El carisma y la misión de la universidad Marcelino Champagnat

The charism and mission of Marcellin Champagnat University

 

 

Recibido: 10 de diciembre 2021

Evaluado: 20 de enero 2022

Aceptado: 29 de abril 2022


Marino Latorre Ariño

[email protected]

https://orcid.org/0000-0002-7076-4458

Universidad de Valencia (España)

 

DOI: https://doi.org/10.35756/educaumch.202219.218


Cómo citar

Latorre Ariño, M. (2022). El carisma y la misión de la universidad Marcelino Champagnat. Revista EDUCA UMCH, (19), 05-35.  https://doi.org/10.35756/educaumch.202219.218

 
Resumen
El presente artículo tiene como propósito dar a conocer el carisma y la misión de la universidad Marcelino Champagnat que está expresado en la misión-visión y en los valores que propone. Los valores más que pensarlos hay que vivirlos, pero para esto hay que conocerlos y apreciarlos. En la vida diaria, dentro de nuestra universidad, hablamos de valores, oímos expresiones como Super petram edificabo, saber, ser, servir, etc. ¿Qué significado tienen tales expresiones para nuestra mística educativa, más allá del significado literal? Esta reflexión intenta dar respuesta a esta pregunta.

Palabras clave: Carismas, Misión, Visión, Universidad Marista.  

 

Summary
The purpose of this article is to make known the charism and mission of the Marcelino Champagnat University, which is expressed in the mission-vision and in the values ​​it proposes. You have to live values ​​rather than think about them, but for this you have to know and appreciate them. In daily life, within our university, we talk about values, we hear expressions like Super petram edabo, know, be, serve, etc. What meaning do such expressions have for our educational mystique, beyond the literal meaning? This reflection attempts to answer this question.

Keywords: Charisms, Mission, Vision, Marist University.

 

Introducción
Para poder practicar algo hay que descubrirlo, conocerlo y valorarlo. “Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no hace nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve [...] Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor hacia ella...” (Paracelso, siglo XVI).

Dentro del programa de capacitación de los docentes de la UMCH hay tres ejes: cognitivo, axiológico e investigación. Aunque en el día a día los tres aspectos están enlazados y unidos por las redes invisibles de la vida, con este trabajo vamos a reflexionar sobre el eje axiológico. El carisma pedagógico de una Universidad marista viene expresado en la misión-visión y en los valores que propone. Los valores más que pensarlos hay que vivirlos, pero para esto hay que conocerlos y apreciarlos.

En la vida diaria, dentro de nuestra universidad, hablamos de valores, oímos expresiones como Super petram edificabo, saber, ser, servir, etc. ¿Qué significado tienen tales expresiones para nuestra mística educativa, más allá del significado literal? Esta reflexión intenta dar respuesta a esta pregunta.

 
Escudo: Super petram edificabo (Edificaré sobre piedra)

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Esta frase latina está escrita sobre piedra en la avenida de entrada a los pabellones de la UMCH. ¿Qué significa para nosotros, más allá de su contenido literal?

Estamos en la “modernidad líquida” (Bauman, 2013) que es figura de la inestabilidad y del cambio; estamos ante lo líquido y gelatinoso, la confusión, el relativismo. “Lo sólido conserva su forma que persiste en el tiempo, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente; los líquidos fluyen…” (Bauman, 2017). Hoy se habla del “amor líquido” (Bauman, 2020) para expresar lo frágiles que son las relaciones humanas.

“Estamos infectados por la fragilidad de un presente que demanda cimientos firmes en momentos en que no existe ninguno” […] “Mientras contemplamos cambios acelerados, nos encontramos constantemente divididos y tensionados entre el deseo y el miedo, entre la anticipación y la incertidumbre” […] “Ya no poseemos un hogar, se nos pide que lo construyamos y luego lo reconstruyamos o bien que lo transportemos con nosotros, cargado a la espalda, como hacen los caracoles” (Melucci, 1996, p 43 y ss.).

Uno de problemas que tiene el homo eligens —el hombre que elige es el descubrimiento o la sospecha de que no hay reglas preestablecidas ni objetivos aceptados universalmente hacia los que hay que apuntar. Lo que hoy cura, mañana puede ser un veneno. Las buenas ideas y principios pueden derrumbarse de la noche a la mañana.

Gianfranco Ravasi, (2018) —presidente del Consejo Pontificio para la Cultura—, alerta sobre la existencia de “la generación millennial y la nativa digital, de una sociedad que tiende al narcisismo y a autorreferencia y que se refleja en símbolos como los 'selfies' y los auriculares”. Para Ravasi, el fenómeno del "yo fragmentado", junto al "predominio de las emociones, lo inmediato y lo más gratificante, unido a la acumulación "de cosas más que la profundización de los significados", está llevando a "una sociedad que apaga los grandes deseos y elude los proyectos de mayor aliento".

Estamos en una sociedad y en un modelo sociocultural dominado por el "apateísmo" que mezcla "apatía religiosa e indiferencia moral donde la existencia o no de Dios resulta del todo irrelevante". "Se tiende a reducir la fe y la iglesia al ámbito de lo privado e íntimo" […] "se avala la concepción según la cual la religiosidad es sólo una espiritualidad interior y personal" (Ravasi, 2018).

Con la llegada del COVID-19 hemos entrado por la fuerza en la paradoja de la realidad virtual[1]. Nos preguntamos: ¿Qué valores morales pueden ser programados en los algoritmos de las máquinas pensantes? Vivimos en la otra "paradoja" "de ir moviéndonos hacia la realidad virtual y hacia mundos mediáticos" que "nos han llevado a la separación los unos de los otros y a la muerte del diálogo vivo y directo en la aldea local".

Frente a esta realidad proponemos la piedra como el símbolo:

- de base firme, de seguridad, de lo duradero.

- de identidad.

- es lo contrario de la “fluidez” pues es la expresión de la “solidez”.

    Como pertenecientes a la UMCH y como académicos, el eslogan Super petram edificabo nos llama a construir nuestra vida personal y profesional sobre la solidez de la verdad, el bien y la belleza, los tres grandes referentes de la vida. Cristo ha dicho que es “el camino, la verdad y la vida” y nosotros, afirmando nuestra mística, proclamamos con San Pablo que “nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3,11).

Como educadores maristas construir la vida sobre la Roca que es Jesucristo, es un gran desafío, pues no hay otra roca sobre la que podamos asentar nuestra existencia.

La pregunta es: ¿Cuál es el fundamento de tu existencia, docente de la UMCH?

1. ¿Qué hacer en este nuevo escenario?

Dar sentido de vida. Asegurarnos que vamos a alguna parte para no estar sometidos a las veleidades de los vientos de cada día. Todos conocemos la frase de Séneca: “Para un barco sin tumbo todos los vientos le son favorables” (Carta a Lucilo, LXXI).

Lo expresa la palabra Ikigai. Ikigai es una palabra japonesa que se compone de dos palabras (vida y merecer la pena vivirla). Quiere decir “que la vida tiene sentido”. Es la pasión que uno descubre en sí mismo que le permite asignar un sentido a la vida y beneficiar así a la sociedad. Es reconocer que vale la pena vivir. Las personas más ancianas del Japón viven en Okinawa y tienen un gran ikagai.

En definitiva, se trata de educar la inteligencia, el corazón, la voluntad y la conciencia. La formación de la conciencia no es un problema de leyes, es un problema de educación y del sentido que demos a la vida."Enseñar a navegar a los estudiantes –y a nosotros mismos— por el océano de la incertidumbre apoyados en archipiélagos de certezas", decía Morin, (2006). Se trata de proporcionar la brújula y las cartas náuticas que permitan orientarse en el mar proceloso de la vida para no naufragar en él. Esa brújula que orienta son los valores sobre los que se apoya nuestra existencia.

Para nosotros la brújula y las cartas náuticas son un conjunto de habilidades cognitivas y emocionales, que orientan la existencia y permiten aprender y seguir aprendiendo durante toda la vida –lifelong learning, siendo personas honradas y competentes en su profesión –honrados ciudadanos— y, si es posible, buenos cristianos –hombres-mujeres comprometidos con su fe—.

Estoy seguro que Champagnat estaría de acuerdo si cualquiera de los colegios parroquiales que él fundó hubiera tenido como valores para desarrollar en los niños estos tres: responsabilidad, respeto y solidaridad. Ese es el núcleo axiológico del honrado ciudadano. Si a eso le añadimos asignar un sentido trascendente a la vida, la formación del ciudadano será integral y completa.

2. Lema de la Universidad: saber, ser, servir

Es el círculo virtuoso de la solidaridad;

ü saber más,

ü para ser mejor persona,

ü y servir mejor a los demás.

a)        Saber más, para ser mejor persona

Estamos en línea con el racionalismo moral de Sócrates. Para Sócrates “vivir bien” es “comportarse bien”. ¿Qué quiere decir? La característica esencial del ser humano es pensar, reflexionar, y en consecuencia comportarse de manera virtuosa; educar es desplegar al máximo estas características del ser humano. Eso es lo que nos diferencia de los animales irracionales. La razón y virtud están unidas indisolublemente, pues el ser humano solo puede distinguir lo que es bueno o malo a través de la razón y el conocimiento. No se trata solo de saber más porque sí; se trata de adquirir un saber que nos conduzca a la sabiduría y a través de ella a la virtud.

En consecuencia:

ü La virtud ya no es solo un don divino, sino que puede aprenderse y cultivarse.

ü Todas las personas pueden llegar a ser virtuosas —la virtud es democrática— no es solo para unos pocos elegidos.

ü La noción de bien y verdad se perciben por “las intuiciones éticas” y debe definirse y aceptarse a través del diálogo y la discusión racional.

Sócrates se pregunta al final de Protágoras de Platón, ¿cómo debemos valorar a quienes conociendo el bien deciden hacer el mal? Sócrates responde diciendo que ese es “el mayor ejemplo de ignorancia”. La persona hace el mal porque es un ignorante y no conoce el bien. ¿Será esto verdad o será una utopía que nos presenta el bueno de Sócrates, que parece que hubiera nacido sin pecado original?

b)       Ser mejor persona; una persona íntegra y honesta

Se trata de tener identidad y calidad personal. ¿Qué significa ser una persona que tiene identidad? La respuesta es sencilla: ser una persona auténtica, diferente de todos los demás. Parodiando el eco lejano de la presentación de Dios ante Moisés: “Yo soy quien soy”, es decir, un ser único e irrepetible, hecho a mí mismo de una manera única y peculiar (Bauman, 2017, p. 32).

Es lo contrario a ser “el hombre masa” del que habla Ortega y Gasset. “Lo característico de este momento (lo escribía Ortega en 1926) es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera que va. La masa arrolla todo lo diferente, lo egregio, lo individual, lo calificado y lo selecto”. […] Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado. […]  Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, […] Más que un hombre, es sólo un caparazón de hombre […]; carece de un “dentro”, de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda revocar. De aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser cualquier cosa. Tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones […]. Ahora “todo el mundo” es solo la masa. […] Es una absoluta novedad en la historia de nuestra civilización. Jamás, en todo su desarrollo, ha acontecido nada parecido. Vivimos bajo el brutal imperio de las masas…” (Ortega y Gasset, 1929, p. 47). Vivimos bajo el dominio de la masa, en la bárbara robustez de su instinto; eso no lo dice Ortega, eso lo digo yo.

c)        Servir mejor a los demás

Estamos en la sociedad de la apariencia; no se valora el ser, sino el aparentar. Se quiere aparentar, dárselas de importante, de sabio, encumbrarse sobre títulos y grados, para estar por encima de los demás. Eso es entrar en el círculo vicioso del egoísmo:

ü saber más,

ü para conseguir más poder —los acólitos del poder son el dinero y el placer—

ü tener más reconocimiento social e imponerse a los demás;

Este círculo vicioso, —tan presente en nuestra sociedad—, hemos de revertirlo y caminar hacia el círculo virtuoso de la solidaridad y del servicio, en el que la autoridad-poder es servicio, el conocimiento ayuda cualificada y el servicio un imperativo moral.

El ejemplo de Robin Williams:

Todos tenemos en la memoria la figura de Robin Williams, el protagonista de El club de los poetas muertos. Este actor siempre fue una figura caritativa y solidaria. Robin Williams, utilizó su fama y su éxito para ayudar al prójimo. Y un claro ejemplo de ello es que pedía a los estudios de cine con los que trabajaba incluir una cláusula en su contrato que exigía dar trabajo en sus películas a un número de personas sin techo.

Así lo desveló un agente de eventos llamado Brian Lord hace unos años. Lord se encontraba negociando la contratación del actor para un evento, cuando se topó con dicha cláusula en el contrato que le hicieron llegar. “Tenía un requerimiento que, por cada evento o película que hacía, la compañía que lo contrataba también tenía que contratar a un número de personas sin techo y darles trabajo” explicó el agente.

La petición de Williams se conoce como “rider”, y es una cláusula contractual que puede solicitar un actor, para exigir cierto nivel de diversidad de personas en una producción, tanto en el reparto como en el equipo técnico. La diferencia es que Robin Williams la exigía para ayudar a minorías excluidas y con menos recursos. “Su generosidad de espíritu era tan ilimitada como su comedia” dijo el comediante Lewis Black.

Existen muchas historias sobre pacientes y personas a las que ayudó y acompañó. Como la pequeña Jessica, una niña de 13 años, que padecía un tumor cerebral y cuyo deseo era conocer al actorSus padres hicieron la petición y como la pequeña no podía viajar debido a la fragilidad de su estado, Williams alquiló un avión privado y fue a verla. Pasó el día con ella, imitando a personajes de películas, jugando a las cartas y viendo televisión en su compañía. “Fue lo más emotivo que vi en mi vida” dijo su padre al ver a su hija feliz ese día. Jessica murió dos semanas más tarde.

Mi trabajo real es ayudar a la gente” dijo en cierta ocasión. Podríamos decir que Robin Williams fue un médico experto en curar con la sonrisa. Lo expresa muy bien a través del personaje que representa en la película Patch Adams, de Netflix.

4. Visión y misión de la universidad

4.1. Misión de la UMCH. Formar personas profesionalmente competentes, comprometidas con la sociedad y con una visión humanístico-cristiana, inspiradas en el carisma marista.

¿Formar?

La palabra formación nos remite al concepto aristotélico de “forma”. Aristóteles sostiene que las cosas reales se componen de materia y de forma; la materia es aquello con lo que está hecho el objeto concreto; es contingente y puede cambiar; la forma posee un carácter supraindividual y no está sometida a contingencias ni cambios. La forma es lo que hace que algo sea lo que es y se define por el eidos o rasgos esenciales del objeto, para diferenciarlo de las formas accidentales del mismo.

Cuando hablamos de formación nos referimos a “la formación integral”: desarrollo del cuerpo, la mente, el corazón, las manos y el alma (la conciencia moral).

Podemos decir, sintetizando, que el proceso educativo se compone de estos tres elementos:

·      enseñanza, que es la labor del maestro               

·      aprendizaje, es responsabilidad del aprendiz-estudiante

·      educación integral, es la consecuencia de los dos procesos anteriores.

Todo ello se realiza dentro del contexto o ecosistema cultural —una cultura, una ciudad, un país, etc. de la UMCH. El contexto óptimo es un contexto resonante[2], es decir, un ambiente tal que las personas que lo integran —directivos, docentes, personal administrativo, personal de servicio, estudiantes, padres, etc. — dan lo mejor de sí mismas.

La educación integral se consigue viviendo experiencias significativas y transformadoras en contextos resonantes; es la unión del saber, el saber hacer, el saber vivir con otros y el saber ser persona, todo en una unidad sinérgica y coherente. Implica no solo el dominio cognitivo de los saberes sino también el manejo del mundo afectivo-emocional. Educar es, en frase de Zubiri (2004), “desarrollar en la persona una inteligencia sintiente y un corazón inteligente”. Se trata de desarrollar habilidades cognitivas y emocionales —capacidades-destrezas y valores-actitudes— que permitan al estudiante aprender durante toda la vida, ser un profesional al servicio de la sociedad y desarrollar una biografía feliz.

Jungmann (1939, p. 20) define la educación como “la introducción del hombre en la realidad total”; para este autor, educar es hacer que los estudiantes aprendan a buscar la verdad, el bien y la belleza y su significado profundo; la educación hoy debe ofrecer una hipótesis de explicación sobre la vida para salir del relativismo imperante. Para que una educación sea integral y liberadora de la persona, es necesario no olvidar la dimensión trascendente, pues la trascendencia es una dimensión tan real como la inmanente y por eso “educar es introducir al ser humano en la realidad total”; esta educación trascendente ayuda a responder las preguntas sobre el sentido de la vida. He aquí el corazón del desarrollo armonioso e integral de la persona. La relevancia de algo depende si da respuesta a su misión.

¿Qué tipo de persona ha producido la universidad del Perú?

Viendo algunos personajes de la vida política o profesional del Perú podríamos decir que hay algunas universidades que son:

ü  Instituciones del jirón Azángaro, pero con reconocimiento oficial.

ü  Instituciones de las que egresan estudiantes que no saben leer, ni escribir, ni mantener un discurso coherente y mínimamente lógico.

ü  Instituciones en las que el plagio es la práctica habitual, el robo y el saqueo del país es su programa, la mentira es su consigna y echar la culpa a los demás es su estrategia. Todo ello utilizando en su discurso una serie de conceptos abstractos y reiterativos para engañar a los ignorantes, que son muchos.

Un estudiante afirmaba: “La universidad es como una máquina expendedora de títulos. Tú vienes aquí a conseguir un título, pagas, pasas un tiempo determinado y te lo dan”. ¿De dónde han salido tantos personajes públicos prontuariados que gobiernan nuestro país?  

La universidad les ha proporcionado las herramientas culturales para hacer todo esto. Teodoro Roosevelt dijo: “Un ignorante sin valores es capaz de asaltar un vagón de mercancías; pero una persona cultivada intelectualmente y sin valores es capaz de asaltar el tren entero”, pero de tal forma que no sea atrapado por la policía.

No olvidemos que los que diseñaron la barbarie de los campos de concentración comunista en Rusia (Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn), los jemeres rojos en Camboya y los campos de concentración nazis (Auschwitz, Dachau) eran gente ilustrada. Los que ahora diseñan el sometimiento de pueblos por regímenes totalitarios son personas con estudios o asesorados por personas ilustradas.

Estoy totalmente de acuerdo con Gardner (2008): “La educación es, necesariamente, una cuestión de valores y de desarrollo personal. Me gustaría que esta frase estuviera en la oficina de todo responsable de política educativa”.

¿Queremos esto para nuestra universidad?

4.2. Visión de la UMCH. Ser referente educativo por la calidad de su propuesta académico-profesional, por la relevancia de sus investigaciones y el desarrollo de una cultura de servicio y compromiso social.

Nuestras ideas sobre cómo ocurre el aprendizaje debe estar en constante cambio dando respuesta a los nuevos conocimientos y a las demandas de la sociedad en el campo profesional, pues como dice Senge (1990/2006):

[Las instituciones de aprendizaje deben ser] … instituciones en las que las personas desarrollan sus capacidades, […] son lugares donde se cultivan nuevos patrones de pensamiento, donde se deja libre la iniciativa personal y las aspiraciones colectivas y en los que las personas aprenden a ver el mundo de forma integral (Senge, 1990/2006, p. 3).

Aunque, idealmente, las escuelas-universidades deberían proporcionar una educación que prepara para la vida a los estudiantes para el momento presente y el futuro, la realidad, es que los sistemas educativos, por lo general, tiene tanta inercia que proporcionan aprendizajes para un mundo que ya desapareció hace años. Se olvidan que si educamos a los estudiantes de hoy como fuimos educados nosotros hace años, les estamos robando su futuro, pues les estaremos preparando para un mundo que ya no existe.

“Los estudiantes deben ser educados no de acuerdo con el estado presente del género humano, sino de acuerdo con el posible y mejor estado futuro, es decir: según la idea de la humanidad y todo su destino. Este principio es de gran importancia. Pero sería mejor que los educaran para que así se produjera un estado futuro mejor” (Kant, 2009, nº 15).

Para ello se necesitan maestros que sean peritos en el arte de educar y piratas aventureros en búsqueda de los tesoros escondidos, pues en cada ser humano hay grandeza.

Se define al perito como aquel que tiene experiencia y práctica de algo. Especialista en determinada materia. Es sinónimo de sabio, experto, versado en alguna ciencia, disciplina, arte u oficio, etc. De la raíz indoeuropea perito proviene la de “pirata”.

El pirata (verbo: peirao-peiratés) que significa “ir a la aventura”, “probar fortuna”; en consecuencia, un pirata es un aventurero, un asaltador de barcos y de ciudades.

¿Y cómo son los piratas?

ü  Los piratas son osados, aventureros y dispuestos a partir hacia territorios desconocidos, sin ninguna garantía de éxito.

ü  El pirata es un “buscador de tesoros”. El maestro pirata busca “tesoros escondidos” en sus estudiantes, pues sabe que “en todo ser humano hay grandeza”. Lo importante es

ü  descubrirla y esa es la tarea del profesor.

ü  Los piratas rechazan el statu quo y se oponen a adaptarse a todo lo que detenga su creatividad e independencia.

ü  Los piratas son independientes, pero aceptan viajar con una tripulación formada por miembros diferentes y a veces tan problemáticos como ellos mismos.

ü  A los piratas no les importa mucho la opinión de los demás; ellos enarbolan con orgullo su pabellón y sus convicciones (Burgess, 2019, p. 12).

ü  Sigue las consignas de la revolución de mayo del 68: “Arriesga tus pasos por los caminos que nadie pisó y arriesga tu cabeza con pensamientos que nadie pensó”. “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.

Yo creo que los docentes del siglo XXI deben tener un poco de peritos y mucho de piratas, para saberse mover en este mundo de la incertidumbre, pues la educación es un arte con fundamento científico. El verdadero maestro debe ser “un pirata de la educación y del aprendizaje”. El oficio de educar tiene tanto de perito como de pirata, pues es una ciencia y un arte.

5. Valores de la UMCH

López Quintás (2004) afrima que

“los mayores peligros en la sociedad actual proceden del error de considerar como un progreso el rebajar la calidad ética del hombre y tomar el permisivismo anárquico como signo de magnanimidad liberal y de tolerancia. Se olvida que el único progreso auténtico acontece cuando personas y pueblos saben responder a la invitación de la realidad a asumir activamente los grandes valores. El hombre responsable se halla en el buen camino porque se atiene a las exigencias de la realidad, tal como ésta se nos muestra en su plenitud de implicaciones, es decir, en su verdad plena” (p. 42).

En los inicios del siglo XXI el objetivo de los profesores universitarios ha sido pasar de una enseñanza basada en contenidos a una enseñanza basada en competencias, que permita que los estudiantes, además de adquirir conocimientos, saber hacer, saber ser y estar y convivir de una manera adecuada al contexto en el que viven (Delors, 1996).

Hacer al hombre un ser humano a través de la educación supone incorporar en los contenidos del proceso educativo, valores sociales y ambientales que articulen a la persona con su entorno. Realizar el valor de educar exige que la persona-comunidad, esté por encima de todo, porque no hay “un yo” sin un “los otros”, siendo la existencia, la búsqueda de la verdad y la lectura y mejora del mundo, todos juntos (Vaquera, 2018).

5.1. ¿Qué es un valor?

Un valor es una cualidad de los objetos, personas o situaciones que los hacen ser deseados y apetecibles y ante los cuales los seres humanos no pueden permanecer indiferentes. Un valor, en teoría, es el nombre que se da a algo que se considera valioso, y que existe encarnado por una situación, un objeto o una persona y se refiere a la verdad, el bien o la belleza. Según Max Scheler, los valores se captan con “la óptica del corazón”. Los valores tienen un componente afectivo, un componente comportamental y un componente cognitivo.

La actitud es la predisposición que tiene una persona para ser motivado en relación con un objeto, una idea, una situación, una ideología, otra persona. Su componente principal es el afectivo. Un conjunto de actitudes vividas e interiorizadas indican que un valor ha sido asumido por el sujeto en mayor o menor grado.

Mora (2014, p. 76) dice que las emociones y los sentimientos son el origen, el encendido del motor de la conducta humana. Los sentimientos y las emociones son la cara y la cruz, la luz y la sombra de lo que el hombre es y hace. Son el cielo y el infierno de nuestra conducta con los demás seres humanos (Mora, 2008).

Valores de la UMCH

5.1.1. Primacía de la persona

La Universidad Marcelino Champagnat encuentra en la persona humana el sentido de su ser y quehacer. Reconoce el valor de todos los miembros de su institución y procura su desarrollo. El desarrollo de la persona es considerado como fin en sí mismo y nunca como un medio —imperativo categórico de Kant)—. Considera a los estudiantes protagonistas de su propia formación y cultiva en ellos la autonomía, la autoestima y la participación activa en el proceso de aprendizaje-enseñanza.

Inspirados en la tradición pedagógica marista, asumimos un modelo educativo humanista, fundamentado en una genuina e intencionada antropología cristiana. Cuida no solo la formación intelectual de las personas sino su desarrollo integral: físico, psicológico, moral y espiritual.

Si me preguntaran: ¿Qué cualidad destacaría en un buen docente o en un buen directivo marista? Sin dudar diría, en primer lugar, la empatía —ponerme en el lugar del otro y las circunstancias del otro—. “Nunca comprenderemos del todo a la otra persona, mientras no hayamos andado en sus babuchas muchos kilómetros por el desierto de su vida”, dice un proverbio árabe. La empatía permite captar las emociones de los protagonistas del trabajo que realizamos —directivos, docentes, personal administrativo, personal de limpieza, estudiantes, etc.—.

 

5.1.2. Mística del servicio

El papa Francisco al hablar de servicio ha dicho: “El verdadero poder es el servicio”. La UMCH propone en su lema el círculo virtuoso de: saber, ser, servir. “Saber” más, para “ser” mejor persona, y, de esa manera, poder “servir” mejor a los demás. El ir sentado en el volante no implica que tengas el derecho de atropellar a la gente. La verdadera autoridad es servicio, pero un servicio con carisma.

Cada integrante de la comunidad se constituye así en hombre o mujer “para los demás” y “con los demás” mediante el cultivo del trabajo en equipo, del servicio y del compromiso con los otros.

La palabra puede ser convincente, pero es más convincente el ejemplo y el compromiso con el cambio y la mejora. La palabra tiene que ser verdadera, pero tiene que ser mejor quien la pronuncia. Por ello la franqueza, transparencia y sinceridad son cualidades indispensables.

En el libro El asiento del alma, de Gary Zukav, (2008) se dice que “la verdadera evolución del ser humano no viene de los avances tecnológicos, sino de la evolución de la conciencia y del deseo desinteresado de ayudar a los demás”.

Se trata de proporcionar una educación en el servicio, por el servicio y el ejemplo, pues educar y evangelizar es formarse en el servicio a través del servicio. El primer acto de evangelización requiere el testimonio silencioso de la acción. Es una educación para la solidaridad y la responsabilidad. Somos creados no solo para vivir con los demás, sino también para servir a los demás. Y es, precisamente, esta disposición de estar al servicio de los otros lo que logra la plena realización de la humanidad que nos es común a todos. Nuestra forma de guiarnos unos con otros, en una actitud acogedora y abierta, creará las condiciones adecuadas para que los jóvenes, a su vez, desarrollen tales actitudes. “Tenemos que entender que la coherencia de la vida no significa perfección, sino transparencia y autenticidad” (Hermano Ernesto Sánchez, superior general en Circular Hogares de luz, p. 94).

Un ejemplo:

Un alto responsable de educación en el Reino Unido lo primero que hizo al comenzar su trabajo fue realizar cientos de llamadas telefónicas a todos los líderes principales de educación del país con un simple mensaje: “Hola, soy fulano de tal, acabo de asumir el cargo de director. ¿En qué puedo ayudarte?”. Esta actitud le garantizó el éxito de los diversos programas de formación que implementó (Fullan, 2011).

En nuestro caso concreto podríamos expresarlo así:

ü  Postura del directivo respecto al docente: ¿Qué necesitas? ¿En qué puedo ayudarte?

ü  Postura del docente respecto del directivo tendría debería ser: ¡Ayúdame a hacerlo yo solo y con mis colegas, pero con calidad!

Recordemos que el docente es el principal recurso didáctico de una institución educativa. Si agregamos un tono de voz agradable, cálida y alegre, con optimismo, en el trato, esto atrae la atención y produce un reforzamiento positivo. ¡Lo afectivo es lo efectivo!, dice la Psicología.

5.1.3. Cultivo de la fraternidad

La misión que Marcelino Champagnat dio a los primeros hermanos, fue formar “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, y esta misma misión sigue siendo hoy, —y más que nunca—, nuestra misión como educadores maristas.

Sí, “formar buenos cristianos y honrados ciudadanos”, es un desafío para nuestro siglo. Este doble fin de la educación marista se enmarca en el hecho antropológico que es la fraternidad universal, que viene del hecho teológico fundamental de que todos somos hijos del mismo Padre, independientemente de nuestras diferencias culturales, costumbres, creencias reli­giosas o sociales. Una fraternidad original que es más una cuestión de la identidad objetiva de la raza humana y de toda la creación, que de un deber moral. A partir de ahí, las dos acciones de formar buenos cris­tianos y virtuosos ciudadanos se entrelazan y se vuelven inseparables para una educación integral de la persona (Mensaje de la Comisión Internacional de Misión marista).

Lévinas (2007) afirma que saber convivir es un hecho inherente al vivir humano, y que las relaciones del ser humano son complejas tanto en el sentido de relaciones consigo mismo como las relaciones con otras personas. Se refiere a vivir con personas de diferentes grupos sociales, étnicos, religiosos y culturales de que está compuesta la sociedad. Reconocer y valorar las distintas culturas es un imperativo ético inherente al respeto a la dignidad de toda persona humana.

Toda persona, a lo largo de la vida, tiene que mirar en cuatro direcciones: a) Delante para saber a dónde se dirige. b) Detrás, para recordar de dónde viene. c) Debajo para no pisar va nadie. e) A los lados para ver con quien lo acompaña en todo momento.

La paradoja es que la globalización, que tenía que haber hecho a los hombres más humanos y con mejor calidad de vida, no los ha hecho más fra­ternos. La pandemia del COVID-19, que ha afectado al planeta durante casi dos años, podría tener el efecto de aumentar las tentaciones de replegarse cada uno sobre sí mismo y volverse egoísta.

  El papa Francisco nos urge a sentir “la necesidad de descubrir y transmitir lo “místico de vivir juntos”, mezclarse, reunirse, abrazarnos, apoyarnos unos a otros, participar en esta marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de hermandad, una caravana solidaria...” (Evangeli Gaudium, 2013, 87). La fraternidad privilegia la vivencia de un auténtico “espíritu de familia” manifestado en relaciones interpersonales humanizadoras, actitud dialógica, cercanía, proximidad y cooperación con los estudiantes.

Aceptar y acoger al otro como diferente y complementario, valora la construcción colectiva, la ayuda mutua, la tolerancia y el perdón. La fraternidad es fuente de entusiasmo, de alegría y de vida. Y todo esto dentro de la sencillez en el trato que es lo que nos debe caracterizar como maristas.

Kluger (2008) habla de la “simplejidad” que se basa en “la sencillez”, en la transparencia y la verdad desnuda: Conocer la realidad, tomar decisiones y ejecutarlas. Preguntarse: ¿Por qué cosas simples comienzan a ser más complejas y cómo las cosas complejas pueden llegar a ser más simples?

Alguien dijo que la burocracia es el arte de convertir lo fácil en difícil por medio de lo inútil. Trasladado este pensamiento a la educación, sería constatar, cómo muchos procedimientos administrativos, se convierten en ladrones de un tiempo precioso, sin aportar nada útil a la tarea de educar. Hay que reconocer que hay procedimientos que hay que seguir, pues son indispensables, pero como medios y nunca como fines en sí mismos. El “justo medio” es lo óptimo.

Hemos descubierto que existe una tendencia natural a que los líderes hagan un exceso de planificación “en el papel”. Pero está comprobado que: “El tamaño y la belleza de la planificación de una Institución Educativa están inversamente relacionados con la calidad de las acciones programadas y el impacto en el aprendizaje de los alumnos” (Doug Reeves, 2009, p. 81).

5.1. 4. Horizonte ético

“La educación será ineficaz, y sus esfuerzos serán inútiles, si no trata de difundir un nuevo paradigma sobre el ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza” (Laudato Sí, 2015, 215). El proyecto formativo que brinda la universidad, tiene que tener, como punto de partida y horizonte, la respuesta ética de cada uno de los miembros de su comunidad.

Como rasgo de su identidad, la universidad tiene que promover el cultivo de valores sociales e individuales: la verdad, el bien y la belleza; la honestidad y la sencillez en el actuar; la búsqueda del bien común por encima de los intereses individuales; el fomento de la solidaridad; el respeto a las personas, a sus creencias y la defensa de los derechos humanos. En todo esto se sitúa como fondo esta idea: en su modo de interactuar con los estudiantes el profesor es consciente de que se enseña más por lo que hace que por lo que dice.

Vicente Del Bosque, acababa de ser elegido el mejor entrenador del mundo en el mundial del 2010 y un periodista le preguntó qué era lo que le preocupaba en la vida.

Dijo:

“Intentar que mis hijos sean “majos”[3]. No digo que sean unos estudiantes excelentes, unos profesionales de éxito, no. Digo que de ellos se pueda decir que son buena gente, respetuosos y solidarios. Esa es mi preocupación máxima. No tengo otra”.

La ética está relacionada con el sentido trascendente y la espiritualidad, que es la necesidad del ser humano de estar conectado con lo divino y manifestarlo en su vida diaria. Todos tenemos necesidad de trascender, de hacer cosas por los demás, de dejar huella. Si no satisfacemos nuestra necesidad de trascender, se nos genera un vacío existencial. Todos los seres humanos vienen a esta vida con un propósito que es importante descubrir. La valoración de uno mismo es el punto de partida en la búsqueda del sentido (Frankl, 2010). Para ello propone:

·         Vivir la vida con sentido. Le damos sentido a la vida respondiendo las preguntas que la misma vida nos hace. La vida le plantea a cada persona un desafío y la persona solo puede responder con su propia vida. Lo que uno espera de la vida importa poco; lo que importa es lo que la vida espera de uno.

·         Llenar el día a día de actos de bondad. La bondad tiene un objetivo y los cientos de pequeños actos de bondad que tenemos la oportunidad de hacer cada día están llenos de significado.

·         Salir de uno mismo. Encontramos el verdadero sentido cuando trascendemos nuestros propios límites y necesidades. Cuanto más se olvida de sí una persona, y con más entusiasmo y pasión se da a una buena causa o a otras personas, más humana es y más crece personalmente.

Sentir el dolor de los demás. Tener empatía con el dolor de los demás, incluso si no es una tragedia en la perspectiva global de la vida. “Hay algo peor que un corazón perverso, es un corazón indiferente”, decía Charles-Pierre Péguy.

·        Podemos cambiar incluso cuando la vida es difícil. Podemos crear una vida significativa y llena de sentido, amor y propósito aún en las peores situaciones y contextos de la vida.

5.1.5. Proyecto evangelizador

Champagnat decía (Furet, 1955):

Si nos limitáramos a enseñar las ciencias profanas, no tendrían razón de ser los Hermanos; eso ya lo hacen los maestros. Si sólo nos propusiéramos la instrucción religiosa, nos limitaríamos a ser simples catequistas […]. No, nuestro propósito es […] darle a conocer su deber y enseñarle a cumplirlo; inculcarle (…) las virtudes del cristiano y del honrado ciudadano. Para conseguirlo, hemos de ser auténticos educadores, conviviendo con los niños el mayor tiempo posible (p. 547).

Como Universidad de inspiración cristiana y católica, proponemos —dentro del más irrestricto respeto a la libertad de las personas— la Buena Noticia de Jesús, como parte sustantiva de un proyecto educativo integral, inspirado en una visión humanista-cristiana de la persona humana y de su desarrollo.

El proyecto evangelizador va unido a un compromiso auténtico por transformar las estructuras injustas y deshumanizadoras. Por consiguiente, tiene como tarea primordial la integración existencial de fe, cultura y la vida.

Creemos en un concepto de educación integral e inclusiva que no quiere limitarse al aula, sino que abarca una variedad de experiencias de vida, pro­cesos de aprendizaje y tiempos educativos y pastorales para acoger al otro, con su diferencia, ya sea cultural, social, étnica, religiosa o de género, con el fin de “descubrir en él, el esplendor de la imagen de Dios” (Papa Francisco, Exhortación apostólica postsinodal, Christus vivit, 165).

Nuestra tarea educativa no es sólo una profesión, es una vocación.

Un profesor es “el que te enseña” y un maestro es “del que aprendes”, decía un estudiante. Y es que cuando alguien deposita en otro su confianza es como si le diera alas para volar. Ahí está la diferencia. No se trata de un proceso unidireccional. Los jóvenes también nos inspiran y nos evangelizan y nosotros les evangelizamos a ellos. Su confianza en nosotros, su energía, fuerza, honestidad y búsqueda, su bondad, su fe nos conmueven y alientan nuestra propia fe.  

  Docente y educador no son sinónimos. Son conceptos que se complementan. El docente puede o no tener vocación de educador, puede contentarse con transmitir conocimientos, puede vivir de su docencia, puede comerciar con ella. No así el educador, quien es consciente de que siembra semillas que deberán fructificar a su tiempo, para convertirse en normas de vida y en caminos de libertad. En ese sentido, Ramos (2004, p. 58), manifiesta que “el educador en su quehacer diario tiene el deber de estimular, configurar y ser modelo que imitar”. El papa Pablo VI (1975) nos recordaba que "los hombres y las mujeres de hoy escuchan mejor a los testigos que a los maestros y si escuchan a los maestros es porque son testigos" (41).

5.1.6. Cultivo de la excelencia, el esfuerzo y el trabajo bien hecho

El cardenal Henry Newman (siglo XIX) —fundador y rector de la Universidad de Dublin— afirma que la universidad es un lugar en el que se enseña el conocimiento universal y es un deber fundamental de esta institución cumplir su tarea de una manera excelente. Esto implica que debe comprometerse en formar profesionales competentes, con elevado espíritu crítico y creativo, capaces de desenvolverse en la sociedad como profesionales que contribuyen a la solución de los problemas de la sociedad en la que viven.

Es una de las características de la educación marista de todos los tiempos. “A través de una pedagogía del esfuerzo, tratamos de que los jóvenes adquieran un carácter y una voluntad firmes, una conciencia moral equilibrada y valores sólidos en los que se fundamente su vida” (MEM, 116).

La excelencia se basa en una filosofía de la calidad, entendida como el compromiso por la mejora continua de las personas, los procesos y los productos, en todos los ámbitos de la vida universitaria: la docencia, el aprendizaje, la investigación, la prestación de servicios, la gestión y el ámbito institucional. Está permanentemente atenta a las capacidades personales y grupales de los estudiantes, y a las interpelaciones de nuestra sociedad. 

Calzadilla (2005) plantea que la sociedad demanda, con más fuerza a las Universidades, la formación de profesionales competentes; del mismo modo, la calidad en la formación del profesional depende no solo de los conocimientos y habilidades que desarrolle en el currículum universitario, sino también de los intereses y valores que regulan su actuación profesional.

Una corriente educativa que elimina el esfuerzo, el autodominio, la regulación personal en el aprendizaje, etc. –el hedonismo pedagógico— no es educación; es dejar al estudiante abandonado “a su libre desarrollo”. Esta forma de educar –deseducar, digo yo— confunde lo que el estudiante quiere con lo que el estudiante necesita; falta la distinción entre deseos

y necesidades, y de esa forma el proceso educativo queda a merced de las veleidades del capricho. Al estudiante se le pide esfuerzo para conseguir algo que considera valioso.

Preguntémonos: ¿Se ha conseguido algo en la vida, que sea valioso, sin esfuerzo?

 
5.1.7. Visión emprendedora y promoción del liderazgo

“¿Qué es una universidad sino un centro inspirador y innovador para aquellos que quieren crear? Crear conocimiento, tener experiencias, adquirir cultura, experimentar, crear prototipos, proponer ideas e ideales. Crear para transformar y inspirar, además de educar, insuflar vida y abrir espacio para la sensibilidad que nos habita a todos. Esa es la genuina excelencia deseada por la sociedad y que debe ser impulsada por la universidad” (Evilazio Teixeira, rector de la PUCRS, Porto Alegre, Brasil, 2022).

Se trata de formar profesionales con visión de futuro, capaces de percibir, entender, anticipar y promover el cambio. Cultivar un liderazgo participativo, con pensamiento crítico, innovador, que asuma riesgos como formas de generar respuestas creativas a los desafíos de una realidad en permanente transformación.

Para que la sociedad progrese de forma integral hay que desarrollar talentos honestos y comprometidos con la sociedad. Las grandes empresas se instalan allí donde hay talentos. Hoy estamos ante un sunami tecnológico. La utilización adecuada de las tecnologías permite investigar y crear empresas con valor económico y social, empresas startups que por su naturaleza tienen que ser disruptivas. A veces no es necesario utilizar la tecnología, basta con cambiar la manera de hacer. Hay que hacer las cosas no solo con calidad sino con relevancia de lo que hacemos. Para ello se necesita conocimientos, creatividad y coraje, pues la innovación no ocurre en la zona de confort, ocurre en la zona de riesgo y para ello hay que tener el coraje y la energía de saltar de un sitio a otro.

“La educación es un acto de esperanza” (papa Francisco) pues lo que hace el cambio son las personas que educamos; personas con liderazgo y con visión de futuro. Se trata de educar a nuestros estudiantes para que puedan cambiar el mundo y con su emprendimiento poner a disposición de los demás lo que la educación les dio. Solo el 20% de la población mundial son estudiantes, pero son el 100% de la esperanza del mundo, pues la educación no cambia el mundo, pero prepara personas que pueden cambiar el mundo.

He ahí, resumida, la mística del círculo virtuoso de la UMCH: ayudar a cambiar el mundo con nuestros valores maristas.

Les formulo esta pregunta: Entre la excelencia de nuestra misión y la crudeza del mercado de la educación, ¿cómo salvaguardar nuestros valores y nuestra misión?

6. ¿Qué habilidades definen al profesional del siglo XXI?

Hoy se habla de los entornos expresados por el acrónimo BANI (brittle, anxious, non-linear, incomprehensible), —en español FANI: frágil, ansioso, no lineal, incomprensible—. Quiere decir que las situaciones que vivimos no solo son difíciles de predecir y comprender, sino que son caóticas, impredecibles e incomprensibles. El mundo experimenta cambios sociales, políticos, tecnológicos y económicos constantes y acelerados, algo que se ve reflejado en nuestro día a día y también en el mundo del trabajo, donde cada vez se demandan nuevos perfiles asociados a unas competencias profesionales específicas.

Actualmente, los nuevos profesionales deben reunir una serie de características, habilidades y experiencias —competencias— para realizarse como personas, desarrollando una biografía feliz y para conseguir una oportunidad en el mercado laboral que les permita el desarrollar su conocimiento y talento. Proponemos algunas características que consideramos esenciales:

·         Valores sociales. Las competencias que tendrán gran importancia son aquellas que están ligadas a valores como la ética, la fidelidad y el juego limpio.

·         Habilidades internacionales. La globalización hace que se trabaje con profesionales de muchos países y con distintos idiomas. De ahí, la necesidad de hablar al menos un idioma adicional.

·         Capacidad de emprendimiento e innovación. Emprender proyectos empieza a ser ya una realidad, por eso es necesario tener la capacidad de imaginar el futuro, innovar y aportar, son acciones que cada vez toman más valor.

·         Comunicación y habilidades sociales tanto a nivel escrito como a nivel oral. Cuando se domina esta habilidad, la persona adquiere confianza y el mensaje llega con mayor claridad al receptor. Hoy en día es de gran importancia saber comunicarse a través de las redes sociales.

·         Ser líder y motivar a hacer a los demás con el ejemplo y la gestión de las emociones.

·         Trabajo de forma remota. La tendencia al teletrabajo es cada vez mayor, por ello la capacidad de colaborar, gestionar y negociar con equipos virtuales es muy importante.

·         Resiliencia. Es la capacidad de asumir el fracaso y reponerse rápidamente del mismo.

·         Resiliencia. Es la capacidad de asumir el fracaso y reponerse rápidamente del mismo.

·         Una habilidad que cobra cada vez más importancia por la situación de constante cambio e incertidumbre en la que nos encontramos.

·         Trabajo en equipo. Ser capaz de poner en común, recursos, conocimientos, opiniones, ideas, soluciones… hace que aumenten las posibilidades de éxito. Las empresas promueven formas de trabajo cada vez más colaborativas porque son conscientes de las ventajas del trabajo en equipo para la resolución de problemas

·         Gestión de la propia imagen. Tener una marca personal de referencia en su sector. Esta será otra de las habilidades necesarias para encontrar empleo, incentivada por la alta tasa de desempleo y la brecha educativa, que generan una mayor competencia a la hora de buscar trabajo.

·         Flexibilidad y adaptación al cambio. En un mercado cambiante y en el que las empresas gestionan nuevos proyectos continuamente, es importante que el trabajador sea capaz de adaptarse a cada contexto y situación.

·         Aprendizaje constante y curiosidad para formularse preguntas. Estar en fase beta[4] permanente, aprendiendo siempre y reinventándose. Además, es importante tener entornos personales de aprendizaje en constante crecimiento (Cext-Ciudadanía Exterior, 2018).

Estos profesionales estamos llamados a formar en la UMCH. ¿Lo hacemos?

7. Una propuesta para pensar

Los estudiantes están llamados a conseguir una educación que armonice la excelencia del desarrollo humanístico y cultural con la formación profesional especializada. Dicho desarrollo debe ser tal que se sientan animados a continuar la búsqueda de la verdad y de su significado durante toda la vida, dado que “es preciso que el espíritu humano desarrolle la capacidad de admiración, de intuición, de contemplación y llegue a ser capaz de formarse un juicio personal y de cultivar el sentido religioso, moral y social, (Gaudium et spes, 59, y Juan Pablo II, Ex Ecclesiae corde, 23).

El que fuera rector de la Pontificia Universidad Católica de Paraná, PUCPR, (Curitiba, Brasil) Ir. Clemente Juliato, escribió:

            En los contactos que tengo con los universitarios siempre los reto a que, el día de su graduación, puedan hacerse acreedores a dos diplomas: uno al título profesional en el área específica de los estudios de su carrera y el otro al diploma de ser “buena persona”. Ambos diplomas no son un regalo, deben obtenerse por mérito. El primero certifica que aprendió las lecciones de ciencia básica y el segundo acreditan que aprendió importantes lecciones de la vida. (Juliatto[5], 2006).

Siguiendo las enseñanzas de Champagnat como educadores queremos formar buenas personas y buenos profesionales. Estamos en la cuarta revolución industrial y el mundo cambia con suma rapidez y nos trae nuevos desafíos que, a veces, son difíciles de comprender. La universidad debe educar globalmente para ayudar a los estudiantes a actuar localmente (lo glocal). Hoy se habla en el mundo académico de la formación integral –se dice que hay que desarrollar hard y soft skills—. El flujo de interacciones entre la enseñanza, la investigación y el compromiso social deben mantenerse vivos en el corazón de nuestra universidad. Se trata de difundir valores humanístico-cristianos que estén presentes tanto en las actividades curriculares como extracurriculares ofrecidas a la comunidad.

La persona y su desarrollo integral es el valor más importante y para ello hay que formar la mente, el corazón y las manos. En una universidad marista debemos añadir el legado espiritual y el sentido trascendente de la vida.

Si hablamos de educación integral, no creen que sería bueno que se instituyera, como algo habitual, conceder el día de la graduación dos diplomas, el primero, diploma de ser buena persona y el segundo, de ser buen profesional; es un gesto y un compromiso para la UMCH y para los estudiantes. 

¿Qué atributos de identidad marista permitirían acceder al diploma de buena persona? La vivencia de los valores que propone la UMCH. Los atributos buscan ser referentes para sensibilizar a los estudiantes a cultivar ciertos valores humanos y cristianos —recordemos todos los valores auténticamente humanos, son valores cristianos— y de esa manera se hagan acreedores de este diploma de “buena persona”.

¿Qué opinan de la propuesta?

Sería un signo, un distintivo claro de nuestra universidad, que nos comprometería como educadores y como institución de excelencia educativa. No se trata solo de firmar un compromiso ético, como hacen en otras universidades de prestigio con el que juran respetar los valores de integridad académica —Harvard—, sino de vivir los valores aprendidos en la UMCH en la vida y la profesión.

La Pastoral universitaria tendrá que realizar todo un programa de información, motivación, formación y seguimiento de los estudiantes a través de todos los años que dura la carrera universitaria para que conozcan los atributos de identidad para llegar a ser una “buena persona”. Tendrán que conocer los valores de la universidad y su forma de vivirlos a través de acciones concretas (Martins Zeraik, et al., 2022).

Se trata de iniciar un proceso de:

·         Identificación con los valores de la universidad (conocerlos y reflexionarlos)

·         Invitación a vivirlos de manera concreta.

·         Participar en proyectos y acciones concretas que visibilicen la vivencia de los valores

·         Dar a los estudiantes soporte cognitivo, social y emocional para la realización de lo indicado antes.

Lo que queremos es transformar el mundo, construir una nueva sociedad

¿Qué les parece? Hoy mucha “tierra prometida” si caminamos juntos como familia global. Solo quien mira el futuro con esperanza, progresa.

8. Aprendizaje a través de la solidaridad y del servicio

Ser ciudadano del mundo y cristiano, es ser solidaria y éticamente res­ponsable. Es participar en la solución de problemas relacionados con el bien común y el cuidado de la creación, en comunidades vecinas o más distantes. La solidaridad impone responsabilidad. Sentirse responsables el uno del otro. Para educar en solidaridad y responsabilidad, debemos facilitar el surgimiento y el creci­miento de un liderazgo juvenil, fomentando la participación de los jóvenes. Dar voz a los niños y jóvenes e implementar los procesos e iniciativas que les permitan asumir responsabilidades. Formularse la doble pregunta: ¿Qué mundo queremos dejar a nuestros niños y jóvenes? Y ¿qué niños y jóvenes queremos dejar a nuestro mundo?

En febrero del 2015 se celebró en el Vaticano un Congreso Mundial (Scholas Occurrentes). En este Congreso se habló del paradigma del servicio en las escuelas. Frente a la escuela mercantil y de la utilidad, se presenta las “escuela del servicio”. El MEM (1998) dice: Educamos en la solidaridad, sobre todo acogiendo en la misma escuela a jóvenes de diferentes contextos sociales y religiosos, así como a estudiantes desfavorecidos y marginados” (152).

Se aprende a servir sirviendo y siendo solidarios con los que más lo necesitan. “[…] Ya no es posible formar a simples especialistas, tecnócratas incapaces de pensar la complejidad, encerrados en sus certezas e insensibles a la vida y a los sufrimientos del prójimo” (Morin, 2006, p. 12).

8.1. Escuela de servicio pone en el centro de la propuesta educativa el concepto de “servicio a la comunidad”. El servicio entendido desde la lógica de la gratuidad, del don y de la

responsabilidad, para contribuir al bien común. Trabajar por el bien de la propia comunidad es la mejor manera de trabajar para el propio crecimiento personal. Un educador responsable, cristiano o no, no puede ser un hombre que mira la historia y la realidad del mundo como un simple espectador. Tiene que comprometerse en su transformación y mejora.

La educación actual por capacidades, valores y competencias tiene por fin contribuir a la formación de ciudadanos con principios éticos, comprometidos en la construcción de la paz, de la defensa de los derechos humanos y de la democracia. Es la formación integral de los estudiantes. Es educar en la búsqueda de la verdad, para una libertad responsable y para una solidaridad efectiva. Champagnat lo expresa así: “Formar buenos cristianos y honrados ciudadanos”.

El asumir un enfoque pedagógico basado en el servicio a la comunidad se enmarca en el Paradigma Sociocognitivo-humanista que nosotros proponemos y hace explícita la propuesta educativa de desarrollo de capacidades y valores; pues hace posible la adquisición del auténtico aprendizaje, al margen del solo aprendizaje académico, pues pone al estudiante ante una realidad desafiante y le prepara para vivir en el mundo que quiere transformar.

El aprendizaje a través del servicio (APS) es un programa educativo que posibilita el desarrollo integral del estudiante en sus aspectos cognitivo, emocional, social y trascendente. Desarrolla el saber, el saber hacer, el aprender a vivir con los demás y el ser persona. Es una forma de aprender por experiencia, en la que los estudiantes aprenden haciendo tareas reales, que tienen resultados también reales y que les permiten reflexionar y tomar conciencia de lo que han hecho.

El objetivo es favorecer la educación integral. Se trata de aprender a través de la acción y del compromiso personal.

El programa (APS) implica la realización, por parte de los estudiantes, de un conjunto de actividades no académicas al mismo tiempo que estudian las disciplinas del currículum. Son actividades de aprendizaje basadas en la experiencia y en la acción, realizando aprendizajes significativos, autorregulados y colaborativos.

8.2. ¿Cuál es la estructura del programa APS?

Como hemos indicado, un programa APS pretende el desarrollo de aprendizajes a través de la acción y el servicio.

·        Acción: Son actividades que contribuyen a un estilo de vida sano y saludable e implican un esfuerzo físico, como pueden ser el ejercicio en un deporte individual o en equipo, expediciones de exploración, danza, actividades al aire libre, entrenamiento físico y cualquier otra forma de esfuerzo físico que contribuya de manera intencionada a un estilo de vida saludable.

·        Servicio: Es la realización de actividades sociales en la comunidad, en respuesta a una necesidad real. Es el modelo de aprendizaje-servicio. A través del servicio, los estudiantes aplican y desarrollan habilidades personales y sociales en situaciones reales que requieren toma de decisiones, resolución de problemas, iniciativa y responsabilidad en sus acciones.

El aprendizaje a través del servicio supone la adquisición y la aplicación de conocimientos y habilidades y actitudes para satisfacer una necesidad comunitaria concreta. En este enfoque, basado en la indagación, los estudiantes emprenden iniciativas de servicio, a menudo relacionadas con temas estudiados en el currículum, utilizando capacidades-destrezas y valores-actitudes desarrollados en las distintas asignaturas.

El aprendizaje a través del servicio posibilita a los estudiantes participar en actividades locales, nacionales e internacionales de manera individual y en equipo, y contribuye a su desarrollo personal, interpersonal, social y cívico. Puede ser una experiencia estimulante a la vez que un de descubrimiento personal. Posibilita  comprometerse con causas justas.

En el aprendizaje a través del servicio se realizan en situaciones reales, tiene propósitos definidos y normalmente resultados significativos; exigen esfuerzo al estudiante y conlleva planificación, revisión del progreso, comunicación y reflexión sobre los resultados y el aprendizaje personal.

Se expresa a través de una acción de voluntariado no remunerada, por medio de la cual se aprende lo que significa el respeto a los derechos de las personas, su dignidad y la autonomía de todas las personas involucradas. Posibilita la creación de vínculos con determinados grupos o comunidades; las actividades implican no solo “hacer cosas con los demás” sino “hacer ciertas cosas por y para los demás” y desarrollar un compromiso solidario con ellos.

El aprendizaje basado en el servicio permite tener experiencias profundas y transformadoras, de gran trascendencia para las vidas de los estudiantes.

La clave para conocer la calidad educativa de un colegio o universidad marista está en la respuesta a esta pregunta: ¿Los estudiantes que concluyen sus estudios, son mejores cristianos y ciudadanos más honrados y más solidarios? (Sammon, 2006).

 Anexo

Ejemplo. La Teresa de Calcuta de Lima (Este título es del autor del artículo, no de la creadora del proyecto).

Proyecto: Sembrando esperanza

Hablo de la exalumna de la UMCH Jeny Huamán Sulca que, desde hace más de diez años, trabaja en la diócesis de Lurín (Lima) en un proyecto fundado por ella que se llama “Sembrando esperanza”. Con este proyecto-hogar se han querido hacer vida, los pasajes bíblicos que son el resumen del evangelio de Jesús.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc. 10, 27).

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios … porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que tengamos vida por medio de Él” (1 Jn. 4,7-9).

“La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían ellos en común (Hch. 4,32-34).

Este proyecto-hogar-familia –dice Jeny— nos interpela cada día a ser instrumentos de misericordia y nos llama a la conversión y a cuidarnos y amarnos todos, a ejemplo de las primeras comunidades cristianas. Vamos descubriendo cada día en medio de nuestras fragilidades y dones, ese amor y gracia que nos han sido otorgados gratuitamente por el precio de la cruz, pues Dios nos amó primero.

Es realmente un regalo y un privilegio de Jesús que nos permita poder servirlo, cuidarlo y amarlo en nuestros hermanos más pequeños y frágiles, desde su concepción hasta la ancianidad; personas que han vivido en la calle, víctimas del abandono, soledad y enfermedad. Cada día son recibidos hermanos “descartados”, —usando el lenguaje del Papa Francisco—: enfermos de VIH, ancianos, hermanos con habilidades diferentes, enfermos mentales, hermanos de la calle con diferentes fragilidades (alcohol, droga, hermanos y hermanas muy vulnerables, prostitución) que no son acogidos en otros hogares, hermanos solos, hermanos enfermos terminales, etc. Nos iluminan las palabras de Jesús: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, los más pequeños, a mí lo hicisteis" (Mt. 25,40).

Si bien hay diversas personas colaboradoras externas, se busca que los hermanos que viven en las casitas se ayuden mutuamente.

En la casita de Tablada de Lurín están los hermanos varones. En un principio fueron tres o cuatro jóvenes enfermos de VIH que venían de un mundo difícil y en medio de la oscuridad y el sufrimiento. Hoy la familia ha ido creciendo y son unos 100 hermanos.

En la casita de San Martín de la Esperanza de Villa María del Triunfo, viven madres que han tenido una vida muy frágil y sus niños. También viven niños sin su mamá porque sus madres están en otro lugar luchando por diferentes realidades y fragilidades que las aquejan. Viven también ancianas, enfermas mentales que no pueden caminar y con otras situaciones de vulnerabilidad. También niños/as con habilidades diferentes. En la casa San Martín de la Esperanza hay alrededor de 80 hermanas. En la actualidad (2022), entre las dos casas, viven 180 hermanos, aproximadamente.

Además, desde estas casitas son atendidos hermanos y hermanas que vienen a pedir ayuda, ya que están en situación de extrema pobreza y vulnerabilidad. Se acompañan también a hermanitos con COVID-19.

Totalmente abandonados en las manos de la Divina Providencia, hemos visto cómo Jesús nos ha ido cuidando, acariciando y sorprendiendo con su infinito amor providencial. Regalándonos su providencia de manera espiritual y material, poniendo en nuestro camino seres especiales llenos de amor y desprendimiento y proveyendo de todo lo necesario.

Jesús es fiel a su palabra: “Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?” (Mt. 6, 25-34).

Y bajo el amparo, protección e intercesión de nuestra madre María, seguimos viviendo cada día una página del Evangelio encomendándonos a su poderosa Intercesión.

(Resumen de su Propuesta base, del Proyecto Sembrando Esperanza, escrito de Jeny Huamán Sulca, presentando el proyecto).

 

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[1] Hablar de realidad virtual es una paradoja. La imagen real es la imagen que se forma cuando los rayos de luz que provienen de una fuente después de la refracción o reflexión convergen en un punto, mientras que la imagen virtual se forma cuando los rayos de luz parecen divergir de un punto. Una imagen real es una imagen que se puede grabar en la cámara o ver en la pantalla, mientras que la imagen virtual no puede aparecer en la pantalla. La imagen real siempre está invertida mientras que la imagen virtual está erguida. La lente convergente produce la imagen real mientras que la lente divergente forma la imagen virtual.

[2] Es una expresión de Goleman y quiere decir que son lugares o ecosistemas sociales y culturales en los que las personas se sienten tan a gusto que son capaces de dar lo mejor de sí mismas en bien propio y de los demás.

 

[3] Majos quiere decir personas buenas, confiables, leales, honradas, trabajadoras y responsables.

[4] ¿Qué significa vivir en fase beta? Quiere decir que cuando te quieres aventurar en algo, sea en cualquier decisión o simplemente llevar a cabo un nuevo producto para tu negocio, has de trazar y crear un plan que tenga coherencia, sacar al mercado tu brillante idea, recibir feedback de la gente e ir mejorándolo durante el camino.

[5] Clemente Juliato, es un Hno. Marista, rector durante 15 años de la Pontificia Universidad Católica do Paraná, PUCPR (Curitiba, Brasil). Actualmente es rector emérito de esa universidad.