
La descripción siguiente recupera la expresión estudiantil sobre su experiencia con la violencia en las relaciones sentimentales: “Un exnovio de mi novia me amenazó” (16 años, M, 261)1, es posible encontrar exparejas que no se resignan, a la terminación de la relación de noviazgo, como en los siguientes casos “mi exnovio después de pedirle que tomara distancia comenzó a acosarme constantemente por internet y cada vez que bloqueaba sus cuentas se hacía otras, hasta el punto de mandarles mensajes a mis amigas y enviarme mensajes amenazantes” (16 años, F, 260). “Cuando terminé con mi exnovio yo le había confiado la contraseña de las redes sociales y me hackeó” (16 años, F, 220). También es habitual que narren hostigamiento por parte de la no elegida como en el siguiente episodio: “una amiga mía que estaba enamorada de un chico, pero ese chico estaba enamorado de mí, ella para que le hiciera caso, creó una cuenta de FB con mi nombre y mis fotos con la intensión de hablar con él como si fuera yo, el chico se declaró como si fuera yo” (15 años, F, 249). El cortejo transita de ser agradable a hostigante como en el siguiente caso: “Un niño al que le gustaba, era insistente de que anduviera con él, todos los días me mandaba mensajes por redes sociales para que le dijera que sí. Hasta que un día lo bloqueé y en persona le dije me dejara de molestar” (15 años, F, 228), en ciertas situaciones, se recurre al sexting como un ingrediente lúdico en la seducción y el cortejo “había una niña que tenía buen cuerpo y un chavo le sonsacó sus nudes y pues la difundieron en toda la escuela y todos la humillaban” (15 años, M, 169), algunas veces, se presentan simultáneamente violencia tanto en el mundo online como en el offline. “Tenía un amigo que su novio le pegaba porque era muy celoso, se enojaba por las publicaciones en el Facebook de mi amigo y yo me sentía raro de que le pegará, si se siente feo” (15 años, M, 175), de esta manera los celos suscitados por la actividad online causan heridas en el mundo offline. El amor no correspondido aunado al estar escaso de estrategias para la gestión del rechazo, suele generar represalia por no haber aceptado la solicitud de noviazgo, como en el siguiente caso: “En la secundaria un compañero me pidió ser su novia y yo le dije que no, se enojó y me dejó de hablar, al poco tiempo, varios de mis amigos me dejaron de hablar porque K inventó que le había mandado una foto donde mostraba mi cuerpo, iba caminando y varios me gritaban o decían cosas feas y groseras” (15 años, F, 213) y de la gestión del rechazo con la estrategia de denigrar a la antaño amada, pasamos a otra de las estrategias más recurrentes la del control de conducta online, que conlleva dominación y manipulación emocional, como la describen dos chicos “Tenía una novia tóxica que se molestaba cuando hablaba con cualquier otra persona en internet, quería que todo el tiempo fuera para ella, me sentía mal porque la amaba, duró medio año” (15 años, M, 209), “conocí a alguien en redes sociales, por su forma de dibujar me pareció buena persona la chica, hablaba de vez en cuando con ella, se volvió más frecuente la conversación, pero sucedió que ella empezó a molestarse porque no le contestaba y quería que estuviese todo el día pegado al celular, después de tres días que tuvo ese comportamiento, la eliminé de mi red social y la bloquee de todos los medios por los que me contactaba” (15 años, M, 141).
La perpetración del acoso se narra así: “conocí a un chico por Tinder, era muy lindo, nos quedábamos hasta muy noche platicando, una vez me dijo, bonita ya me voy a dormir, mañana tengo que levantarme temprano para ir a la escuela, yo le dije, si cuelgas, no volveré a contestarte” (17 años. F, 10), “conocí a un chico por las redes sociales, le mandaba muchos mensajes y me enojaba si no los contestaba inmediatamente, después de un tiempo, terminó bloqueándome” (18 años, F, 19), a la par de los intentos de manipulación de la conducta del crush o de la pareja, florece una manifestación inédita y muy propia del amor en tiempos de internet, el ghosting que consiste en dar por concluida la relación sentimental de manera unidireccional y sorpresiva, es decir, el rompimiento de la relación sentimental recurriendo a un mensaje, como en el siguiente testimonio: “Me terminaron por WhatsApp: C me sentí triste” (16 años, F, 270).
El análisis de los relatos de experiencia sobre violencia electrónica, aporta las siguientes consideraciones: la notoria ausencia de gestión del rechazo, chicos y chicas, se muestran con escasa tolerancia a la frustración ante una negativa en el ámbito sentimental, simplemente no comprenden por qué, si ellos pretenden o aún aman a su potencial pareja o expareja, esta no los quiere más en su vida. Ante el rechazo pasan rápidamente del interés amoroso a tornarse en “el ángel vengador” (Aftab, 2006, como se citó en Kowalski, et al., 2010, p.108), quien se siente con derecho a denostar a la chica que lo desairó y con la intensión de paliar su dolor la desprestigia. Este “ángel vengador” está alentado por Anteros, hermano de Eros, quien a diferencia del muy célebre y venerado Dios del amor, Anteros es el genio vengativo del amor frustrado (Bauman, 2007) que siente la obligación de “castigar” a la persona que lo desdeña, para ello, capitaliza la inmediatez y alcance de las redes sociales, de esta manera, si él o ella no corresponde el interés amoroso será exhibido(a) a todo lo ancho de la red, con el propósito de que pague caro la osadía del desaire. Según Aftab (2006 como se citó en Kowalski, 2010, p. 108), el “ángel vengador”
1 Cada viñeta se acompaña de un código de identificación que inicia con la edad, seguido por el sexo Masculino o Femenino y termina con el número de relato.
se ve a sí mismo buscando justicia para reparar los daños infligidos ya sea a ellos mismos o bien a otras personas, lo cual no es inusual, ya que “es frecuente que los jóvenes utilicen la información «posteada» en redes sociales para ocasionar daño a la pareja” (Jaen-Cortés, et al., 2017, p. 2603).
Acciones como compartir la contraseña que, en el marco de una relación sentimental se considera, infortunadamente, una prueba más de amor y confianza, en realidad, es un permiso para padecer control de conducta, fundamentalmente, porque permite la intromisión en el espacio íntimo del otro miembro de la pareja, esta cesión de confianza ineludiblemente conduce a una situación vulnerable.
El cortejo deja de ser agradable para tornarse hostigante, ante la renuencia del cortejador, que parece desconocer la frontera entre persistencia y sobrepasar la línea y llegar a hostigar con sus variados intentos amorosos, que sin duda son molestos para el cortejado(a), en todos los casos, la reiteración, lejos de agradar provoca desconcierto e incluso miedo en el pretendido(a), este tipo de ciberacosador, es conocido como griefers, (Kowalski, et al., 2010, p. 90), atormentadores que no dejan en paz a sus víctimas.
El control de la conducta, a partir del uso del celular como un GPS amoroso que ubica al “ser amado” con la intención de ejercer dominio pleno de su tiempo y atención, se hace patente en los relatos de las preparatorianos. El control de la conducta, los celos, la posesión y la manipulación constituyen un cóctel de ciberviolencia en el noviazgo, situación constatada en otras investigaciones (Velázquez, 2014 y 2017b; Celis-Sauce y Rojas-Solís, 2015; Jean-Cortés, et al., 2017; Zweig y Dank, 2013).
La difusión de secretos o de imágenes no consensuada, con él o la productora de los mismos, se considera abuso online, dado la intensión de fastidiar, Kowalski, et al., (2010, p. 92), lo describen del tipo “desvelamiento y sonsacamiento”, este comportamiento no es infrecuente, ya que “un gran porcentaje de adolescentes indicaron que sus parejas románticas comparten información privada y vergonzosa a través de las redes sociales (Zweig, et al., 2013). La humillación es un arma poderosa y será empleada a fondo con la ilusión de provocar daño en el otro.
El ghosting, es decir, “cortar” a través de un mensaje, sin procurar ofrecer la cara, resulta la apariencia más novedosa del amor en tiempos de internet, por supuesto, el ghosting como el rompimiento de forma tradicional, suele originar desconcierto y pesar en la pareja abandonada, quizá mayor desolación en el online, dado que se conjugan lo inesperado con la ausencia de la tradicional explicación y para infortunio del “cortado online” quien experimentará en carne propia la fragilidad de las relaciones en tiempos de internet, y aprenderá no sin pesar que “la vida online facilita que comencemos una relación, pero también hace que resulte mucho más sencillo salir de una” (Bauman, 2012, p. 142).
En algunos casos, se observa cómo se extiende la violencia online a la violencia cara a cara y viceversa, lo cual resulta, en una doble victimización, Gámez-Guadix, et al., (2018, p. 224) han señalado que “ambos tipos de agresiones (online y offline) tienden a relacionarse y a compartir factores de riesgo comunes” y son predictores de mayor violencia en el futuro.
Los espectadores de la violencia dentro del noviazgo suelen percibirla y exponerla más frecuentemente, lo que refuerza, que los propios implicados en la violencia en el noviazgo se encuentran limitados de herramientas para identificarla, propiciado, entre otros factores, a la naturalización de la violencia en el noviazgo, a la amplia circulación e introyección de mitos y creencias que en torno al amor abundan en las canciones, películas y series frecuentadas por las y los jóvenes y quizá fundamentalmente a que sigue el patrón de escalada, es decir, inicia con agravios leves, ocasionales, ascendiendo paulatinamente, a agresiones de mayor gravedad. No obstante, no deja de asombrar que la violencia relatada sea menor a la registrada en el autoinforme “Violencia online, 2019”, lo que sugiere que los preparatorianos, al compartir su experiencia la soslayen, lo que coincide con González y Valdivia (2014, p. 336) quienes han reconocido que existe un subreporte de violencia en el noviazgo.
En todos los episodios relatados observamos en mayor o menor medida control, manipulación, humillación e intimidación y acoso hacia la persona que se dice pretender u amar. En términos generales, el acoso online se realiza como un medio de venganza y/o para afrontar la frustración. E igualmente, “el despecho y la no aceptación del rechazo juegan un papel significativo para acosar a la nueva pareja de la expareja” (Velázquez, 2014), lo que contribuye no solo a la incidencia sino a la afectación de otros actores, más allá de los miembros de la pareja. “Lo que hace que el acoso electrónico sea tan peligroso… es que cualquiera puede hacerlo sin necesidad de tener que enfrentarse a la víctima. No hace falta ser fuerte ni rápido, basta con tener un teléfono móvil o un ordenador, y ganas de aterrorizar” (King, 2006, como se citó en Kowalski, et al., 2010, p. 21).
En las siguientes tablas se resume la incidencia de ciberviolencia padecida, perpetrada y observada de acuerdo con sexo, la relación social entre ciberacosador y cibervíctima y al actor social generador(a) de la misma.
Las mujeres resultaron más implicadas en ciberviolencia en el ámbito de las relaciones sentimentales en las condiciones de víctima y audiencia, que sus pares hombres. Particularmente, la proporción de mujeres víctimas triplica la proporción de hombres victimizados, asimismo en la condición de audiencia las chicas relataron mayor victimización que sus pares hombres. No obstante, en la perpetración de ciberviolencia las preparatorianas suelen agredir online el doble que sus compañeros. Chicas más victimizadas que los chicos, coincide con Gámez-Guadix, et al., (2018), sin embargo, en la condición de ciberacoso encontramos dos chicas que ejercieron control, manipulación y dominación a sus pretendidos, lo cual, coincide con Morales y Serrano (2014). El celular y las redes sociales, fueron las dos vías, en las cuales ocurre este tipo de ciberviolencia, aproximadamente con 50% de los casos cada una.
De acuerdo con la fuente de los agravios virtuales, 58% de los preparatorianos (53.38% mujeres y 9.67% de los hombres), fueron ciberacosados por compañeros, 12.90% (12.90% mujeres y 0% hombres) relataron que fueron ciberacosados por conocidos, en este caso por sus exparejas y 29.03% (16.12 % hombres y 12.90% mujeres) fueron ciberacosados por sus conocidos online.
En la ciberviolencia en las relaciones sentimentales de pareja, suele ser más frecuente que los hombres resulten mayormente maltratadores no exclusivamente de mujeres, sino la ciberagresión se extiende a otros hombres.
Los jóvenes preparatorianos se encuentran a la vanguardia en disponibilidad de dispositivos digitales e internet 87% cuenta con un smartphone y 89% cuenta con internet en su casa, por lo que su vida online es amplia, por ello no resulta extraño que 34.23% se haya enamorado a través de internet, siendo las chicas quienes suelen hacerlo con mayor frecuencia.
Los preparatorianos enfrentan una alta incidencia de agravios virtuales en torno a las relaciones sentimentales seis de cada 10 estudiantes se ven implicados en algún tipo de ciberviolencia, mayoritariamente como espectadores (84.29%), cerca del 60% la ha padecido y 34%, la ha perpetrado. Esta ciberviolencia en las relaciones sentimentales produce desplazados de las buenas posiciones, de objeto, de cortejo y amor, ellas y ellos se verán segregados a ocupar la posición infame de hostigados(as).
La ciberviolencia en las relaciones sentimentales, tanto se padece como se perpetra; se trata de una violencia bidireccional (Rodríguez, 2015), en la que no existe una división tajante entre víctimas y victimarios, pues se juegan ambos roles, no se encuentran diferencias estadísticamente significativas entre ambos sexos en cuanto cortejar con insistencia y romper en línea. Empero, las chicas se ven más afectadas que los chicos en control de la conducta, tanto en su recepción como en su perpetración.
En términos cuantitativos la ciberviolencia en las relaciones sentimentales ocupa el primer lugar en incidencia en la investigación amplia que incluye ciberacoso y ciberviolencia sexual. La combinación de metodologías aportó complementariedad por deficiencia (Orti, 1999), la incidencia reportada se integró con la experiencia relatada, lo cual permitió resaltar que en todos los casos y en las tres condiciones, la ciberviolencia deviene como una experiencia profunda (Benjamín, 2008), violencia de alto impacto que marca un antes y un después, debido a que la marca de las ciberheridas permanece por un buen tiempo.
Las chicas más víctimas que chicos en violencia en las relaciones sentimentales, 74% de las chicas victimizadas versus 26% de los hombres victimizados. Se trata de comportamientos online de dominio e intimidación que al estar maquillados de actitudes “amorosas” disimulan el control que se pretende ejercer. Si bien, las chicas son víctimas del amor líquido (Bauman, 2007) a su vez, ellas se muestran más perpetradoras de control, dominación y obsesión al querer absorber y permanecer todo el tiempo al lado de la pareja, aunque sea de manera online.
Tanto las manifestaciones de amor, como el control de la conducta, el ghosting y la venganza se solucionan con un clic, basta con uno solo para manifestarle al sujeto del deseo, nuestro interés amoroso, así mismo, con un clic, podemos asediarlo hasta el hostigamiento, “cortarlo” en línea o acosar a la nueva pareja, sin más herramientas que un dispositivo electrónico, se trata de la faceta más sofisticada de los amores contrariados.
Exparejas, compañeros y conocidos online resultan los principales acosadores. ¿Por qué acosar a la persona que nos interesa sentimentalmente? ¿Por qué comportarse como un ángel vengador para enfrentar un amor menospreciado? Entre otras explicaciones, se distinguen, la desinhibición que genera la pantalla, al no presenciar la irritación o el sufrimiento de la afectada(o), sumado a la popularidad de creencias ingenuas sobre el amor, así como pensar que simplemente por querer a alguien este tiene la obligación de corresponder y, por último, carecer de herramientas para la gestión del rechazo, que solas o en conjunto, devienen en un ejercicio de la violencia. “Los ángeles vengadores”, los atormentadores (griefers) y demás acosadores, no se conforman solo con hostigar e intimidar a la víctima, incluso llegan a provocar un daño en el círculo social de la misma, lo que acrecienta el perjuicio ocasionado.
La ciberviolencia en las relaciones sentimentales no se denuncia, probablemente debido a la imbricación de la naturalización de la violencia con la bidireccionalidad, es decir, al ser recíproca (Arbach, 2015) pareciera que se soslaya la gravedad de la misma. La respuesta más activa fue bloquear al ciberacosador(a); medida que, si bien permite un respiro a la víctima, no siempre garantiza el cese del acoso.
Compañeros, conocidos online, exparejas y pretendientes desairados resultan poco confiables, parafraseando a Bauman (2007) la lealtad y el amor tienen fecha de caducidad muy inmediata. Dado que la violencia en la pareja es predictora de futuras violencias, los hallazgos de esta investigación alertan sobre el inaplazable apremio de atenderla desde las fases iniciales como el coqueteo, la seducción y el cortejo, así como durante la consolidación y terminación de la relación sentimental.
La implicación de los estudiantes ya sea como receptores, ciberacosadores o como espectadores, en las manifestaciones de ciberviolencia alrededor de las relaciones sentimentales, sigue creciendo día con día, asombra que alrededor de la seducción, el cortejo y las relaciones amorosas se geste ciberviolencia con tan alta incidencia y vasta experiencia entre los estudiantes.
Cualitativamente, las estudiantes generaron una mayor cantidad de relatos que sus pares hombres. ¿A qué se debe esta diferencia, los hombres padecen menos o la reportan menos? La emergencia de la ciberviolencia, representa la más reciente novedad en la violencia en el noviazgo, urge educarnos como ciudadanos digitales, de tal manera que, en lugar de emplear el celular como un GPS amoroso, para ubicar y controlar a la pareja, seamos capaces de desarrollar un barómetro emocional que indique tanto la conducta de acoso online recibida como la ejercida.
Un riesgo inherente a la violencia online, es que cualquiera puede perpetrarla, basta con un dispositivo y al toque de una tecla, ofender, intimidar y maltratar a quien antes se le había prometido estimar u amar, por ello, propugnemos porque las relaciones en
el cibermundo sean espacios de diálogo, respeto, solidaridad y aprendizaje para que chicos y
chicas disfruten del cortejo, la seducción
y el amor con responsabilidad.
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