Texts that travel on
the ship of illusions: the class diaries in a Sociology and Education course
Recibido: 16 de enero
2022
Evaluado: 25 de febrero 2022
Aceptado: 13 de junio 2022
Abril Atenea Reyes
Sandoval*
abril_musiclife@comunidad.unam.mx
https://orcid.org/0000-0003-3806-2699
Universidad Nacional Autónoma de México, México
Doi: https://doi.org/10.35756/educaumch.202219.209
Cómo citar
Avalos, I.
(2022). Tejido y texto: actualidad de un entramado de relaciones. Revista
EDUCA UMCH, (19), 117-128. https://doi.org/10.35756/educaumch.202219.209
Resumen
En el presente artículo se exploran las cualidades de los diarios de
clase, tipo de texto escrito por un grupo de estudiantes de Pedagogía en la
Universidad Nacional Autónoma de México. El interés de este estudio tiene como
antesala la preocupación por los efectos de la pandemia por COVID-19 en las
comunidades escolares. Partiendo de este problema, se realiza una investigación
documental apoyada en la técnica de análisis de contenido, con el objetivo de
identificar qué tipo de expresiones posibilita el diario de clase y cuál es su
relevancia en el contexto de la educación remota emergente. En primer lugar, se
expone la tradición pedagógica de la que proviene el diario de clase y se
describe el escenario en el que está escrito. Posteriormente, del análisis de
los textos se desprenden cuatro categorías primarias: 1) articulación de los
contenidos educativos, 2) dimensión estética, 3) reflexiones críticas sobre la
propia educación, y 4) dimensión afectiva. Se concluye que los diarios son una
técnica didáctica valiosa para tejer vínculos entre los sujetos pedagógicos;
asimismo, promueve valores como la cooperación, la libre expresión y el trabajo
dignificante dentro del aula, todos ellos muy necesarios para repensar el
espacio escolar en tiempos de contingencia.
Palabras clave: Diario de
Clase, Texto Libre, José de Tapia, Pandemia, México.
Summary
This article explores the qualities of class diaries, a type of written
text produced by first-year undergraduate students of Pedagogy at the National
Autonomous University of Mexico (UNAM). The study is grounded on the concern
for the effects of COVID-19 pandemic on school communities. Based on this
problem, a content analysis is carried out with the aim of identifying what
kind of expressions does the class diary make possible and what is its
relevance in the context of emergency remote teaching. Firstly, it presents the
theoretical framework of the class diary and the scenario where it is written.
Subsequently, four primary categories emerge from the analysis of the texts: 1)
the articulation of curriculum contents, 2) the aesthetic experience of their
writing process, 3) undergraduate’s critical perspectives of their previous
learning experiences, and 4) the scope for emotional engagement. It is
concluded that the diaries are a valuable teaching technique to strengthen
bonds of affection between teachers and students. It also promotes values such
as cooperation, free expression, and dignifying work within the classroom, all
of them urgent to reshape the school in times of global crisis.
Keywords: Class
Diary, Free Text, José De Tapia, Pandemic, Mexico.
Tome el
timón Capitán y llévenos a horizontes no conocidos, que el mar es nuestro (Poot,
2020, p. 1)
Introducción
Tomar la palabra: esta es la consigna permanente en el curso de
Sociología y Educación, que se imparte en la licenciatura en Pedagogía, en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Siguiendo los postulados del
pedagogo francés, Célestin Freinet, y de los maestros freinetistas, José de
Tapia y Graciela González, el estudiantado escribe diarios de clase, es decir,
textos en donde expresa creativamente sus sentires, ideas, puntos de vista y
reflexiones sobre los contenidos de la asignatura y su propio proceso de
aprendizaje. Trabaja con esmero a bordo de la Nave de las ilusiones, metáfora
con la que identificamos la clase, a pesar de los estragos ocasionados por la
pandemia de COVID-19 en todos los ámbitos sociales, incluido el educativo.
Ésta, no cabe duda, trastocó los modos de habitar la escuela, forzando a
los sujetos a relacionarse no ya en los espacios escolares físicos, sino al
margen de ellos, en la llamada virtualidad. En México, el cierre de las
instalaciones universitarias durante casi dos años obligó a los actores
educativos a proponer acciones que les permitieran instalarse en la modalidad
de educación remota emergente, sin descuidar el vínculo que une a los sujetos
pedagógicos y dota al acto educativo de un carácter relacional.
En la asignatura de Sociología, en donde me desempeño como ayudante de
profesor, se ha incorporado permanentemente el tema de la pandemia y sus
efectos en la educación. Los diarios de clase se han convertido en una fuente
documental valiosa para iniciar un estudio de ese talante, mismo que toma forma
en el presente artículo, cuyo objetivo es analizar qué posibilidades de
expresión despliega la escritura del diario de clase y qué relevancia tiene
este tipo de texto a la luz de la modalidad educativa adoptada en la pandemia.
Para lograr este propósito he realizado una investigación de corte
documental, recurriendo al análisis de contenido para interpretar los diarios
de clase. Recordemos que esta técnica de “nos permite recopilar, comparar y
clasificar información, con vistas a establecer esquemas de comprensión de su
significado y sentido, en relación con el contexto social y cultural de donde
proviene la información” (Jiménez y Torres, 2006, p. 48). Por lo tanto, he
seleccionado un conjunto de diarios con base en un eje temático común y, una
vez ordenada la información, he identificado cuatro categorías de primer orden:
1) la articulación de los contenidos educativos, 2) la dimensión estética en la
escritura de los diarios, 3) las reflexiones críticas del estudiantado sobre
sobre su propia educación, y 4) la dimensión afectiva.
El artículo está dividido en tres apartados. El primero tiene un doble
propósito: contextualizar el origen de la metáfora de la Nave de las ilusiones,
concepto acuñado por José de Tapia; y describir a grandes rasgos qué es el
texto libre, en qué tradición pedagógica se enmarca, y por qué es relevante
para acercarse a los diarios de clase. El segundo apartado brinda más detalles
sobre el curso de Sociología y Educación (entendido como Nave de las
ilusiones), y el tercero se dedica enteramente al análisis de los diarios.
I. Los diarios de clase en contexto: José de Tapia y las Técnicas
Freinet
El concepto “Nave de las ilusiones” nació de la pluma del maestro
cordobés anarco-republicano, José de Tapia y Bujalance (1896-1989), cuando en
1937 publicó en un diario catalán: “el MAESTRO es el encargado por la sociedad
de llevar a buen puerto la NAVE DE LAS ILUSIONES” (De Tapia, 1937, citado en
Jiménez, 2018, p. 9. Mayúsculas en el original).
Siguiendo su propia metáfora, él mismo fue un capitán ejemplar de muchas
naves, porque su trayectoria pedagógica a lo largo de siete décadas abarcó
públicos y escenarios muy amplios. También conocido cariñosamente en México
como el maestro Pepe, inició su carrera magisterial en 1913 dando clases
a niños campesinos en escuelas unitarias y también a sus padres obreros. Fue
introductor de las Técnicas Freinet en su país, de la mano de otros profesores
como Patricio Redondo, Herminio Almendros, Ramón Costa-Jou y Antonio Benaiges
(Jiménez, 2004, 2007, 2011, 2012, 2017).
Recordemos que Célestin Freinet (1896-1966) fue un maestro y pedagogo
francés que en los años veinte participó en la renovación didáctico-pedagógica
de la escuela, impulsada por personalidades como María Montessori, Ovide
Decroly, Édouard Claparède y John Dewey —por mencionar algunos de los
representantes más conocidos de la llamada Escuela Nueva—. En el caso de
Freinet, su compromiso con las clases campesinas y obreras lo llevó a
distanciarse de algunos de sus contemporáneos, a rechazar las denominaciones
“Escuela Nueva” y “métodos activos”, y a fundar, en cambio, la Escuela Moderna
(Freinet y Salengros, 1978), realizando toda su obra magisterial en contextos
de educación popular.
El eje conductor de su pedagogía fue fomentar la libre expresión de los
niños. Congruente con esta postura, desarrolló junto con otros educadores una
serie de técnicas e instrumentos que permitieron orientar la enseñanza hacia el
principio ético-pedagógico de “dar la palabra al niño” (Freinet en González,
1985, p. 16). Las principales técnicas e instrumentos Freinet fueron: el texto
libre, la imprenta escolar y la correspondencia interescolar, aunque también se
utilizaron la asamblea escolar, el cálculo vivo, el periódico mural, el
fonógrafo y el cinematógrafo.
Después de algunos años trabajando en el Instituto Nacional Indigenista,
en campañas de alfabetización en comunidades mazatecas y seris, y como profesor en la Escuela Primaria “Rafael Ramírez”
(ubicada en la Ciudad de México), fue hacia 1964 cuando él y las maestras freinetistas
Graciela “Chela” González y Tere Vidal fundaron la Escuela Preprimaria y
Primaria “Manuel Bartolomé Cossío” (en adelante, la Bartolomé). Dado que los
tres eran partidarios de la pedagogía y técnicas Freinet, muy pronto la escuela
adoptó el texto libre y la imprenta escolar, pero también propuso otras
técnicas como la escritura del diario de clase, de la cual hablaremos más tarde
(figura 2). Por ahora vale la pena hacer una pausa para explicar con más
detalle en qué consisten el texto libre y la imprenta escolar.
De acuerdo con Freinet (1986), un texto libre es “un texto que el niño
escribe [...] cuando tiene deseos de escribirlo, y según el tema que lo
inspire” (p. 48). El pedagogo francés advierte la importancia de no confundir
este tipo de textos con las redacciones de tema libre, las cuales son impuestas
por el profesor en un momento concreto (la hora de la clase). Por el contrario,
el texto libre se redacta:
cuando se experimenta la necesidad de expresar, por medio de la pluma o el dibujo, algo que bulle en nuestro
interior. El niño escribirá su texto espontáneo en un rincón de mesa [sic],
por la noche. Encima de sus rodillas, mientras oye a su abuela que resucita
para él extraordinarias historias de tiempos pasados; o encima de la cartera,
antes de entrar en clase, o también, naturalmente, durante las horas de trabajo
libre que reservamos en nuestra distribución de tiempo. Entonces tendremos la
certeza de que los textos obtenidos son la imagen de la vida, los que
más han impresionado a los niños, los que les han interesado más
profundamente, los que tienen para nosotros el valor pedagógico más
eminente (Freinet, 1973a, p. 6. Cursivas propias).
Una vez que los estudiantes redactaban sus textos libres, éstos se leían
frente a la clase, se corregían y seleccionaban para componerlos echando mano
de la imprenta escolar. Como se puede observar, en todo momento se propiciaba
el trabajo cooperativo entre los pequeños. Con los textos impresos se formaban
cuadernos escolares (también llamados “diarios escolares” y “libros de vida”)
que se convertían en el resultado tangible del trabajo escolar. Este “archivo
viviente de la clase”, además de difundirse localmente, se intercambiaba por
correspondencia con otras escuelas que trabajaban con las mismas técnicas (Freinet,
1973b)
Siguiendo con la Bartolomé, ésta se distinguió por incorporar la técnica
del diario de clase, que no fue inventada por Freinet, sino sugerida por Chela
gracias a que ella la había aprendido con una maestra de la Escuela Nacional de
Maestros, posiblemente la también pedagoga española Emilia Elías de
Ballesteros, que llegó exiliada a México tras el estallido de la guerra civil
española (Jiménez, 2014, p. 315; UPNAjusco, 2014). El diario, en palabras de
Pepe:
sintetiza el trabajo realizado el día anterior y se convierte en el
origen de las actividades que apenas comienzan, es como un puente de unión.
[...] Lo fundamental es que los críos se vayan acostumbrando a escribir y
dibujar libremente sus propios pensamientos y sentimientos, pero igualmente
importante es que los demás entiendan lo que queda escrito (Jiménez, 2014, p.
315. Cursivas propias).
Los diarios los escribían las y los estudiantes en una libreta
colectiva. Cada quien se proponía a sí misma o mismo para realizarlo. Al
siguiente día, el autor o la autora leía su texto frente al grupo y recibía
retroalimentación. Esto le permitía mejorar sus habilidades de lectoescritura
conforme avanzaba el ciclo escolar, pero, además:
Conforme transcurre el tiempo, a lo largo del curso, en el diario de clase
se ven notables avances de los chicos: la soltura que van adquiriendo; la
capacidad de memorizar, razonar, sintetizar, redactar e ilustrar; el dominio
que van logrando en ortografía y sintaxis con la ayuda de su diccionario. Poco
a poco, gracias al diario de clase, los muchachos aprenden a trabajar con orden
y limpieza, pero sobre todo con originalidad, espontaneidad, creatividad,
alegría, sencillez y responsabilidad (Jiménez, 2014, p. 315. Cursivas
propias).
El marco de libertad que se daba a las y los estudiantes pretendía
estimular su creatividad y fomentar la libre expresión, siempre dentro de un
entorno de cooperación, respeto y responsabilidad (Jiménez, 2014, p. 72).
Acorde este posicionamiento con los principios de la pedagogía Freinet, la
expresión libre “apasiona a los niños, y no sólo a los autores, sino también a
los lectores, especialmente si éstos pueden a su vez convertirse en autores”
(Freinet, 1973a, p. 5). De aquí vino el trabajo constante con textos libres por
parte de Freinet, Pepe y Chela con sus respectivos grupos escolares, ya fuese
para componer libros de vida, cuadernillos escolares o diarios de clase; textos
libres que reflejaran “espontaneidad, creación, vida, ligazón íntima y permanente
con el medio, expresión profunda del niño” (Freinet, 1973a, p. 5). Textos que
permiten la interlocución entre los sujetos pedagógicos y el medio en el que
toma lugar el acto pedagógico.
En suma, si hay algo que unió a Freinet y a los maestros Pepe y Chela,
fue la convicción de que todo estudiante tiene algo valioso que decir y, en
este sentido, debe ser escuchado. Por eso, también podríamos decir que la
pedagogía Freinet y De Tapia, al abogar por la expresión y la escucha,
transgredieron la usanza de la escuela tradicional (según la caracterizó
Freinet en su respectivo contexto histórico y tradición intelectual) en tanto
lugar que “[o]lvidaba que humanamente todos tenemos necesidad de decir, de
gritar y de cantar nuestras alegrías, nuestras esperanzas y nuestras penas”
(Freinet, 1973b, p. 32).
II. La Nave de las ilusiones en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM
La licenciatura en Pedagogía de esta entidad académica cuenta con una
serie de asignaturas obligatorias en su plan de estudios, entre las cuales se
encuentra Sociología y Educación durante el primer año de la carrera. Uno de
los profesores que la imparte es el Dr. Fernando Jiménez Mier y Terán, o
simplemente Fernando, apasionado investigador de la pedagogía Freinet en España
y México. Pese a que su trayectoria docente en la UNAM rebasa las cuatro
décadas, fue apenas en 2018 que propuso a sus grupos de Pedagogía que el curso
fuera visto como la Nave de las ilusiones, tomando inspiración de las palabras
de su entrañable amigo, el maestro Pepe. Los grupos suelen acoger esta metáfora
con entusiasmo, algunos más que otros, pero siempre con resultados inesperados.
Lo mismo sucede con el diario de clase, el cual ya lleva más años ocupando un lugar
en la propuesta didáctica de Sociología.
Comencé a trabajar con Fernando como ayudante de profesor en 2021, en
plena pandemia por COVID-19. La modalidad a distancia no impidió que la Nave
zarpara en una nueva aventura para llevar a buen puerto nuestras ilusiones
educativas, pero nunca imaginamos el impacto que la metáfora tendría en las y
los estudiantes, a quienes llamo cariñosamente tripulantes. Los dos
grupos a los que impartimos la clase escribieron textos muy valiosos que
mostraron las diferentes resignificaciones de la Nave de las ilusiones. Entre
esta variedad de apropiaciones de la metáfora hubo una muy peculiar: uno de los
grupos escribió todos los diarios tomando como brújula (o eje temático) la
aventura marítima.
Desde octubre de 2020 hasta junio de 2021, periodo que comprendió los
dos semestres de duración de la asignatura, las tripulantes
redactaron un total de veintidós diarios (de los cuales uno está extraviado),
cuyos títulos se desglosan a continuación (figura 3):
1. Desplegad las
velas.
2. Zarpando de
la orilla.
3. Bitácora de
navegación 3.
4. ¿Un mar
desconocido?
5. Navegando en
aguas turbulentas.
6. Conociendo lo
conocido.
7. A babor…
8. Sin título.
10. Continúa el viaje.
11. El mar de la especificidad social.
12. ¿Ya casi arribamos?
13. Zarpando a nuevas aguas.
14. Bitácora núm. 16: Un botín incompleto y
Durkheim ¿tenía el ph 0?
El barco del estructural-funcionalismo.
15. ¿Amigos o enemigos? Una nueva tripulación
se acerca.
16. Más que amigos.
17. Recuerdos de una gran aventura.
18. La educación, un océano turbulento.
19. ¡Tierra a la vista!
20. Llegando a puerto seguro. El fin de
nuestra aventura.
Poco a poco, la lectura semanal de los diarios se convirtió en una
experiencia que nos transportaba a una travesía marítima a la vez: “¡Debemos
zarpar de inmediato, el conocimiento nos espera! ¡Estiben la carga! ¡Icen las
velas! ¡Leven anclas! Orden tras orden a través del viento se escuchaban” (Jazbe,
2021, p. 1). De repente, sin darnos cuenta, Fernando se había convertido en el
capitán al frente del timón; yo, en la oficial, comandante o la segunda al
mando; la sociología y educación, en mares por navegar; los autores revisados
en clase, en otros capitanes con sus respectivas embarcaciones —¡incluso llegaron
a llamarlos piratas! —. El curso pasó a ser la navegación habitada por toda una
flota de estudiantes, y el diario de clase se convirtió en bitácora: la
bitácora de navegación.
La propuesta de trabajo adoptada en la clase de Sociología le concede un
papel central a la expresión escrita en el ámbito universitario, tomando como
ejemplo el trabajo que Freinet y De Tapia hacían en Francia, España y México,
respectivamente, con sus grupos de estudiantes de primaria. Representa una
apuesta por romper con la rigidez que conservan los espacios escolares,
incluidas las universidades, en donde a menudo tienen lugar “prácticas asociadas
con la concepción ‘moderna’ de la lectura: una lectura individual, silenciosa,
cercana a las formas académicas de leer, centrada en el significado literal,
orientada hacia la información enciclopédica” (Rockwell, 2001, p. 13). Estas
prácticas rutinarias de la tarima y el exceso de saliva (Freinet, 2004) colocan
en el centro a la figura del docente, desplazando a una posición secundaria los
intereses, necesidades e inquietudes del estudiante.
A lo anterior hay que añadir el escenario actual: las clases en línea en
tiempos de pandemia. Como ya mencionábamos previamente, las medidas de
confinamiento adoptadas en todo el mundo exigieron que la modalidad de trabajo
presencial migrara temporalmente a entornos virtuales, lo cual implicó un gran
desafío para los sistemas, instituciones y actores involucrados en la
planeación educativa. Asimismo, en una escala más acotada, los sujetos que
participamos en los procesos formativos en escenarios de educación formal
tuvimos que enfrentarnos a nuevas formas de relacionarnos, aunado a las
dificultades personales, de salud, económicas y tecnológicas que cada quien ha
atravesado en estos tiempos de incertidumbre.
Ahora bien, si, desde antes de la contingencia, la modalidad presencial
no garantizaba la construcción o consolidación de un vínculo pedagógico, ahora
parece más difícil que docentes y estudiantes puedan llegar a relacionarse
entre sí a través de las pantallas; me refiero a tender puentes, crear redes de
cuidado, afecto y apoyo mutuos. Por ello resulta valioso interpretar el
contenido de los diarios, pues la tripulación ha hecho ejercicios muy
interesantes de escritura, de los que se despliegan al menos cuatro posibilidades
expresivas que expondré en seguida.
III. Los diarios de clase: análisis de sus
cualidades y potencial expresivo
La escritura en torno al tópico común de la Nave de las ilusiones fue el
criterio con el que seleccioné los textos para realizar el análisis de
contenido. Por este motivo, solamente se contemplan los diarios de uno de los
grupos a los que Fernando y yo impartimos la asignatura. Partiendo de una
lectura cuidadosa de los materiales, identifiqué coincidencias que pronto pude
conceptualizar como referentes del potencial expresivo de los diarios. Al
final, solamente cité nueve diarios, pues en ellos hallé las referencias
esenciales para sostener la propuesta aquí presentada. Cabe mencionar que las
autoras consintieron que sus textos se usaran como fuentes para la redacción de
este artículo. Cinco de ellas aceptaron que se incluyeran sus nombres reales,
una optó por un pseudónimo y otra prefirió el anonimato. No se hizo ningún tipo
de corrección ortotipográfica ni sintáctica en las citas que aparecen a
continuación.
1)
Articulación de contenidos educativos
En primer lugar, las estudiantes logran hilvanar los conceptos, teorías
y autores estudiados en clase, al plasmarlos a modo de aventuras que vive la
tripulación de la Nave. A propósito, me interesa recuperar algunos ejemplos.
Uno de ellos tiene que ver con la tensión entre la neutralidad y el compromiso
científico en toda postura teórica, aplicable también a la sociología de la
educación:
Todo iba viento en popa, hasta que nos topamos frente a nosotros con dos
grandes barcos en plena batalla. Uno de ellos llevaba una bandera que decía
“Neutralidad” y el otro llevaba una bandera con la inscripción “Compromiso”. Se
oían fuertes disparos y gritos. El primer barco alegaba:
— “Despréndete de tus juicios de valor! ¡De lo contrario es imposible
que produzcas conocimiento objetivo y valioso!
El segundo respondía:
— ¿¡Pero como diablos puedo hacer eso, esos juicios son inherentes a mí,
los tengo dentro como cualquier sujeto!
El primero de nuevo:
— ¡Te lo digo, debes ser Neutral!
El segundo
— ¡Gracias, pero prefiero mostrar que puedo comprometerme con la verdad
y mi objeto de estudio y lograr ser lo suficientemente objetivo respecto a él!!
Todos nos quedamos atónitos ante esto pues ambas tripulaciones parecían
ser irreconciliables. Logramos pasar inadvertidos por estos barcos y sin ningún
rasguño, así que continuamos con nuestro viaje (Reyes, 2020, pp. 1-2).
En este otro ejemplo, la estudiante se vale de los personajes que forman
parte de la tripulación de un navío para explicar los conceptos de rol y de
estatus según la teoría del estructural-funcionalismo:
[En este barco] existían dos palabras que estás personas antes
mencionadas [Robert Merton y Talcott Parsons] repetían muy seguido y que eran
muy importantes para ellos. La primera era la palabra rol y la segunda era la
palabra status, según estos marineros todos cumplíamos un papel de acuerdo a
las actividades organizadas en el barco, cumplíamos con el rol de cocineros, de
tripulantes, de capitanes, de sobrecargo, de jefe de máquina, de oficiales de
puente o de pilotos, sin embargo, el status era algo aún más valioso que sólo
se ganaba la persona que cumpliera mejor su rol o el tripulante que obtuviera
la mejor calificación (Miranda, 2021, p. 1).
Los ejemplos a veces eran imprecisos o necesitaban matizarse. Por eso
era importante leer los diarios en voz alta frente a todo el grupo. Esto
permitía que el resto de las compañeras y compañeros se involucrara en la
lectura e hiciera comentarios en relación con lo que acababa de escuchar. Si la
ocasión lo requería, Fernando también intervenía para hacer las precisiones
adecuadas. De cualquier modo, llama la atención que el grupo incorporara las
teorías y autores revisados en clase, a las aventuras ficticias de la Nave.
2)
Dimensión estética
Avanzando en los puntos que abarca nuestro análisis, los diarios
incorporan detalles estilísticos, en la forma y en el fondo, que evidencian la
experiencia estética involucrada en el proceso de escritura de los textos. Esto
se refleja, por ejemplo, en los dibujos de barcos, olas, tesoros y otros
motivos marítimos que embellecían los diarios (figuras 3, 4 y 5).
Asimismo, se aprecian detalles estilísticos en la incorporación de citas
de otros autores, como sucede en el primer diario, donde la autora retoma a
Eurípides en el epígrafe: “Desplegad, marineros, las velas, dadlas a los
vientos suaves del mar” (Poot, 2020, p. 1). La misma
autora, en otro de sus diarios, menciona: “Es de noche aún. Podemos sentir la
suave brisa correr sobre nuestras mejillas y observar el cielo tapizado de
estrellas ¡Qué bello paisaje! Quisiera que la noche sea como una estrella
fugaz, rápida para que el tiempo corriera de prisa, pero sigue su transcurso”
(Poot, 2021, p. 1).
Los detalles estilísticos no sólo eran valiosos para la confección de
los textos, sino también por la relevancia de la materialidad del texto
(su aspecto, tamaño, tipografía, disposición en la página, etcétera) en la
configuración de maneras de leer y relacionarse con lo textual, según advierten
algunos historiadores de la lectura entre los que se encuentra Roger Chartier
(Rockwell, 2001, pp. 15-16). Es decir, los diarios en su dimensión textual se
convertían en un espacio de creación donde se ponían en diálogo múltiples
recursos textuales (imágenes, colores, palabras) para conformar “nuevas
relaciones con la palabra impresa” (Rockwell, 2001, p. 23).
3)
Reflexiones críticas sobre su propia educación
La tercera categoría comprende la resignificación de algunas prácticas
presentes en sus trayectorias escolares previas, tales como la lectoescritura,
con una mirada crítica del carácter obligatorio e impositivo que solía revestir
esos actos. Los textos de las estudiantes muestran su toma de conciencia de los
pocos espacios donde se promovía la lectura y la escritura desde una lógica no
escolástica (en el sentido que le da Freinet). A propósito, quiero destacar los
siguientes ejemplos:
tuvimos que preguntarnos ¿qué es educación? Claramente, una palabra,
como habíamos acordado anteriormente, pero era algo más. Nos dimos cuenta de
que era la principal herramienta que cargábamos con nosotros para manejar este
barco, y que la hemos tenido con nosotros durante toda nuestra vida (Corral,
2020, p. 1).
Esta revisión de su experiencia como estudiantes también llevaba a las y
los jóvenes a repensar el significado del estudio, desaprendiendo sus
nociones previas, es decir, poniéndolas en sospecha, cuestionándolas y
distanciándose de ellas:
Con eso concluimos nuestra aventura del día, descubriendo y
reflexionando sobre cosas que ya conocíamos pero que las veíamos de diferente
manera, aún nos queda mucho por navegar y seguir conociendo, así que no
dejemos que el mal clima en algún momento nos desanime y siempre tengamos en
cuenta que arriba de este barco, en todo momento contaremos con el apoyo de la
tripulación (Carrera, 2020, p. 1. Cursivas propias).
hablamos sobre la misión número once en la nave de las ilusiones, [la
cual] constaba de entender la Globalización […]. Nos dimos cuenta de que
nuestra curiosidad nos puede llevar a hacernos muchas preguntas, infinitas
preguntas, las cuales nos invitan a reflexionar y a seguir descubriendo cada
vez más el inmenso mar que nos rodea. Además, hablamos sobre un muy viejo capitán
llamado Ovide Decroly, que nombró a su nave como Escuela del Ermitaño, y donde
su objetivo era que la embarcación se moviera a través del interés de los
pequeños navegantes. Hablar de esto me maravilló, ya que es verdad que lo
que más mueve una embarcación es el interés y la curiosidad de sus navegantes, además
de que me hizo feliz saber que nuestra nave de las ilusiones era
navegada de la misma forma (Corral, 2021, p. 1. Cursivas propias).
Muchos diarios también cuestionaban la influencia del papel docente, las
técnicas y métodos didácticos en la presencia o falta de motivación para
estudiar:
Reflexionamos sobre la escuela, viajes diferentes del pasado donde
tuvimos que navegar para llegar hasta aquí. ¿Por qué estudiamos?, ¿cómo nos
enseñaron a estudiar? Muchos llegamos a la conclusión de que estudiábamos
porque teníamos qué hacerlo, no sabíamos que estábamos en ese viaje para
crecer. En la escuela, nos enseñaron a estudiar memorizando conocimientos, no
importaba si los comprendíamos o no, mientras se quedará grabado en nuestras
memorias hasta el gran examen. Pero, ahora entendíamos que todas esas
experiencias nos ayudaron a llegar a esta gran nave, y que ahora, tenemos
que deconstruir esa forma que aprendimos sobre estudiar, y construir una nueva,
una donde disfrutemos el conocimiento que nos ayudará a navegar esta nave
(Corral, 2020, p. 2. Cursivas propias).
Las palabras del Capitán nos alentaron y conmovieron al darnos
cuenta del gran afecto que tenía hacía su tripulación aún antes de conocernos.
El compromiso que ha tomado en dirigir nuestra embarcación nos llena de
motivación y de ganas de aprender y desaprender todo lo que sea necesario
con el objetivo de tomar en este viaje el mejor aprendizaje y la más bella
experiencia (Poot, 2020, p. 1. Cursivas propias).
4)
Dimensión afectiva
El análisis hecho hasta ahora sugiere que la escritura de los diarios,
su lectura y comentario en colectivo, traen consigo una dimensión afectiva en
el momento en que las estudiantes reconocen: 1) que son parte de una comunidad
atravesada por situaciones adversas como la propia pandemia o la adaptación a
la modalidad de educación virtual, y 2) que la cooperación es importante para
que nadie se baje de la embarcación antes de llegar a buen puerto:
Sin duda el capitán Fernando, la comandante Abril y los tripulantes
hemos hecho un gran trabajo y esfuerzo para que el barco continúe con
las expediciones y con el camino que nos falta. La paciencia, presencia y
compañía han sido indispensables en este recorrido, todos juntos como equipo
lograremos llegar al destino, pero por ahora ¡recoger las velas! qué hemos
llegado a esta primera parada… (s/n, [2021], p. 2. Cursivas propias)
Que historia tan impresionante, que grato es saber que no somos los
primeros ni los únicos navegantes, que somos los benjamines de este barco. […] No
olvidemos que somos un equipo navegando en el mismo barco, si algún día nos
viene una tormenta, no dejemos de apoyarnos y de ser una tripulación unida para
salir adelante juntos (Corral, 2020, p. 3. Cursivas propias).
Queda en evidencia, entonces, que la escritura del diario no era un acto
individual, sino que comprendía siempre a los otros. El afecto también se
manifestaba a la hora de leer el diario grupalmente, escucharse con atención y
recibir comentarios alentadores sobre la originalidad de la redacción, el
estilo, el uso de imágenes y metáforas, la buena entonación a la hora de leer,
etcétera. Incluso, cuando algún estudiante se ponía muy nervioso, el resto lo
animaba para que se tranquilizara. En suma, los diarios invitaban a construir y
consolidar en cada encuentro virtual un ambiente de cooperación y
acompañamiento, ambos necesarios en el contexto en el que ocurrió el curso de
Sociología.
Consideraciones finales
En este artículo he presentado la forma de trabajo de la Nave de las
ilusiones, para dar cuenta de los diarios de clase como textos con múltiples
posibilidades para la expresión y relación de sujetos que participan en
procesos formativos en la universidad. A manera de síntesis, propongo que los
diarios permiten al estudiantado expresarse desde los sentires, afectos, la
imaginación y creatividad. La arcilla con la que se moldea el diario es el
texto libre, el cual brinda el espacio para que el alumnado de cualquier nivel
educativo, incluido el universitario, plasme reflexiones profundas empleando un
lenguaje sencillo. Por último, los diarios son una propuesta que apunta a la
cooperación, la libre expresión y el trabajo dignificante dentro del aula;
valores necesarios en el marco de una dinámica escolar que nos exige
solidaridad y compromiso frente al ensanchamiento de las brechas (sociales,
económicas, digitales…) que ya existían incluso antes de la pandemia, pero que
ahora condicionan de manera particular las trayectorias escolares del
estudiantado.
En un panorama como el actual, me parece necesario adoptar técnicas
didácticas como la que aquí presentamos, pues, aunque parezcan simples, nos
invitan a repensar los procesos didácticos y pedagógicos en la escuela. Sin
embargo, también invitan a resistir, no sólo a los estragos dejados por la
pandemia, sino a la lógica de productividad que ha marcado el compás del
escenario educativo antes de la contingencia y aun en ella. Podemos identificar
el impacto de esta lógica en el funcionamiento de la escuela con lo que
Freinet, hace casi un siglo, llamaba escolástica:
Lo que caracteriza [...] a la escolástica es la obligación que se impone
a los niños, mediante los reglamentos, los manuales escolares y el maestro, de
producir un trabajo que no tiene en general ningún fundamento en la vida de los
individuos y por tanto ni los conmueve ni influye en ellos profundamente. Ese
trabajo no es funcional. Está previsto por los adultos, fundamentado en su
cultura, y se pretende aislar a los niños sistemáticamente de la vida
por temor a que pierdan el tiempo y a la falta de seriedad (Freinet, 1986,
p. 20. Cursivas propias).
Por supuesto, hay que guardar las debidas distancias temporales con la
forma de pensar la escolástica en la época de Freinet y en el presente. A pesar
de eso, me parece que hoy en día, sobre todo a la luz del marco socioeducativo
en el que se sitúa este escrito, las enseñanzas de Pepe, Freinet, Chela,
Fernando, y la generación de jóvenes brillantes que forma parte de la clase de
Sociología, merecen ser escuchadas y generar resonancias. Por otra parte, la
presente investigación también nos convoca a repensar qué tipo de prácticas de
lectoescritura se impulsan desde la universidad y cómo, a partir de ellas, se conforma
una cultura escrita compartida por el estudiantado.
A modo de cierre, queda decir que, aunque los textos libres no tienen
tanta visibilidad en las aulas de educación superior, son una apuesta valiosa
para reconocer que hay mares enteros por navegar cuando promovemos la toma de
palabra y cultivamos la escritura de textos que nacen de los sentires, los
afectos, la imaginación y la espontaneidad.
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[1] Pueblos
originarios ubicados en Oaxaca y Sonora, respectivamente, dos estados de la
República Mexicana.
[2] A partir de aquí opto por la forma femenina
para hablar del estudiantado en general por dos motivos: 1) la población en los
grupos de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras está conformada
mayoritariamente por mujeres; y 2) las autoras de casi todos los diarios
(incluidos los nueve que aquí citamos) fueron mujeres, salvo la excepción de
tres hombres.
[3] En alusión al
cierre de semestre e inicio del periodo vacacional decembrino.
[4] Si bien la autora no consigna en
su diario la referencia de la fuente primaria, es presumible que aluda a un
diálogo del tercer estásimo de la tragedia Helena.