Entre
el bordado y la escritura, la elaboración de lo textual. El caso de Bordando
por la paz
Between embroidery and writing, the
elaboration of the textual. The case of Embroidering for peace
Omar Escutia Girón
Autor
corresponsal: 30140933@comunidad.unam.mx
https://orcid.org/0000-0002-4118-2926
Universidad
Nacional Autónoma de México, México.
María
Fernanda Gutiérrez Figueroa
https://orcid.org/0000-0003-4272-9126
Universidad Nacional Autónoma de México, México.
DOI: https://doi.org/10.35756/educaumch.202219.213
Recibido: 10 de enero 2022
Evaluado: 28 de febrero 2022
Aceptado: 1
de junio 2022
Como citar
Escutia, O.
y Gutiérrez, M. (2022). Entre el bordado y la escritura, la elaboración de
lo textual. El caso de Bordando por la paz. Revista EDUCA UMCH, (19), 134-142. https://doi.org/10.35756/educaumch.202219.213
Resumen
Este artículo reflexiona
sobre el movimiento “Bordando por la paz”, el cual se gestó como respuesta al
contexto de violencia que irrumpió en México durante el sexenio de Felipe
Calderón Hinojosa. Se indaga la relación entre el texto, el bordado y sus implicaciones
de género, para bosquejar la experiencia que ahí se desarrolla. Además, las
autoras buscan mostrar el bordado como un acto de resistencia colectiva que,
vía la producción de textos bordados, encuentra una forma de condolerse y de poner en el espacio
público los nombres e historias de las personas desaparecidas y asesinadas en
el país.
Palabras clave: bordado, textualidad, violencia, bordando por la paz,
resistencia.
Summary
This
article reflects on the "Bordando por la paz" movement, which was
conceived as a response to the context of violence that erupted in Mexico
during the six-year term of Felipe Calderón Hinojosa. The relationship between
the text, the embroidery and the gender implications is investigated, to
outline the experience that takes place there. In addition, the authors seek to
show embroidery as an act of collective resistance that, through the production
of embroidered texts, finds a way to condolerse
(commiserate) and to put in the public space the names and stories of the
disappeared and murdered people in the country.
Keywords: embroidery, textuality, violence, bordando por la paz,
resistance.
“[…] quien borda sostiene el
recuerdo, cosiendo los jirones de la reminiscencia hasta restaurar el tejido de
una evocación activa” Francesca Gargallo
Introducción
Este
escrito fue elaborado a cuatro manos y dos cuerpos. Para hilvanar estas
palabras se desplegó una estrategia de escritura que también fue metodológica,
pues cada vuelta-regreso al texto nos permitió ahondar e interpretar de una
mejor manera, así, para llegar a esta última versión que, antes de ser el texto
que ahora es, pasó por ser otros textos. Esperamos que esta suerte de
introducción sirva para esbozar, no sólo el proyecto del texto, sino los
reveses metodológicos de esta estrategia de escritura.
Un
par de manos comenzaron a escribir, pero eran apenas notas, retazos, ideas y
fragmentos que se organizaron en forma de parágrafos, entre los cuales no había
necesariamente un orden lógico. Este boceto, además de recibir comentarios, fue
intervenido posteriormente por el otro par de manos que profundizaron las
ideas, propusieron nuevas y cuestionaron algunas más. Finalmente, las manos se
encontraron para dialogar, recortar, zurcir y bordar. Muchas fueron las vueltas
interpretativas que modelaron este texto que en cierto sentido es un diálogo,
diálogo que se orquestó intencionalmente como una suerte de analogía con el
objeto de estudio.
Este
texto está hilvanado como lo están los pañuelos de Bordando por la paz, pues decidimos juntar, a partir del contexto
violento que nos atraviesa, los jirones de nuestra experiencia, los de la
memoria histórica de la comunidad y los de expertas en el tema. Lo que hicimos
fue entablar un diálogo, ya no a partir de la toma de la palabra hablada, sino
que preferimos recurrir a los actos revolucionarios que exige el bordado, como
es el silencio y la calma, para coser estos retazos y generar con ello una
escritura colectiva que lo que pretende es, a partir de la intervención de
varias manos, seguir generando conocimiento comunitario.
Este
texto sirve como una aproximación a la relación que existe entre el acto de
bordar y el de escribir, así no pretende ser un trabajo de investigación
profundo, mucho menos acabado, es apenas exploratorio frente a las preguntas
¿qué es un texto? ¿qué relación puede haber entre éste y la escritura? ¿Cómo
pensar la experiencia de bordar textos?, y sobre todo ¿cómo enfrentar la
violencia? No esperamos dar respuestas conclusivas, antes bien presentamos una
serie de reflexiones o pequeños textos detonadores, producto de lo que nos
mueve a pensar y construir otro tipo de opciones formativas.
Se
eligió este caso en particular porque éste nos convocó para intentar descifrar
los efectos de las violencias contemporáneas y para poder reflexionar sobre la
noción de texto, pues lo que pretendíamos era poder aterrizar teóricamente
algunas ideas previas que teníamos sobre cómo bordar los nombres e historias de
víctimas de violencia en México también era una forma de producir textualidad,
así mismo queríamos explorar cómo establecer puentes que nos permitieran poner
en diálogo la
teoría y los fenómenos que nos conmueven.
Por
esta razón el texto se conforma de parágrafos concretos que discuten temas a
partir de revisar y pensar algunos testimonios,[1] los cuales fungieron
como fuente de reflexión y análisis para las cuatro manos. Cada apartado se
bordó y se desbordó con la intención de mejorar la puntada así, el último
parágrafo funciona como cierre y apertura, que, como si fuera un nudo, permite
atar y desatar las reflexiones y conclusiones. En última instancia lo que
pretendemos es poner nuestros hilos y jirones sobre la mesa para que otras
sigan bordando.
El movimiento “Bordando por la paz”,
es una acción conjunta entre la colectiva Fuentes
rojas y el Movimiento por la paz con
justicia y dignidad, el cual surgió en 2011. La iniciativa agrupa un gran número
de colectivos en México y de otras partes del mundo. El proyecto central es bordar los nombres e historias de víctimas
de violencia en México[2],
que, desde la llamada “guerra contra el narcotráfico”[3], iniciada
por Felipe Calderón, han sido asesinadas o desaparecidas.
Uno de sus objetivos es hacer un
memorial móvil que presente el nombre de lo que, en su momento, algunos agentes
del Estado, incluso el mismo Calderón, enunciaron como “daños colaterales”, en
este sentido lo que se busca es sensibilizar a la población, hacer visibles a
las víctimas y tratar de restaurar el tejido social que desde ese momento se ha
ido desgarrando.
Para elaborar un bordado no es
necesario tener experiencia previa, pues las mismas personas que conforman el
colectivo son las que enseñan algunas puntadas básicas, las cuales resultan muy
útiles para las personas que apenas se acercan al bordado. Lo que sí es cierto,
es que el acto de bordar exige calma y paciencia, pues, como en la vida misma,
los hilos suelen enredarse y, si nos desesperamos por querer desenredarlos
rápidamente, lo único que vamos a conseguir es que se enreden más.
Normalmente se borda en una tela
blanca o manta cruda, pero para fines últimos cualquier tela es suficiente. Por
su parte, el color de los hilos no es azaroso ni fortuito, cada color
representa una causa que busca ser visibilizada, así, tenemos que con hilo rojo
se bordan los nombres de las y los asesinados, en este caso el hilo sirve como
una representación de la sangre que ha sido derramada, de verde se bordan a las
personas desaparecidas, ya que este color se asocia con la esperanza de
encontrarles, de morado se bordan a las mujeres que han sido víctimas de
feminicidio, pues este color es representativo del movimiento feminista.
Al
escribir y bordar los nombres e historias, se intenta hacer memoria de las
víctimas, lo cual resulta un acto complejo, pues la mayoría de las y los
bordadores nunca tuvieron un contacto cercano con ellas, es por ello que se
busca nombrar, porque lo que se nombra existe, se reconoce y con ello, se logra
introducir de nueva cuenta a las personas asesinadas y desaparecidas al espacio
público, pues, tomar las calles y bordar en el espacio común es, para muchos de
quienes participan, la acción para solidarse y abrazar a las víctimas, así como
el hilo envuelve y arropa a la tela, se espera que la metáfora se en-carne.
Esta no es sólo una protesta que, a
los ojos de muchos que la observan, es pacífica. Es un acontecimiento en el que
los textos bordados ponen en el centro el ser de quien, anónimamente, inicia,
continúa o termina un pañuelo, una página, una huella de una ausencia que se
busca hacer presente, no en la forma del espectáculo, sino de la memoria.
Una de las cosas interesantes que
pasan en este tipo de colectivos es que no necesitas identificarte con un
género en específico para llevar a cabo la práctica, pues más allá de los roles
impuestos por la sociedad, en donde a las mujeres se les ha acuñado la
pasividad que pareciera exigir el acto de bordar, lo que se busca la
introspección y la reflexión colectiva que logre conectar a quienes participan
con el otro-la otra y con ellos mismos.
Cada bordado es particular, pero la
mayoría de ellos tienen una anatomía específica, cada elemento está colocado de
tal manera que la conexión entre ellos forma la corporalidad y estructura del
bordado. Así, tenemos que en el centro se coloca, a modo de narrativa, el
nombre y edad de la víctima, si es que se cuenta con el dato, los hechos que se
conocen sobre el acontecimiento, el territorio donde fue hallado el cuerpo o,
en el caso de las personas desaparecidas, donde fueron vistas por última vez,
así como la fecha del asesinato o desaparición; en la parte inferior se coloca
el nombre de los y las bordadoras que participaron e intervinieron el pañuelo,
cabe resaltar que cada pieza de bordado puede ser elaborada individual o
colectivamente, aunque lo más común es que sea bordada en colectivo y, también
en la esquina inferior derecha, se coloca el número del pañuelo y código de
catalogación para el archivo.
Es importante mencionar que los
primeros nombres que el colectivo utilizó para la ardua tarea se recuperaron de
sobres vacíos que una organización europea había mandado al Palacio Nacional.
Los remitentes de los sobres eran nombres de personas asesinadas, mientras que
el único destinatario era Felipe Caldeón.
Así, tenemos que se empezó con una
serie de 40 mil muertos, pero el registro fue subiendo a 60 mil, 90 mil, y
hasta el año 2014 sumaban 95 mil.
Los
productos de la acción colectiva Bordando por la paz poseen una complejidad de
significados que requiere una estrategia metodológica para comprender. En ese
sentido, planteamos interpretar el bordado como texto. Ahora bien ¿qué es un texto?, Ricoeur (2004) se pregunta
esto mismo y responde: un discurso, un discurso que busca comunicar algo (p.
127). El texto, como artefacto comunicativo, que fija el contenido a comunicar
en un soporte que oculta a quien escribe y lee, ocupa un lugar entre el habla y
no dicho; es posibilidad misma del decir que elige como estrategia para
acontecer, otro espacio, otro soporte, otro canal.
Por otro lado, el bordado, como
actividad “femenina”, tiene una textura similar
(con el texto) en el acto de escribir: “Si la escritura y el silencio se
reconocen una a otro en ese camino que los separa del habla, la mujer,
silenciosa por tradición, está cerca de la escritura.” (Kamenszain,
1981, p. 21), la dupla feminidad y silencio nos hacen pensar ¿es el bordado una
expresión de lo textual, por ese espacio que abre la posibilidad misma de decir
y no decir?
Se suele hablar de una forma de
escritura femenina, lo cual es un riesgo esencialista que puede naturalizar las
improntas del género, sin embargo, no se puede soslayar la historia material y
simbólicamente desigual de las mujeres y de los hombres. Formas de aculturación
que imponen esquemas más o menos diferenciados con los cuales miramos la
realidad. Por lo anterior, si hablamos
de escritura femenina, hablamos aquí de ejercicios diferenciados de elaborar lo
textual que están marcados por nuestro paso por el género. De ahí que a las
mujeres históricamente se hayan desenvuelto en ciertos tipos de escrituras, por
ejemplo, el epistolar, los diarios íntimos, los costumbristas, aquellos que
suponen una atención al detalle, formas de escrituras en las que lo político
está marcado por los cuidados y lo íntimo.
Aunque en primera instancia no se
piense en el tejido y bordado como formas de escritura, hay en su elaboración
una espacialidad y una experiencia del tiempo muy similar, relacionadas con el
momento del cotilleo, de contar historias, fortalecer vínculos. La elaboración
de la escritura femenina y el bordado abren un espacio de apertura e
interpelación y un tiempo no cronológico, excelente para la escucha.
Julia Kristeva distingue dos
momentos o niveles de lo textual: el texto como producto y la productividad del
texto (Kristeva, 1970, p. 63), y es este segundo nivel, ese ejercicio de
desdoblamiento del texto el que cobra relevancia para cuestionar el acto de
bordar nombres, de escribir nombres de víctimas, aunque no hay que perder de
vista que el tipo de producto modifica la productividad.
Importa pensar la productividad del
texto como experiencia, pero no según el modelo de las ciencias positivistas o
experimentales, sino la experiencia como una elaboración de la palabra, como la
elaboración de un cuestionamiento que queda en la escritura bordada de la
palabra, como concreción de ese acontecimiento de apertura y atención que
produce esa entidad, un texto bordado. ¿Cuál es la urdimbre de sentidos que
tiene lugar en una acción que exige una forma de escritura como lo es la de
bordando por la paz?
Byung Chul-Han (2006) Han en su
libro El enjambre intenta pensar lo
que supone para los sujetos el teclear en la era digital y diagnostica a
nuestros tiempos con “atrofia de las manos” (Chul-Han, 2006, p. 56);
esto no implica solamente el entorpecimiento de nuestra facultad manual de
escribir o de la torpeza en movimientos motores finos, tiene que ver con una
nueva relación con el tiempo y las ideas, con lo que escribimos y nos escribe.
Relación que supone para el filósofo un no-actuar, en el sentido arendtiano de
un hacer, como milagro que posibilita el nacimiento de otro mundo (Chul-Han,
2006, p. 55), ¿qué mundos cerramos o se nos cierran con esta atrofia?
Este mismo filósofo encuentra en
Heidegger esa misma crítica a la escritura, quien pensaba que “la mano es el
medio por el que el ser, que designa la fuente originaria de sentido y la
verdad” (Chul-Han, 2006, p. 61) se desoculta, la mano que escribe
comunica el ser, y la máquina de escribir nos orilla al velamiento del ser pues
solo usamos la punta de los dedos, se atrofian nuestras manos y la posibilidad
de Aletheia.
Lo estimulante de estas críticas es
que nos permiten ubicar el pensamiento no sólo en la cabeza, sino también en
las manos, regresando al cuerpo la posibilidad del acceso a lo real, como
espacio mismo de la apertura. Por otro lado, nos ayuda a problematizar la
productividad del texto y el lugar que ocupa en el develamiento de la verdad,
la cual, como nos recuerda Heidegger, ama esconderse.
El bordado-escritura implica, de
hecho, un uso de las manos que no es digital, pero que tampoco es la forma
manual de escritura, ¿esto ocultaría o revelaría al ser?, ¿qué acontece
entonces en el uso específico que se hace de las manos al bordar un texto?,
¿qué tipo de verdades se desoculta al rasgar la tela al atravesarla con una
aguja y un hilo?, ¿qué tipo de huella bordada queda de la indagación?, ¿con qué
tipo de verdad nos encara?
Cuando pensamos el tipo de bordados
que se producen en este movimiento. Y nos preguntamos tanto por el texto que se
borda, como en la metáfora del bordado como texto, nos enfrentamos a una
entidad que en su materialidad es mero espectro, pura huella subjetiva, abierta
a la interpretación de quien realiza el texto de una forma y la del lector que
la realiza de otra. Estos objetos convocan presencias y ausencias múltiples, la
de quienes elaboraron el bordado, la de los familiares, la víctima misma y la
de sus múltiples lectores, todas ellas ausentes, pues la condición del texto es
la de ser siempre una huella sujeta a la interpretación.
Esta exposición de pañuelos
itinerantes es como Comala, llena de espectros, de voces, ausencias, murmullos
e historias. Son los relatos de un México en busca de sus Pedros Páramos que
escuchen sus decires.
Elaborar la palabra, bordar la
palabra, reconstruir los jirones de la memoria, una memoria que no es la
propia, pero que se incorpora al darse el tiempo de manifestar esa huella en
ese pañuelo, unas palabras con un sentido antes de producir el bordado, pero
que adquiere volumen, se hacen presentes, asumen textura y sentido cuando
alguien las intercepta, elabora y las hace suyas. Elaborar aquí, implica la
producción de lo textual en un sentido subjetivo, una interpelación y una
respuesta al otro, es una acción que legitima las pérdidas y hace que esas vidas
importen, que sean lloradas, fenómeno que abre una política del duelo, una
comunidad del dolor. Fenómeno que busca hacer memoria y materializa una nueva
forma de sentir en el dolor.
Al bordar nos condolemos, pues, como
apunta Cristina Rivera Garza (2015), condolerse, “no es el discurso de la
victimización ni mucho menos de la resignación, sino una práctica de la
comunidad generada en la experiencia crítica con y contra las fuentes mismas
del dolor social que nos aqueja, que nos agobia, que acaso también nos prepare
para alterar nuestra percepción de lo posible y lo factible” (p. 19). En este
sentido, elaborar o producir estos textos bordados parece tener también el
sentido de reconstruir, pues si la violencia y el miedo desgarra los vínculos,
al pasar el hilo y la aguja una y otra vez a través de la tela se busca reunir,
zurcir lo que se rompió, hacer presente en el espacio lo que el miedo quiere
dejar fuera: los nombres y las historias.
Escribir en este laboratorio de bordado es asumir el compromiso de esa
recomposición, y no sólo presentar el texto bordado como producto.
Conclusiones
Si el bordar es una forma de lo
textual y, el texto es una forma de fijar la escritura, lo que se fija son las
revelaciones devenidas durante la elaboración del texto, se fija postura frente
a las guerras de nuestros días.
Se denuncia tomando los hilos, el
aro y la aguja y, al mismo tiempo, se intenta recuperar la dignidad de la
persona fijando su nombre en el espacio público, que deja de ser solamente un
nombre para quien elabora ese bordado y para quien se encuentra con él en las
calles.
Escribir aquí es ocupar el lugar del
habla, para fijar en la memoria propia y en la colectiva esa cara de violencia
cruenta a la que nos hemos vueltos insensibles, es interceptar la escritura
para evitar la banalización, es tejer la esperanza, es intervenir la tela para
hacer presencia, tanto de uno como de los otros, es hilvanar la rabia y ajustar
la empatía.
Finalmente, este movimiento nos
recuerda la importancia de seguir pensando la violencia y la necesidad de
bordar otros mundos posibles.
Contribución de autoría
OEG: Conceptualización e investigación.
MFGF: Redacción, edición y
revisión.
Conflicto de intereses
Los autores declaran que no tienen conflictos
de intereses en su investigación.
Responsabilidades
éticas o legales
Se ha cumplido con todos los lineamientos
previstos en el código de ética para investigación de la Universidad Marcelino
Champagnat.
Declaración sobre el uso de LLM (Large Language Model)
Este artículo no ha utilizado para su redacción textos
provenientes de LLM (ChatGPT u otros)
Financiamiento
El
artículo ha sido desarrollado con los recursos propios de las autoras.
Agradecimiento
A la Universidad Marcelino Champagnat.
Correspondencia: 30140933@comunidad.unam.mx
Referencias
Gargallo, F. (2014). Bordados
de paz y memoria: un proceso de visibilización. https://archive.org/details/BordadosDePaz/page/n59/mode/2up
Ricoeur, P. (2004). ¿Qué es un texto?, en: Del texto a la acción. Ensayos de
hermenéutica II. México: FCE. pp. 127-148
Rivera, C. (2015).
Dolerse. Textos desde un país herido. Segunda edición. México: Surplus
Ediciones.
Rosen, J., & Zepeda R. (2012). La guerra contra el
narcotráfico en México: una guerra perdida. en Reflexiones 94. No. 1. p. 159. https://www.redalyc.org/pdf/729/72941346011.pdf.
Kamenszain, T. (1981). Bordado y costura del texto. Revista
de la universidad. México. Julio de 1981. pp. 21
Kristeva, J. (1970). La productividad llamada texto. Lo verosímil.
Trayectoria académica
Omar Escutia Girón
Licenciado
en Pedagogía y estudiante de Filosofía. Ha trabajado como ayudante de profesor
e investigación, así mismo ha moderado varios Cafés Filosóficos en distintos
lugares de la Ciudad de México. Es docente y trabaja como como apoyo pedagógico
para el Colegio de Bachilleres. Sus temas de interés se centran en teoría
pedagógica, estudios de género y masculinidades.
María Fernanda Gutiérrez
Figueroa
Egresada de la licenciatura en Pedagogía por la Facultad de
Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM. Ha trabajado como ayudante de
profesor. Es integrante del seminario “Filosofía en la Ciudad”, del
proyecto “Mujeres en espiral: sistema de justicia, perspectiva de género y
pedagogías en resistencia” y del colectivo "Diversidad UNAM".
Actualmente se encuentra realizando su tesis de licenciatura sobre prácticas
pedagógicas restaurativas en contextos de violencia. Sus principales temas de
interés son la pedagogía restaurativa, el feminismo y los estudios de
género.
©
El autor. Este artículo es publicado por la Revista
EDUCA UMCH de la Universidad Marcelino Champagnat como acceso abierto bajo
los términos de la Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional
(https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/). Esta licencia permite compartir
(copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato) y adaptar
(remezclar, transformar y construir a partir del material) el contenido para
cualquier propósito, incluido el uso comercial.
[1] La recuperación del referente
empírico se hizo a partir del libro Bordados
de paz, memoria y justicia: un proceso de visibilización
escrito por Francesca Gargallo, recomendamos revisar las fotos que aparecen en
el documento, disponible aquí: https://archive.org/details/BordadosDePaz/mode/2up. También se puede consultar el blog
del proyecto: http://bordamosporlapaz.blogspot.com/
[2] Derivado de la pandemia del COVID19
suspendieron sus actividades. El domingo 28 de noviembre de 11:30 a 13:00 hrs
en Coyoacán, junto a la fuente de los coyotes volvieron a reunirse.
[3] La llamada "guerra contra el
narcotráfico" tuvo lugar durante la presidencia de Felipe Calderón
(2006-2012), el objetivo principal esta estrategia era deshacer las células que
componían a los principales cárteles del narcotráfico, ya que éstas estaban en
una constante lucha por el control de la producción y las rutas del tráfico de
drogas, lo que derivó en un alza de violencia en el país.