Desafíos de la educación de niños y jóvenes en el siglo XXI
 Challenges for the education of children and youth in the 21st Century


Recibido: 15 de julio 2021

Evaluado: 20 de agosto 2021

Aceptado: 10 de noviembre 2021

 

Dr. Marino Latorre Ariño

hmarinola@yahoo.es

https://orcid.org/0000-0002-7076-4458

Universidad de Valencia  (España)

 

DOI: https://doi.org/10.35756/educaumch.202118.202                                  

Cómo citar

Latorre Ariño, M. (2021). Desafíos de la educación de niños y jóvenes en el siglo XXI. Revista EDUCA UMCH, (18), 04-44. https://doi.org/10.35756/educaumch.202118.202


Resumen
La gran novedad de nuestro tiempo es que el mundo no solo ha cambiado, sino que está situación de cambios acelerados. La sociedad que venía ya ha llegado, el futuro ya llegó y se llama incertidumbre. Los estudiantes necesitan desarrollar competencias como la creatividad, autonomía, la flexibilidad y el emprendimiento. No sabemos cómo va a ser la sociedad dentro de 20 o 30 años, entonces nos preguntamos: ¿Cómo vamos a educar a los estudiantes de hoy para una sociedad que aún no existe? La respuesta la da Morin, (1999): El conocimiento es saber navegar por el océano de la incertidumbre apoyados en archipiélagos de certezas (p. 43). ¿Cuáles son esas certezas? Un conjunto de valores-actitudes y capacidades-destrezas que ayuden a los estudiantes a tomar decisiones en su vida que les permitan aprender y seguir aprendiendo durante toda la vida, llegando a ser ciudadanos honestos y solidarios. Ese desafío lo debe asumir el estudiante, la familia y la escuela. Proporcionar modelos educativos y diseños curriculares que posibiliten conseguir este fin es un aporte excelente y necesario para la escuela. Se presenta el paradigma Sociocognitivo-humanista como forma de intervención pedagógica actualizada y moderna. Este artículo presenta una reflexión sobre la educación y su función evangelizadora de la escuela católica, para responder a las demandas educativas y evangelizadoras de la sociedad actual desde la óptica de la misión educadora marista.

Palabras clave: ambigüedad, complejidad, educación integral, empatía, escuela del servicio, evaluación, incertidumbre, maestro, paradigma sociocognitivo-humanista.

 

Summary
The great newness of our time is that the world has not only changed but is in a situation of accelerated change. The society that was coming has already arrived, the future has arrived, and it is called uncertainty. Students need to develop competencies such as creativity, autonomy, flexibility, and entrepreneurship. We do not know what society will be like in 20 or 30 years, so we ask ourselves: How are we going to educate today's students for a society that does not yet exist? The answer is given by Morin, (1999): Knowledge is being able to navigate the ocean of uncertainty supported by archipelagos of certainties (p. 43). What are these certainties? A set of values-attitudes and abilities-skills that help students to make decisions in their lives that allow them to learn and keep learning throughout their lives, becoming honest and solidary citizens. This challenge must be assumed by the student, the family, and the school. Providing educational models and curricular designs that make it possible to achieve this goal is an excellent and necessary contribution for the school. This article presents the socio-cognitive- humanist paradigm as an updated and modern form of pedagogical intervention. It also presents a reflection on education and its evangelizing function in the Catholic school, in order to meet the educational and evangelizing demands of today's society from the point of view of the Marist educational mission.

Key words: ambiguity, complexity, integral education, empathy, school of service, evaluation, uncertainty, teacher, socio-cognitive-humanist paradigm.

 

Résumé

La grande nouveauté de notre époque est que le monde a non seulement changé, mais qu'il se trouve dans une situation de changement accéléré. La société qui devait venir est déjà arrivée, l'avenir est déjà et il s'appelle l'incertitude. Les étudiants doivent développer des compétences telles que la créativité, l'autonomie, la flexibilité et l'esprit d'entreprise. Nous ne savons pas à quoi ressemblera la société dans 20 ou 30 ans, alors nous nous demandons: comment allons- nous éduquer les étudiants d'aujourd'hui pour une société qui n'existe pas encore? La réponse est donnée par Morin, (1999) : La connaissance, c'est savoir naviguer dans l'océan de l'incertitude soutenus par un archipel de certitudes (43). Quelles sont ces certitudes ? Un ensemble de valeurs-attitudes et de capacités-compétences qui aident les élèves à prendre des décisions dans leur vie qui leur permettent d'apprendre et de continuer à apprendre tout au long de leur vie, en devenant des citoyens honnêtes et solidaires. Ce défi doit être relevé par l'élève lui-même, la famille et l'école. Fournir des modèles éducatifs et un curriculum scolaire qui permettent d'atteindre cet objectif est une contribution excellente et nécessaire pour l'école. Cet article présente le paradigme socio-cognitif-humaniste comme une forme actua-lisée et moderne d'intervention pédagogique. Il offre également une réflexion sur l'éducation et la fonction évangélisatrice de l'école catholique, afin de répondre aux exigences éducatives et évangélisatrices de la société actuelle du point de vue de la mission éducative mariste.

Mots-clés : ambiguïté, complexité, éducation intégrale, empathie, école de service, évaluation, incertitude, enseignant, paradigme socio-cognitif-humaniste.

La sociedad actual. El escenario ha cambiado

 El contexto social mundial ha cambiado aceleradamente desde el inicio del siglo XXI. Cuando el contexto cambia todo cambia; cambia la sociedad, las relaciones entre personas, las necesidades humanas, etc. y todo esto implica a la educación. Si educamos hoy a los niños y jóvenes como les educábamos ayer ¿no les estaremos educando para un mundo que ya no existe? ¿No les estaremos robando su futuro?

Esto quiere decir que si el escenario –el contexto del mundo-- ha cambiado, las necesidades de los estudiantes son diferentes y hay que educarlos de forma diferente. En la sociedad de la información en la que los datos están a la distancia de un clic la escuela y los profesores ha dejado de ser detentadores conocimiento y los estudiantes aprenden fuera del aula tanto o más que dentro de ella. Por eso necesitamos equipos educativos que gestionen una cultura escolar flexible e innovadora.

En esta situación es difícil establecer conexiones entre lo que el docente quiere transmitir y lo que quieren y necesitan escuchar los estudiantes.

Características del nuevo escenario o contexto:

Bauman (2005) habla de la modernidad líquida que es figura de la inestabilidad y del cambio; lo sólido conserva su forma, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente; los líquidos fluyen. Hoy se habla del “amor líquido” (Bauman, 2006) para explicar el carácter transitorio y volátil de las relaciones humanas; el amor se hace flotante sin más responsabilidad que la que ofrece la distancia de un clic en la Web.

El hombre del siglo XXI vive en un problema casi insoluble; por una parte, tiene necesidad de relaciones contantes con sus semejantes, necesidad de contar con alguien que le pueda ayudar en los malos momentos y “está desesperado por relacionarse” y por otra vive con un sentimiento de inseguridad, desconfía de “estar relacionado”, sobre todo si la relación es “para siempre” – por no hablar hasta que muerte los separe-- pues temen que esta relación pueda convertirse en una carga imposible de soportar; esta extraña fragilidad en sus vínculos le impulsan a estrechar los lazos pero manteniéndolos, al mismo tiempo, flojos para poder desanudarlos cuando quiera. Las relaciones, son como los autos, que deben ser sometidas regularmente a una revisión para determinar si pueden continuar funcionando. La consecuencia es sencilla: si usted quiere “relacionarse”, será mejor que se mantenga a distancia; si quiere que su relación sea plena, no se comprometa ni exija compromiso. Mantenga todas sus puertas abiertas permanentemente (Bauman, 2006, p. 4). No es de extrañar que esta “fragilidad en las relaciones” sea el origen del actual “boom del counselling”, pues el grado de complejidad es tan denso e impenetrable que un individuo rara vez logra descifrarlo y desentrañarlo por sí solo. Los consejeros están dispuestos a ayudar, pero saben que no hay consejo posible que pueda hacer que un círculo se vuelva cuadrado.

Hoy se habla de “conectarse” y “estar conectado”. En vez de hablar de relaciones de pareja, prefieren hablar de “estar conectados en redes”. ¿Qué ventaja conlleva hablar de “conexiones” en vez de “relaciones”? Las conexiones son “relaciones virtuales”, instantáneas y poco duraderas, para diferenciarlas de las relaciones “comprometidas” y, menos aún, de los compromisos a largo plazo. A diferencia de las “verdaderas relaciones”, las “relaciones virtuales” son de fácil acceso y salida. Parecen sensatas e higiénicas, fáciles de usar y amistosas con el usuario, cuando se las compara con la “cosa real”, pesada, lenta, inerte, complicada y humana. Para muchos usuarios la gran ventaja de la relación electrónica es que “uno siempre puede oprimir la tecla ‘delete’”. A diferencia de las “relaciones”, del “parentesco”, de la “pareja” e ideas semejantes que resaltan el compromiso mutuo, para siempre y excluyen su opuesto, la “conexión en red” representa una acción que conecta y desconecta a la vez; las redes sólo son imaginables si ambas actividades–conectarse y desconectarse-- no están ejecutadas al mismo tiempo. En una red, conectarse y desconectarse son elecciones igualmente legítimas, gozan del mismo estatus y de igual importancia (Bauman, 2006, p. 6).

El hombre postmoderno ha perdido el fundamento, pues la razón humana ha entrado en crisis; se acabaron las certezas; no hay verdades absolutas que tengan alcance universal; solo podemos alcanzar una verdad relativa a través de consensos sociales, no de compromisos definitivos ni universales.

Es difícil dar en el blanco con la flecha cuando no se sabe dónde se encuentra el blanco. Hoy estamos educando a estudiantes que trabajarán en profesiones y con tecnologías que aún no están inventadas. La escuela y la educación será el arca de Noé que nos salvará del diluvio (Santos Guerra, 2014). He aquí la fórmula: “Conocimiento es saber navegar a los estudiantes por el océano de la incertidumbre apoyados en archipiélagos de certezas” (Morin, 1999, p. 43). ¿Cuáles son esas certezas? Son un conjunto de habilidades cognitivas y emocionales -  competencias genéricas, sistémicas, interpersonales e instrumentales-- que orienten la existencia y permitan aprender y seguir aprendiendo durante toda la vida, siendo personas honradas y competentes en su profesión – honrados ciudadanos y profesionales – y si es posible, virtuosos cristianos – hombres permitan aprender y seguir aprendiendo durante toda la vida, siendo personas honradas y competentes en su profesión – honrados ciudadanos y profesionales – y si es posible, virtuosos cristianos – hombres estudiante como protagonista de su educación, y ser ayudado por la familia, la escuela y la sociedad.

Hemos formulado la pregunta: ¿Cómo educar a los estudiantes de hoy para una sociedad incierta? Hemos dado una respuesta parcial.

Lo que sí sabemos con certeza es que el mañana pertenece a los que se preparan para él (proverbio africano); sí, el pasado y el presente están cargados de futuro. Visualizar, imaginar y soñar el futuro es, al final, definir el presente y éste es el primer paso para poder cambiar el futuro. Es imaginar el futuro e intentar dar respuesta a las preguntas que querremos respondernos dentro de treinta años.

El mayor mal que aqueja a la sociedad contemporánea es la suicida idea de que el único fin de la vida es pasársela bien. Vivimos de las apariencias y de figurar en la foto, ser parte de los escaparates del mercado. Estamos en un mundo en el que el funeral y las coronas importan más que el muerto; la boda, el banquete y los invitados, más que el amor, y el aspecto físico más que el intelecto. Vivimos una cultura de envase vistoso y atrayente que desprecia el contenido (Galeano, 1998). Estamos en la sociedad de las cuatro pantallas: el cine, la TV, la computadora- tablets y la telefonía móvil (Artopoulos, 2011). Lo que muchos buscan es aparecer en alguna de ellas, aunque solo sea un momento. Ya le decía Sancho a Don Quijote: Lo importante es aparecer en libros… Me importa un higo lo que digan de mí.

Mientras los pintores de la escuela impresionista del final del siglo XIX, que malvivían como bohemios en buhardillas insanas parisinas, de mala manera, producían obras maravillosas que se revalorizaron con el paso del tiempo y se venderían por millones de euros cien años después, hoy en día las estrellas del futbol u otros deportes viven como reyes. Son los nuevos dioses del Olimpo del siglo XXI que se caracterizan por ser jóvenes, bellos, musculados y con dinero, pero son, como las estrellas, fugaces y pasajeras, pues, a diferencia de las obras de los artistas, la fortaleza de sus piernas, cada día tienen menos vigor y valor, hasta llegar, en poco tiempo, a no tener ninguno.

Esta situación la expresa muy bien el concepto de postmodernidad que no es una corriente intelectual, sino “un estilo de vida”. Es una mezcla de diversos elementos: el pragmatismo utilitarista, el hedonismo, el relativismo, el narcisismo, etc. Díaz, (1993, pp. 13) lo ha dicho: La posmodernidad nos propone tres actitudes: veneración de lo epicúreo, instalación en el paréntesis –provisionalidad-- y entronización del consenso –nuevo pacto social” --. Es la expresión de lo que dice Octavio Paz: “Yo que mi vida es un vivir entre paréntesis”.

Byung-Chul Han habla de la sociedad del enjambre. La época de las bacterias que toca a su fin con la invención de los antibióticos. Con las vacunas hemos logrado inmunizarnos de muchas bacterias y virus. Actualmente, las nuevas patologías no son las producidas por bacterias ni de virus, sino que son neuronales. La depresión, la hiperactividad (TDAH), el síndrome metabólico la ortorexia, el workaholic, la ciber-dependencia, el síndrome de Ulises, etc.

Definen el panorama patológico de comienzos de este siglo. Estas enfermedades no son infecciones, sino estados patológicos que siguen a su vez su propia dialéctica, pero no una dialéctica de la negatividad, sino de la positividad, hasta el punto de que cabría atribuirle el origen a un exceso de esta última.

Morin (1999) describe la complejidad del ser humano y dice que una de las funciones esenciales de la educación del futuro será el examen y el estudio de la complejidad humana (p. 25). Ella conduciría tomar conciencia de la condición común a todos los humanos, y de la rica y necesaria diversidad de los individuos, de los pueblos, de las culturas, sobre nuestro arraigamiento como ciudadanos de la Tierra. […] Y cuando en la ruptura de los controles racionales, culturales y materiales hay confusión entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo real y lo imaginario, cuando hay hegemonía de ilusiones, desmesura desencadenada, entonces el homo demens somete al homo sapiens y subordina la inteligencia racional al servicio de sus monstruos (pp. 27 y 28). He ahí, en pocas palabras, la expresión compleja del ser humano. Ahora formulo una pregunta sencilla: Una sociedad tan avanzada cómo la nuestra, ¿cómo no ha sido capaz de resolver problemas graves de la humanidad como la pobreza, el hambre, la violencia social? ¡Qué explicación tiene que la mayoría de los profesores universitarios y filósofos, --laureados con tesis doctorales-- de las más afamadas universidades alardean de no saber qué es el bien no qué es el mal! Les parece lo más incomprensible e indemostrable del mundo.

Por otra parte, el mundo pedagógico se formula esta pregunta de calado: Si tenemos un mundo tan contradictorio, ¿para qué queremos la educación?, ¿cuál es su finalidad?” La respuesta es sencilla: “No vamos a construir un mundo más justo con ciudadanos mediocres […] Para ello es necesario formar personas de calidad, con adecuado desarrollo emocional y cognitivo” (Cortina, 2007).

¿Qué es educar? La educación integral

2.1.   El fin de la educación es conseguir que la persona llegue a ser más plenamente humano, decía Juan Pablo II, (1980). Conseguir la hominización es una finalidad esencial para la educación porque ella nos muestra cómo la animalidad y la humanidad constituyen juntas nuestra humana condición […] La hominización desemboca en un nuevo comienzo. El homínido se humaniza. Desde allí, el concepto de hombre tiene un doble principio: un principio biofísico y uno psico-socio-cultural, ambos principios se remiten el uno al otro. (Morin. 1999, p. 23). Educar es aprender la condición humana; es crecer en humanidad y en armonía con el contexto en que se vive (Cussianovich, 2015, p. 15); Morin, (2012, p. 86) afirma que crecer en humanidad es hacer que emerja la humanidad en cada criatura desde su concepción hasta la muerte. Las escuelas deben ser “laboratorios de humanidad”, (Benedicto XVI, 2011) abiertas a todos y acogiendo a todos.

Jungmann, (1939, p. 20) afirma que la finalidad de la educación es introducir al hombre en la realidad total; no se trata de enseñar verdades parciales que son pequeños puntos de luz como los de las estrellas, sino la verdad total que, como un sol, orienta, da profundidad y sentido a la vida. No se trata de saber mucho sino de gustar internamente del conocimiento, y eso se llama: sabiduría. Se trata de educar y enseñar a responder sobre el sentido de la vida y no solamente de enseñar. La educación es, necesariamente, una cuestión de valores y de desarrollo personal. Me gustaría que esta frase estuviera en la oficina de todo responsable de política educativa de un país” (Gardner, 2008).

La Guía del Maestro (1853) para introducir al hombre en la realidad total utiliza la expresión “éléver I'enfant tout entier” (educar al niño en su totalidad); es una expresión que viene de los orígenes maristas, es de Marcelino Champagnat y de su tiempo, y expresa que hay que desarrollar todas las dimensiones de la persona, que posibilita el desarrollo cognitivo, emocional y social, pues desarrolla los procesos afectivos y trascendentes, los valores artísticos del canto y dibujo, pintura, la actividad física y los deportes. Es un estilo educativo práctico como el cultivo de la educación física y la habilidad manual. Desarrolla, además de la corporeidad, los tres ejes de la persona: la conciencia, la inteligencia y la voluntad-el corazón.

2.2.   Educar en la apreciación del bien, la verdad y la belleza es el elemento clave del proceso formativo del ser humano, porque toca experiencias emotivas e intuitivas, relaciona-das con la trascendencia, es decir, con aquello que va más allá de lo empírico y demostrable. Hablamos de la verdad, de “la verdad total”, que se llama sabiduría, y que orienta y da sentido a la vida. Las verdades parciales son como las estrellas --puntos de luz--; la verdad total es como el sol que ilumina, da sentido y relieve al entorno, es la verdad que orienta, proporciona identidad personal y guía en la vida.

Educar en la verdad, el bien y la belleza es una forma de introducir al estudiante en el sentido de la trascendencia, de la solidaridad, de salir del narcisismo hedonista para estar al servicio de los que lo necesitan y para encontrase con Dios a través de experiencias fundantes

2.3.  Se educa proponiendo a los estudiantes experiencias significativas y transforma-doras para ayudar a pasar al ser humano de la animalidad compulsiva a la racionalidad reflexiva; es la unión del saber, el saber hacer, el saber vivir con los otros y el saber ser persona, todo en una unidad coherente. Implica no solo el dominio cognitivo de los saberes sino también el manejo del mundo afectivo-emocional.

2.4.  Zubiri, (2004) escribe que “educar es desarrollar una inteligencia sintiente y un corazón inteligente”. Hoy se habla del capital humano, del capitalismo cognitivo y del capitalismo cognitivo-emocional. Para conseguirlo hay que desarrollar ocho o diez capacidades y unas treinta destrezas durante la Educación Básica Regular, como comprensión, expresión, pensamientos crítico y creativo, resolución de problemas, etc. y las habilidades específicas (destrezas) correspondientes.

El maestro no debe limitarse a ver los resultados académicos de los estudiantes, producto de los exámenes. Tiene que conocer qué pasos mentales sigue para aprender y cuán dispuesto está para el aprendizaje. Si el profesor no conoce el proceso, lo que hace es poner al estudiante más ejercicios, y con ello está reforzando los errores; es dar “más de lo mismo”, pero no lo que el estudiante necesita. Sin embargo, el profesor que conoce los procesos de aprendizaje sabe en qué fase ha tenido el fallo y puede orientarle. El reto de la escuela en la era de las comunicaciones es la creación del conocimiento a partir de la información (McCarthy, 1991). En lo pedagógico hay que seguir a Ortega y Gasset, quien decía: Quien quiera enseñarnos una verdad que no nos la diga; que nos ponga en situaciones de modo que la descubramos nosotros mismos. En consecuencia, la labor del profesor no es enseñar a los estudiantes sino ponerlos en condiciones de que ellos puedan aprender.

¿Quién debe educar? Familia, el maestro y la comunidad educativa

Hay profesionales que trabajan con ladrillos, hierros, cemento, productos químicos, máquinas, etc. pero los padres y los profesores trabajan con materiales muy complejos y delicados: son las expectativas de la vida, las ilusiones, los sentimientos, emociones y motivaciones de los niños y jóvenes. El contexto ha cambiado pues si antes, los padres eran autoritarios, hoy lo son los hijos; si antes los profesores eran héroes para los estudiantes, ahora son sus víctimas.

3.1.  La familia es la primera educadora; pero para que pueda educar debe ser una familia educada. Guidens (1991) ha dicho que “la familia es la institución más peligrosa de la sociedad moderna”, porque en ella se dan los acontecimientos más importantes en la vida de una persona. La educación en la familia, como en el colegio, se consigue con una mezcla bien dosificada de exigencia-responsabilidad, ternura y amor.

3.2.  El maestro. La sociedad y la familia delegan la función de educar en el maestro. Puesto que todo niño tiene el derecho a tener una educación de calidad, el tener un buen maestro es el primer derecho de todo niño, igual que tener unos buenos padres (Tonucci, 2012).

Un educador transmite sus conocimientos y sus valores a través de sus palabras, pero sus palabras tendrán mayor influencia si van acompañadas de su testimonio y de su coherencia de vida. Sin coherencia es imposible educar (Francisco, 2013).

Los alumnos no aprenden lo que les enseñamos, nos aprenden a nosotros, pues el profesor enseña tanto por lo que sabe, como por lo que es. Existe la teoría de las neuronas espejo (Rizzollatti y Sinigaglia, 2007) que regulan la vida social pues te ponen en el lugar del otro, detectan las emociones, los estados de ánimo, sirven de fundamento de los comporta-mientos humanos y a través de las cuales son detectados los estados emocionales de otras personas. Los estudiantes son especialmente sensibles ante los profesores en los que detectan el entusiasmo y el compromiso personal del docente pues existe una relación directa entre empatía y las neuronas espejo. Imaginemos la importancia que tiene este concepto en la educación religiosa. Es la hora de los testigos, más que de los maestros. La Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar, por el testimonio personal (Pablo VI, 1975, 21). El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan; y si escucha a los que enseñan es porque dan testimonio (41). Aunque los textos se refieren al anuncio del evangelio, la afirmación sirve para cualquier disciplina académica. La empatía es una cualidad esencial en cualquier persona, más aún en un educador.

Hablando sobre la actitud de un maestro educador me viene a la memoria la historia siguiente contada por Gerver (2010). Un viejo maestro chino, al entrar en la clase saludó a los estudiantes inclinando la cabeza, y diciendo: Queridos alumnos, gracias por asistir a mi clase.

Preguntado este maestro por un observador occidental el porqué de su modo de actuar, contestó:

Cada día me coloco ante estos jóvenes, que me miran con sus caras llenas de expectación y de esperanza, con su energía que irradia por el ambiente viciado de esta clase. Al mirarlos, pienso en mi interior que en algún pupitre en esta aula podría estar sentada la persona que encuentre la cura para el cáncer, o la solución para lograr la paz en el mundo. Podría ser la persona que componga la siguiente gran sinfonía que conmueva a la humanidad. Podría ser un futuro líder político, médico, enfermero, maestro, ingeniero, medallista olímpico… No lo sé, pero lo que sé es que están ahí y mi trabajo es identificar y nutrir ese talento, no solo por su propio beneficio, sino por el posible beneficio de otros. ¿Existe una responsabilidad mayor o una oportunidad mejor que esa? Me considero afortunado, y por esta razón les doy las gracias (p. 24).

En el mundo abundan los docentes, hay menos profesores y escasean maestros. El maestro es capaz de compartir con los estudiantes lo mejor de sí mismo, sus experiencias de vida y de sentido existencial. Educar es el arte de multiplicar oportunidades para aprender y el profesor no es el saber, es el mediador del saber; es un adulto de presencia ligera en medio de los niños. Un profesor se debe considerar siempre como un apoyo, no como una amenaza. Por eso el ideal del educador cristiano es una persona responsable, creativa, dinámica y comprensiva que está capacitada para trabajar en equipo y sabe armonizar fe, cultura y vida.

Cuando un docente traspasa el dintel de la puerta de la clase, debe que tener tres ideas claras en su mente:

a)  ¿Qué quiero que aprendan los estudiantes?

b)  ¿Qué tienen que hacer los estudiantes para que aprenda lo que tiene que aprender?

c)    ¿Qué materiales debo proporcionarles como docente o qué situaciones de apren- dizaje debo plantear para que los estudiantes hagan lo que tienen que hacer, para que aprendan lo que tienen que aprender?

Aquí está resumida toda la pedagogía: ¡Aprender haciendo con sentido y sabiendo por qué se hace lo que se hace! Se requiere el desarrollo de diez capacidades y unas 30-35 habilidades- destrezas, con sus definiciones y procesos mentales y técnicas metodologías y unos pocos valores-actitudes. Posibilita la metacognición y el aprendizaje autónomo y profundo.

Además de lo indicado anteriormente cuando el maestro entra en la clase que piense tres cosas:

3.3.   Se educa en comunidad. Yo no creo en el individualismo del pedagogo genio. Hay que pasar de la cultura educativa de los “egos” a la cultura de los “ecos” –ecología, solidaridad--. Entre las características de la educación marista está el espíritu de familia. Podemos preguntarnos: ¿qué es una familia? Un grupo personas que viven juntos y que comparten lo que tienen para crecer juntos y llegar a ser felices. Una comunidad se fundamenta en relaciones de confianza. Formar una comunidad educativa entre los profesores y todos los actores que participan en el proceso educativo es esencial para que haya coherencia educativa armonía en el proceso educativo. Estas relaciones deben regirse por el principio de subsidiaridad por el que cada uno es responsable de unas funciones concretas, respeta las funciones del otro, se alegra de sus éxitos y los celebra. Uno de los desafíos de la escuela católica es formar comunidades educativas; pero ¿cuál es el perfil de una comunidad educativa que trabaje la cultura de la innovación y una nueva manera de aprender y enseñar? Hay una palabra en lengua zulú --una tribu de Sudeste de África-- que lo expresa acertadamente: UBUNTU (yo soy con vosotros; yo soy en tanto en cuanto eres…). Lo dice bellamente Kipling en El libro de la selva: La fuerza de la manada es el lobo y la fuerza del lobo es la manada

3.4.   Características del educador marista. El estilo educativo marista de los primeros años se concreta en 1853 con la publicación de la Guía del Maestro (Escudero, 2012). La Guía del Maestro adoptado por la Congregación en 1853, fue un elemento unificador de la práctica pedagógica de los Hermanos en el comienzo. Era un documento normativo y prescriptivo que respondía a los desafíos del momento y da respuesta a los problemas concretos que se presentaban a los Hnos. que trabajaban en las pequeñas escuelas. De un lado proporcionaba una metodología de trabajo escolar y de otro se podía conseguir en la formación un perfil de educador que debía llevar adelante la tarea educativa marista. Leyendo La Guía del Maestro 164 años después de su publicación, podemos advertir que es un documento lleno de advertencias pedagógicas de un gran sentido común, que coinciden en muchos casos con los que la moderna pedagogía exige hoy.

Champagnat considera la educación como un verdadero ministerio. 

El educador no ejerce un rudo oficio, sino un ministerio religioso y un verdadero apostolado (…) porque el Hermano que ama e imita a Jesucristo, adquiere todas las virtudes del buen maestro: humildad, dulzura, indulgencia, paciencia, prudencia, generosidad, firmeza, celo, honestidad (urbanidad) (Furet, pág. 557).

Manifestará pues a los niños buen ejemplo, caridad y sentimientos paternos, (Furet, p. 550). Más adelante en la Guía del Maestro (1853) añadirá como cualidades: el amor, la autoridad, el sentido práctico, la firmeza, la bondad, la piedad y la capacidad profesional. Por parte en el último capítulo de la Guía del Maestro se habla de las cualidades del educador marista. Expresan un gran sentido común aplicado a la pedagogía.

Observemos que las virtudes o cualidades que pide la Guía del Maestro (1853) para ser un educador excelente coloca en el último lugar lo que habitualmente se tiene por lo más importante, la capacidad profesional.


3.5.   La fórmula del éxito en educación. La deserción escolar supone un gran costo para el Estado y la sociedad y ese hecho es solo la punta del iceberg, pues expresa la existencia de problemas de tipo social, familiar, y de una vida infeliz de los ciudadanos. Cuando fracasa un estudiante ¿quién es el que fracasa? Lo que es claro es que cuando se produce el fracaso escolar de un estudiante, es la institución educativa, el profesor y la sociedad en general, los que fracasan, pues la educación es una tarea que compromete a todos, dadas sus consustanciales dimensiones éticas y políticas (Martínez, 1998 y Bárcena, Gil, y Jover, 1999).


Hay una Ley de Educación en USA (2003) que lleva por título: Que ningún niño se quede rezagado. La calidad de una institución educativa no se debe medir por el puesto logrado en el ranking de pruebas externas propuestas a sus estudiantes; más bien se debe medir por el % de estudiantes que acaban con éxito sus estudios habiendo conseguido las competencias que pide su perfil de egreso.

Mary Jean Gallagher (2015) afirmó que el éxito en educación se obtiene combinando de manera inteligente estas dos variables: a) que el estudiante se sienta retado a… y b) que se sienta apoyado para. Estas dos variables relacionan lo que afirma esta frase: El aprendizaje se produce no cuando alguien (el profesor) quiere enseñar, sino cuando alguien (estudiante) quiere y puede aprender.

Actuaremos en consecuencia según los resultados:




Desafíos a los colegios católicos

Todas las instituciones educativas afirman que educan en valores, aunque no sepan muy bien explicar cómo lo hacen. 

4.1.   En un colegio católico hay valores esenciales y no negociables en la educación católica (Turú, 2015):

Ser “despertadores del mundo” (Papa Francisco). Ser conscientes de que “conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir una persona; haberlo encontrado es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida y darlo a conocer, con nuestra palabra y obras, es nuestro gozo (Aparecida, 29). No ser profetas de calamidades, sino anunciadores de buenas noticias.

Champagnat decía:

Si nos limitáramos a enseñar las ciencias profanas, no tendrían razón de ser los Hermanos; eso ya lo hacen los maestros. Si sólo nos propusiéramos la instrucción religiosa, nos limitaríamos a ser simples catequistas […]. No, nuestro propósito es […] darle a conocer su deber y enseñarle a cumplirlo; inculcarle […] las virtudes del cristiano y del honrado ciudadano (Furet, 1995, p. 547).

4.2.   La finalidad de la escuela marista es formar buenos cristianos y honrados ciudadanos.

Formar personas con recta conciencia. Hoy se habla de la inteligencia espiritual (Torralba, 2010) como una de las inteligencias múltiples –una manifestación de la inteligencia--. La misión de la escuela católica es evangelizar educando y educar evangelizando.

Para educar cristianamente no es necesario recurrir a la apologética, sino a través de un acercamiento narrativo-experiencia de la fe. Es la experiencia de las obras de Dios en la salida de Egipto la que produjo la fe del pueblo de Israel, el pasaje evangélico los discípulos de Emaús, (Lucas, 24) expresa el acercamiento narrativo-experiencial a la fe. Los discípulos salen de Jerusalén tristes, desanimados y regresan contentos y cambiados; ha habido una narración experiencial, una interpretación de los hechos vividos y ha ardido su corazón. Cuando Juan y Andrés son llamados por Jesús y pasan la tarde con Él, al regresar a su casa Andrés se encuentran con Pedro, su hermano, y le dice: Hemos encontrado al Mesías (Jn. 1, 37-41).

Se ha hablado mucho de los pobres, sobre todo en Latinoamérica, y me pregunto: ¿Quiénes son los pobres de hoy? Los nuevos pobres de hoy no son los que viven en las periferias sino los carentes de sentido en su vida, los huérfanos de toda referencia moral, los desprovistos de criterios que les permitan y faciliten la convivencia con los demás. La opción por los pobres se puede realizar desde la escuela católica, pues este lugar se ha convertido, para muchos niños, en el único lugar que tienen para oír hablar de Jesucristo y del evangelio.

4.3.   Desarrollar la identidad personal en los estudiantes. La finalidad última de la escuela es formar-transformar a las personas. Dar identidad es aportar sentido, es no solo dar el “qué”, sino el “para qué” de la vida. Educar es dar sentido a la vida, decía Frankl, (1991). He ahí un gran desafío para la educación. Se ha perdido el sentido del misterio inherente a la persona humana. El profesor-maestro no debe ser solo un pedagogo, debe ser, sobre todo, un mista- gogo --el que introduce e inicia en el misterio de la vida-- que permita al estudiante contestar, dentro de sus posibilidades, a las preguntas que formulara Kant: ¿Quién soy yo? ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar?

Debemos buscar sentido de vida --cualidad-- versus acumulación de datos –cantidad--; sabiduría versus especialización. Hay una escuela que enseña a ganarse la vida y otra que enseña a vivir. ¿Cuál es la de que nosotros queremos priorizar?

La pedagogía marista. ¿Cómo educar bien? El milagro de la empatía

5.1.   Amar y respetar a los estudiantes. La regla de oro del espíritu de la pedagogía educativa de Marcelino Champagnat es: Para educar a los niños hay que amarlos y amarlos a todos por igual, (Furet, 1955, p. 550) porque la educación es sobre todo obra del corazón (Guía del Maestro, capít. 12, 1ª parte). El autor de la vida de Champagnat concluye que el maestro que no ama a los niños no sirve para educar, (Furet, 1979, p. 332), porque la educación es una obra del corazón y no hay pedagogía sin ternura (Cussianovich, 2015). En educación hay que poner el foco en “los afectos y emociones” pues los afectos y emociones poseen una energía que impulsa a actuar y a tomar decisiones.

En pedagogía se habla de que el aprendizaje debe ser significativo para que pueda ser aprendido y funcional para que pueda ser aplicado. Y para que el aprendizaje sea significativo el primero que tiene que ser significativo para el estudiante es el profesor. No puede haber un aprendizaje significativo sin una relación significativa entre el estudiante-profesor. Si el estudiante no acepta el mensajero, ¿cómo va a aceptar el mensaje que trae el mensajero.

El verdadero maestro tiene interés por sus estudiantes; cree y tiene expectativas positivas sobre ellos; es capaz de establecer una conexión emocional entre maestro-estudiante. La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón (Hendricks, 2017). Se relaciona con empatía y con disposición abierta de poder ser enriquecido por el otro. Si no es así en lugar de dejar huella, puede dejar cicatrices y a veces heridas, que es lo peor. Educar requiere respetar y amor a los educandos.

5.2.   Las escuelas que tienen éxito son escuelas en las que abunda la dopamina, la oxitocina y la serotonina… (dos son neurotransmisores y la última es la hormona del amor y la felicidad). El amor libera estas sustancias y por eso cuando están presentes estamos felices y contentos cuando amamos y cuando somos amados.

Son escuelas:

¿Qué hemos descubierto en la labor docente que haya funcionado? Para concretar mejor la idea: decid, una palabra, algo que hayáis descubierto en la práctica docente que os haya funcionado.

He formulado muchas veces esta pregunta a educadores y la gran mayoría apunta que lo que realmente les ha funcionado en el trato con los estudiantes es: empatía, afectividad, escuchar, cuidar la relación y la retroalimentación de los estudiantes, etc. Otras respuestas apuntan hacia: la pedagogía positiva, optimista, afrontar con positividad las relaciones (efecto Pigmalión). Ciertamente los profesores que se divierten enseñando, consiguen que los niños ¡se diviertan aprendiendo!

Somos seres emocionales. El razonamiento lógico tiene unos 15.000 años y las emociones tienen millones de años. La buena relación es la clave del aprendizaje del estudiante. Hay una correlación directa entre relación personal y aprendizaje. La relación establece un vínculo y sobre ese vínculo se fundamenta la apertura del estudiante a lo que ofrece el profesor.

Hay muchos estilos de intervención pedagógica, pero solo el estilo empático posibilita que el estudiante sea realmente el protagonista de su proceso de aprendizaje. Lo afectivo es lo efectivo, dice la Psicología. Hay que recordar que la imaginación y las emociones siempre le ganan a la razón; por tanto, si la institución educativa solo obedece a la razón, ya puede cerrar las puertas. Las emociones determinan si hay o no aprendizaje: solo se aprende aquello que se ama. La actividad cognitiva es movilizada siempre por la emocional.

La herramienta más básica para un educador es la competencia de la empatía. Empatía es la capacidad de sintonizar positivamente con el sentimiento del otro. Se trata del respeto a los sentimientos de cada persona. Debo añadir que aceptar un sentimiento no es aceptar una conducta, los sentimientos siempre son aceptables, las conductas no siempre.

5.3.   No hay aprendizaje sin emoción --sentir pensando y pensar sintiendo--. Solo se aprende aquello que se ama (Mora, 2013). El mismo autor sigue:

es esencial conocer el mundo de las emociones para captar la esencia de la enseñanza. La elaboración de las emociones corresponde a otro cerebro dentro del cerebro que se conoce como sistema límbico o cerebro emocional. La emoción es la energía que mueve el mundo. Su importancia principal radica en que lo que se ve, se oye, se toca, se paladea o se huele, tras ser analizado sin significado emocional alguno por las áreas sensoriales de la corteza cerebral, pasa por el filtro del sistema emocional y es allí donde a esas percepciones sensoriales, ya creadas, se las acuña con la etiqueta de bueno o malo, atractivo o rechazable interesante o soso. Después esa información se colorea con un significado emocional, y de ahí pasa a las áreas de la corteza cerebral donde se construyen los procesos mentales, de razón y pensamientos, y se elaboran las funciones ejecutivas complejas. (…) Cognición- emoción es un binomio indisoluble que nos lleva a afirmar que no hay razón sin emoción. Binomio cardinal para entender la esencia de lo que es aprender y enseñar.” “Hay que “encender” primero la emoción. Todo esto debe llevar a crear métodos y recursos capaces de evocar la curiosidad en los alumnos por aquello que se quiere que aprendan (…) Métodos siempre adaptados a la alegría, al despertar, al placer y nunca al castigo (Mora, 2013), menos aún a crear miedo.

Según los neurocientíficos (Damasio, 1994) procesar la información sin sentir nada va en contra de la naturaleza misma del aprendizaje. No hay aprendizaje sin emoción; el aprendizaje sin emoción es un plato frío difícil de comer y digerir. Aprender sin emociones conduce a sentir una emoción fuerte que es el miedo a aprender o a no conseguir aprender; eso conduce a la ira, al estrés, al estrés, al aburrimiento y al miedo al fracaso.

5.4.  A través de una pedagogía del esfuerzo, tratamos de que los jóvenes adquieran un carácter y una voluntad firmes, una conciencia moral equilibrada y valores sólidos en los que se fundamente su vida (MEM, 116).

El hedonismo pedagógico es una corriente educativa que elimina el esfuerzo, el autodominio, la regulación personal, etc. no es educación; es dejar al estudiante abandonado a su libre desarrollo. Esta forma de educar –deseducar, digo yo-- confunde lo que el estudiante quiere con lo que el estudiante necesita; falta la distinción entre deseos y necesidades, y de esa forma el proceso educativo queda a merced de las veleidades del capricho del estudiante.

        Se habla, a veces, del juego como un medio para aprender. Sin embargo, la mayoría de las cosas que la escuela debe enseñar no se adquieren jugando (Savater, 1997), y menos aún a partir de los cursos superiores de primaria, en la secundaria y en la universidad. En los años 60- 70 había un esfuerzo voluntarista para llegar a las metas que otros imponían --la sociedad, el sistema educativo, los padres-- y yo crecí esforzándome, y con la convicción fuertemente radicada de que sin esfuerzo no se consigue nada en este mundo difícil. Alrededor gira la idea de que solo lo logrado con esfuerzo vale.

Cuando hablamos de esfuerzo y disciplina personal no queremos decir simple voluntarismo. El esfuerzo tiene que tener una razón de ser, un para qué. El esfuerzo debe brotar de la propia libertad, a fin de conseguir las metas propuestas por uno mismo; entonces uno se siente libre, con energía y el esfuerzo no se siente como una pesada carga sino como algo útil y necesario.

El mejor servicio que un profesor puede prestar a un niño es enseñarle a aprender a aprender por sí mismo, ayudarle a desarrollar un conjunto de habilidades cognitivas y emocionales para que pueda aprender de forma significativa y utilizar lo aprendido y así, desarrollar una actitud de aprendizaje en las diferentes experiencias de la vid

5.5.  La escuela de servicio pone en el centro de la propuesta educativa el concepto de servicio a la comunidad. Entendemos el servicio desde la lógica de la gratuidad, del don y de la responsabilidad, para contribuir al bien común. Es una manera excelente de formar personas para los demás.

Este aprendizaje se realiza en situaciones reales, tiene propósitos bien definidos y resultados significativos, pero exige esfuerzo al estudiante y conlleva planificación, revisión del progreso, comunicación y reflexión sobre los resultados y el aprendizaje personal. El aprendizaje basado en el servicio permite tener experiencias profundas y transformadoras, que son de gran trascendencia para las vidas de los estudiantes.

Se expresa a través de una acción de voluntariado continuada y no remunerada, por medio de la cual se aprende lo que significa el respeto a los derechos de las personas, su dignidad y la autonomía de todas las personas involucradas. Posibilita la creación de vínculos con determinados grupos o comunidades; las actividades implican no solo hacer cosas con los demás sino hacer ciertas cosas por los demás y para los demás y desarrollar un compromiso solidario con ellos.

No podemos confundir la escuela del servicio y el aprendizaje de la solidaridad con visitas turísticas solidarias ocasionales a personas necesitadas o barrios pobres. Trabajar por el bien de la propia comunidad es la mejor manera de trabajar para el propio crecimiento personal, pues el ser humano es un ser relacional que crece y madura a través de una trama de relaciones […] cuando sale de mismo y entra en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas (Francisco, Laudato Si, 239 y 240).

Propuesta de un nuevo diseño curricular-Paradigma Sociocognitivo-humanista

Antes de presentar el paradigma Sociocognitivo-humanista quiero transcribir textos de una entrevista concedida por Sahlberg, educador finlandés, consultor educativo en diferentes instituciones del planeta (Infobae.com, 2017).

El sistema educativo de muchos países refleja la lógica y las necesidades del mundo industrial, que era racional, organizado y predecible (...) clases de 50 minutos en las que 25 a 35 niños de la misma edad estudian siguiendo las órdenes de un profesor. Hoy vivimos en un mundo diferente, (…) El éxito y la felicidad de un joven depende mucho más que antes de su habilidad para encontrar su pasión por aprender algo que le guste e influir en la vida de otros.

En el contexto se están gestando cambios en la manera de entender la educación. El autor citado propone los tres cambios más disruptivos que tienen que producirse en la escuela, porque encierran una nueva concepción de lo que hay que hacer para formar a las próximas generaciones.

a)      Pasar de un currículum rígido a uno flexible. Si queremos potenciar las individualidades no se puede homogeneizar. Hay que tener mayor flexibilidad para adaptar la enseñanza y el aprendizaje a la situación de los estudiantes, a lo que necesitan para encontrar su pasión por aprender, dijo Sahlberg.

Hoy se habla de la escuela personalizada (Touron, 2020). Escuela con modelo de reproduc- ción, es la “escuela de plato único” con enseñanza grupal y a todos los mismo; el docente explica y el estudiante escucha; el profesor explica para “el estudiante medio” (que es una  entelequia y no existe), pues cada estudiante es único e irrepetible y cuando se explica para el estudiante medio unos se aburren y otros se desesperan. Se parte del principio que todos tienen el mismo currículum: igual dificultad, la misma velocidad de aprendizaje. igual nivel de reto y que no se atiende a las diferencias. Es un modelo de enseñanza-aprendizaje reproductivo, pasivo y de aprendizaje cerrado.

En cambio, el aprendizaje personalizado permite el desarrollo del talento humano. Se busca que aprenda cada persona (no el grupo), la atención es personal. El currículum difiere en dificultad, en velocidad, en nivel de reto y se evalúa según el progreso de cada uno. Es una aprendizaje activo y abierto.

El aprendizaje por competencias exige un aprendizaje personalizado; cada uno llega a cierto grado de desarrollo. Es un modelo de enseñanza que se adapta al ritmo, necesidades- posibilidades, preferencias e intereses del estudiante. Los contenidos, objetivos, ritmo y métodos de aprendizaje y enseñanza, varían de un estudiante a otro; hay que ayudar a cada uno en particular. Quien determina el ritmo del aprendizaje es el estudiante, no el docente, y hasta que no se domina un tema no se pasa al siguiente.

El objetivo es que cada estudiante llegue hasta donde pueda y quiera llegar. Dar la mejor versión de sí mismo. Pasamos de un aprendizaje genérico a un aprendizaje individual. El aprendizaje personalizado permite aprender en cualquier momento, (asincronía), en cualquier parte, (ubicuidad) y al ritmo de cada uno (personalización). Pero el objetivo es: ¡Que ningún             estudiante se quede atrás!

b)  Conseguir el aprendizaje de competencias humanas, no sólo de saberes.

La educación debería estar más balanceada para buscar el desarrollo integral del niño, no sólo en las habilidades instrumentales básicas que son usualmente utilizadas como criterio para medir el éxito educativo. Las escuelas tendrían que dedicar tiempo y recursos para incluir artes, música y actividad física, como elementos importantes de la educación con los niños (Sahlberg, como se citó en Berkis, Lara y Ruiz, 2019).

Reimers, director de la Iniciativa Global de Innovación en Educación de la Universidad de Harvard, dio algunas pistas sobre cómo se está trabajando en esa dirección:

Los propósitos del currículo se han ampliado en la última década en muchos países (…) Hoy se da importancia al desarrollo de competencias que deben desarrollar los jóvenes e incluir, además de las competencias cognitivas, las de carácter, las sociales y las de liderazgo. El objetivo es inculcar en los estudiantes valores como la solidaridad y la convivencia, el trabajar la resiliencia, para aprender a superar las frustraciones y desarrollar una mentalidad positiva (Reimers, Infobae.com).

Tenemos que incrementar en la escuela la colaboración, la conversación, el liderazgo y la empatía como prioridades de la política educativa. La tecnología ha sido y seguirá siendo el factor decisivo en nuestra forma de vivir y comprender el mundo, pero esto no significa que la tecnología tenga que dirigir lo que pasa en las escuelas. Es necesario acentuar los aspectos de la existencia humana que se ven amenazados por el uso excesivo de las tecnologías digitales. El aprendizaje colaborativo, el liderazgo compartido y la educación democrática, son prácticas que enriquecen a los estudiantes como personas, y hacen más pleno y fructífero su paso por la escuela (Sahlberg, como se citó en Berkis, Lara y Ruiz, 2019).

c    Hacia la formación continua de los docentes. Como se puede observar los modelos educativos actuales, más complejos, flexibles y personalizados, demandan mucho más de los docentes que un esquema burocratizado en el que hay un programa predeterminado y el profesor se limita a seguirlo. Por eso resulta necesario que quien esté al frente de una clase sea una persona extremadamente preparada y cuente con una multiplicidad de recursos.

Presento el paradigma educativo que utilizamos en la Universidad Marcelino Champagnat de Lima, pero antes voy a hacer una precisión. Nunca una teoría del aprendizaje-enseñanza puede ser adecuada para siempre. Por el contrario, hay que tener una actitud responsable con la verdad y estar abiertos a las teorías que tratan de la educación. Se trata de rescatar las buenas prácticas de la tradición, estando abiertos a los avances pedagógicos de la modernidad (Román, 2008). Sí que quiero añadir que este paradigma está en la línea –y doy fe que no ha sido copia de él-- del propuesto actualmente en EE.UU. (Understanding by Desing --UbD--) o Aprendizaje por diseño que trabajan por capacidades y competencias.

6.1.  Paradigma Sociocognitivo-humanista. Es un paradigma que permite estudiar el fenómeno educativo a través del paradigma cognitivo de Piaget-Ausubel, Bruner, Novak, etc. y del paradigma socio-cultural-contextual de Vygotsky-Feuerstein, así como las teorías del procesamiento de la información, de Rumelhart, Sternberg, y McClelland. Este paradigma ha sido propuesto, por Román y Díez, (2004) (2008) a partir de los años 2000 al percibir que los planteamientos tradicionales y conductistas no tenían sentido en la Sociedad del conocimiento y desarrollado y contextualizada en Lima y varias regiones del Perú, por la Universidad Marcelino Champagnat, desde el año 2003.

El paradigma se nutre de las teorías cognitivas de Piaget, Ausubel, etc. y de la socio cultural- contextual de Vygostsky y Feuerstein. Quien aprende es el estudiante (Piaget, Ausubel), pero el estudiante aprende en un contexto determinado a través de la mediación de la cultura social en que vive (Vygotsky y Feuerstein). La unión de los dos paradigmas para formar el Paradigma Sociocognitivo-humanista puede dar respuesta a los planteamientos de desarrollo de competencias en la educación, pues este paradigma es científico, --utiliza el método científico inductivo y deductivo-, es constructivista, pues “el estudiante es el constructor de su aprendizaje al contraponer hechos con conceptos y conceptos con hechos”, es humanista y para ello, en el diseño curricular se programan, trabajan y evalúan valores y actitudes. Así mismo es un aprendizaje es significativo y funcional. Considera que el estudiante sólo aprende cuando asigna sentido y significado a lo que aprende. Se debe partir de las experiencias y conocimientos previos del estudiante, para establecer relaciones significativas entre los conceptos nuevos con los ya sabidos, por medio de jerarquías conceptuales. Sabemos, ya desde Aristóteles, que el aprendizaje se produce siguiendo los tres pasos siguientes: percepción, representación mental de lo percibido y conceptualización.

El Paradigma Sociocognitivo-humanista y el Modelo didáctico que permite aplicarlo en el aula, tiene un diseño curricular propio y utiliza un marco conceptual que sintetiza los elementos del currículum, de la competencia y de la inteligencia escolar, que permite a los estudiantes desarrollar capacidades-destrezas, valores-actitudes (como fines), utilizando como medios los contenidos y los métodos y técnicas metodológicas de aprendizaje (como medios). Se trata de “aprender a aprender” que no se refiere al aprendizaje directo de contenidos, sino al aprendizaje de habilidades con las cuales aprenden contenidos (Beltrán, 1993).

6.2.  El paradigma Sociocognitivo-humanista da respuesta a las necesidades de los estudiantes del siglo XXI pues cumple las siguientes condiciones:

6.2.1.    El estudiante es el centro del proceso educativo pues a través del trabajo activo puede desarrollar herramientas mentales para aprender y seguir aprendiendo durante toda la vida. Se opta decididamente por una educación en valores que permiten a la persona insertarse en la sociedad en la que vive como un sujeto responsable, valioso, dinámico y creativo.

6.2.2.   El estudiante construye su conocimiento, convirtiéndose en protagonista del proceso. El aprendizaje es prioridad frente a la enseñanza; ya no hablamos de procesos de enseñanza- aprendizaje sino de procesos de aprendizaje-enseñanza.

6.2.3.     Potencia en los estudiantes habilidades más o menos generales para aprender los contenidos y desarrolla de la inteligencia emocional –competencias blandas-- para aprender a vivir.

Goleman (1999) hizo está clara afirmación: La inteligencia cognitiva, por sí sola, no ofrece la menor preparación para la multitud de dificultades –o de oportunidades– a las que deberemos enfrentarnos a lo largo de nuestra vida. Los aportes de Thaler (2017) a la economía –premio Nobel de Economía, 2017-- han servido para hacer un estudio –realizado por GRADE y la universidad de Oxford, en 2015-- para recabar información a fin de mejorar el rendimiento académico de los estudiantes. El programa “Expande tu mente” (EtM) se aplicó a 55.000 estudiantes de 14-15 años y se concluyó que el desarrollo de las competen-cias socio- emocionales de los estudiantes es un elemento fundamental en los procesos de aprendizaje. El Wellington College de Londres enseña desde el año 2006 la asignatura de la “La felicidad” en todos los grados. Han entendido que la clave de la educación es el bienestar de los estudiantes. En la asignatura proporcionan técnicas para enfrentar la vida y los desafíos personales, y de ese modo, los niños no solo obtienen un buen desarrollo en los ámbitos sociales y personales, sino también en los académicos. La asignatura de Felicidad es impartida por profesores especialistas  que tratan seis temas esenciales que influyen directamente en el bienestar de sus alumnos; son: salud física, relaciones positivas, identidad personal, compromiso, mundo sustentable y proyecto de vida. Todo ello con la convicción de que el desarrollo de las emociones es igual o más importante que el desarrollo intelectual.

El último documento del Forum Económico Mundial (marzo, 2016) propone 16 competencias para toda la vida. De ellas hay seis competencias duras del proyecto DESECO y diez que son blandas; he aquí algos ejemplos de las blandas: Trabajo en equipo, tolerancia, curiosidad, constancia, compromiso, adaptabilidad, capacidad de liderazgo, respeto a la cultura social, empatía, respeto.

6.3.    En este contexto se requieren nuevos roles al profesor; el maestro será mediador del aprendizaje de la cultura social e institucional y también arquitecto del conocimiento. El maestro ahora se dice que es:

Diseñador de ambientes de aprendizaje, mediador cognitivo, interlocutor, diseñador de estrategias de aprendizaje, comunicador, creador de conflictos cognitivos, y en tanto enseña a aprender, es un guía cualificado, mediador de aprendizaje, y orientador del proceso curricular (Barragán, 2007). Los profesores deben convertirse en arquitectos del conocimiento, no en carteros (Mills, 2010).

El aprendizaje no es sólo individual, es, sobre todo, grupal, en el marco de comunida-des de aprendizaje, en el aprendizaje dialógico, en tertulias literarias, a través del aprendizaje personal y colaborativo.

Todo esto exige desaprender; exige un desprogramarse de los viejos modelos conductistas en la formulación de los fines u objetivos y en la forma de intervenir en el aula. Los analfabetos del futuro serán, no los que no sepan leer ni escribir, sino los que no sepan desaprender, aprender, reaprender (Toffler, 1997).

6.4.   El paradigma aboga por el aprendizaje personal y colaborativo. Se trata de evitar la pasividad de los estudiantes durante la clase magistral del profesor y asegurar su actividad mental durante el mayor tiempo posible, desarrollar en los estudiantes capacidades y competencias. El Diseño curricular implementado permite introducir actividades, diseñadas por el profesor como estrategias de aprendizaje, el aprendizaje por indagación guiada, el aprendizaje basado en problemas y estudio de casos, etc. La clase invertida o al revés --Fleeped classrroom-- permite invertir el proceso de aprendizaje seguido tradicionalmente, en el que el estudiante iba a clase a recibir información y la estudiaba en su casa. Ahora se proporciona información al estudiante antes de ir a la clase para que la lea y estudie y en la clase se produce el conocimiento por interacción con el docente y los otros estudiantes. Si prioriza el aprendizaje personal y colaborativo; en primer lugar, el estudiante se enfrenta con el desafío que supone la actividad –intra-aprendizaje-- y después comparte en pequeño grupo lo realizado de forma personal --inter-aprendizaje--.

La evaluación está ligada a la enseñanza. Dime cómo evalúas y te diré como enseñas y dime cómo enseñas y te diré cómo evalúas. La evaluación es el talón de Aquiles de la educación. Desde siempre, la manera más usada en las escuelas para evaluar a los estudiantes se basó en determinar cuánto contenido recordaba el estudiante en el momento del examen. Sólo unos pocos profesores --usualmente los mejores-- se atrevían a tomar pruebas a libro abierto. Por esta razón, el principal enemigo de los docentes durante un examen siempre fue la copia. Hoy en día todo ha cambiado. Sin embargo, la mayor parte de los exámenes escolares que responden los estudiantes en muchos países se pueden responder rápidamente con ayuda de un teléfono inteligente (smartphone), decía Schleicher (2016). Y de Zubiría, (1994, p. 140) escribe: No comprendo por qué la escuela excomulga a los copiadores, --a quienes copian durante los exámenes--, si la escuela toda es un templo a la copia, a una copia cultural. ¿Quién copia más que un profesor? Nosotros proponemos una nueva visión de la evaluación. ¡Hagamos la copia obligatoria! (Bilinkis, 2014, p. 242). Pero ¡la copia inteligente! La habilidad necesaria para el mundo del siglo XXI no es ya recordar de memoria datos sobre un tema en particular.

La clave ahora es saber encontrar la información relevante sobre ese tema, analizarla, interpretarla, seleccionarla, clasificarla, sintetizarla, etc., validar la credibilidad de las fuentes y ser capaz de organizar información obtenida de múltiples fuentes de manera coherente y, con ella, producir conocimiento; y no quedarse en eso, sino poder explicar ese conocimiento de forma oral o escrita y aplicarlo en la vida concreta (funcionalidad).

Muchos estudiantes estudian para aprobar exámenes, no para aprender. La nueva evaluación debe permitir saber cómo maneja el estudiante la información y las habilidades que debe haber desarrollado para ser creador de nuevos conocimientos.

La diferencia entre información y conocimiento es la siguiente: La información es conocimiento dado por otro y almacenado (Dewey, 1910), el conocimiento es producid por uno mismo, aun partiendo de insumos proporcionados por otros, pero siempre reelaborados-metabolizados por cada uno.

Conclusión

Un educador responsable, no puede ser un hombre que mira la historia, su contexto y la realidad del mundo como un simple espectador. Estudiar implica el de leer documentos, aunque no se agote en eso. No solo hay que leer textos y documentos, estadísticas, etc., hay que saber leer el mundo; es la única manera de comprender la realidad. La experiencia de la comprensión será tanto más profunda cuanto más capaces seamos de asociar en ella los conceptos que emergen en la experiencia escolar procedentes del mundo de lo cotidiano (Freire, 2010, p. 46).

Tiene que comprometerse en su transformación y mejora. Es cierto que la escuela no puede cambiar el mundo, pero sí puede preparar personas que cambiarán el mundo, decía Freire. Para ello el estudiante tiene que desarrollar habilidades cognitivas –capacidades-destrezas--, emocionales –valores-actitudes-- y sensibilidad social y espiritual que le permitan ser un buen ciudadano y un profesional competente. Se trata de desarrollar la inteligencia, el corazón y la conciencia. A partir de esta propuesta, la clave para conocer la calidad educativa de un colegio católico está en la respuesta a esta pregunta: Los estudiantes que concluyen sus estudios, ¿son mejores cristianos y ciudadanos más honrados?, ¿son mejores profesionales y más solidarios? Sammon, (2006) lo expresa muy claramente:

En educación […] corremos el riesgo de convertirnos en víctimas de nuestro propio éxito. A lo mejor nos aplicamos con tanto ahínco a lo que hacemos que no tenemos tiempo para plantearnos si debemos o no realizar en primer lugar las cosas que estamos haciendo. Es esencial no perder nunca de vista que no vamos en busca del éxito sino de la finalidad que perseguimos: Formar virtuosos cristianos y honrados ciudadanos.

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