La Pedagogía Tecnicista Fundamentos y Concepciones
The Technicist Pedagogy Fundamentals and Conceptions
Evaluado: 12 de agosto 2022
Aceptado: 11 de noviembre 2022
Ray Flores Manghiert
rayflores1102@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-9706-9853
Universidad
Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta
Jacqueline Olano Espinal
jackyolano2@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-1507-7110
Universidad
Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta
DOI: https://doi.org/10.35756/educaumch.202220.233
Cómo
citar
Flores
Manghiert, R., & Espinal, J. (2022). La Pedagogía Tecnicista Fundamentos y
Concepciones. Revista EDUCA UMCH, (20), 117-132.
Resumen
El
presente trabajo tiene por finalidad mostrar las ideas principales que rigen a
la pedagogía tecnicista, con el objetivo de conocer los enfoques
epistemológicos que guían esta teoría, así como los psicológicos, además de saber
si aún se encuentra presente este tipo de pedagogía en la actualidad. Por ello,
comenzamos explorando los antecedentes históricos, siendo el taylorismo y el
fordismo, bases de esta pedagogía, los cuales fueron desarrollados en la época
de la segunda revolución industrial. Asimismo, presentamos los fundamentos
filosóficos, siendo estos el empirismo y positivismo; los psicológicos como el
conductismo fundamental en el cambio de conducta. Luego señalamos las
características de la pedagogía tecnicista apoyándonos en los trabajos de
diferentes autores. Finalmente, como parte de las conclusiones, manifestamos
que este tipo de pedagogía fue pensada para que se formara desde la escuela a
los futuros agentes del proceso industrial, los cuales podrían ser
reemplazados, cual piezas por otros trabajadores; sin embargo, a mediados de la
mitad del siglo XX, la perspectiva cambió para que este nuevo enfoque trate de
solucionar los problemas de la educación, especialmente de las masas populares,
pues existía una demanda social por parte de ellos.
Palabras clave: Pedagogía
tecnicista, conductismo, positivismo, empirismo.
Summary
The purpose of this paper is to present the main ideas
that govern the technicist pedagogy, with the objective of initially knowing
the epistemological approaches that govern this theory, as well as the
psychological ones, in addition to knowing if this pedagogy is still present
today. Therefore, we begin by exploring the historical background, being
Taylorism and Fordism, bases of this pedagogy, which were developed at the time
of the second industrial revolution. Likewise, we present the philosophical
foundations such as empiricism and positivism; the psychological foundations
such as behaviorism, fundamental in behavioral change, present in this
pedagogy. Subsequently, we point out the characteristics of technicist pedagogy
based on the works of different authors. Finally, as part of the conclusions we
state that this type of pedagogy was initially designed to train from school
the future agents of the industrial process, which could be replaced, which
pieces by other workers, however, in the middle of the mid-twentieth century,
this perspective changed so that this new approach tries to solve the problems
of education, especially of the popular masses, because there was a social
demand from them.
Keyword: Technicist Pedagogy, Behaviorism, Positivism,
Empiricism.
Introducción
Por medio del
desarrollo de la sociedad, la educación ha ido evolucionando, con ello a través
del tiempo se han instituido diferentes tipos de pedagogías, algunas con el fin
de mejorar el proceso educativo y otras veces por intereses de una minoría, que
busca en la educación un instrumento de dominación y continuación de los
modelos conforme al beneficio de unos pocos, sobre todo de los que tienen el
control de los medios de producción, así nace la Pedagogía Tecnicista, esta surge a fines del siglo XIX y principios del XX en Estados Unidos, en pleno
esplendor del modelo taylorista de producción fabril, lo que desencadenó el crecimiento económico de este país y como consecuencia
la transformación en una potencia mundial. Así, esta tendencia está al servicio
del sistema capitalista, alineándose con el sistema productivo; por ello, el
interés principal de este modelo es generar individuos competentes para el
mercado laboral (Da Silva, 2016).
El enfoque
tecnicista busca la racionalidad y eficiencia en la educación con la finalidad
de incrementar la calidad y eficacia del sistema educativo, con bases
históricas, en el fordismo, taylorismo y toyotismo. En esta se espera la inserción
al mundo laboral, desplazando así la denominación de alumno en ese contexto por
capital o recurso humano. Además, se sustenta en corrientes filosóficas como el
empirismo y el positivismo, pero mantuvo la influencia y predominio del
conductismo, automatizando las respuestas del estudiante siendo un agente
pasivo del proceso de enseñanza aprendizaje. Asimismo, el docente se encarga de
generar los estímulos necesarios cuyas respuestas se reflejan en conductas
observables que pueden ser medibles o cuantificables. El docente también es un
agente pasivo porque aplica las técnicas y planes estructurados por
especialistas del Estado. La Pedagogía tecnicista se aplicó durante muchas
décadas hasta la llegada del cognitivismo.
El propósito de este artículo es dar
a conocer los aspectos históricos, filosóficos y psicológicos que rigen la
pedagogía tecnicista, pues consideramos que todo educador debe de conocer los
diferentes tipos de pedagogías que existieron o existen como parte de su
formación profesional. Además, de observar si quedan rezagos de este enfoque en
la actualidad.
Antecedentes históricos
Taylorismo, fordismo y toyotismo
La Revolución Industrial
que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII trajo consigo un cambio en
los procesos de producción, se expropiaron a las masas productivas artesanales
sus saberes para sustituirlos por conocimientos de ciencia y tecnología, es
decir, se crearon nuevas formas de explotación, teniendo el control de estos
medios de producción el poder empresarial, producto de ello se generó una vez
más dos clases antagónicas los capitalistas y los obreros (Da Silva, 2016).
Para la segunda Revolución
Industrial (1880-1930), se tendría como cuna a los Estados Unidos, debido a sus
condiciones políticas, geográficas, económicas y sociales, dándose una
transformación hacia la producción masiva de la gran industria. Por ello, en
este país se dieron las condiciones idóneas para la experimentación, concepción
y difusión de métodos administrativos aplicados a las empresas (Barba, 2010).
En este contexto es que
aparece la figura de Frederick Winslow Taylor (1856-1915) con sus “Fundamentos
de Administración Científica”. De acuerdo con Perilli et al. (2020) esta se
basa en un análisis concienzudo de cada una de las partes del proceso de
producción de un obrero fabril, para establecer la forma más óptima y
competente, desde el punto de vista del costo-beneficio. Con esto se busca
eliminar los “tiempos muertos” que se dan en la realización de una tarea, así
como la pereza o lentitud del obrero, además de suprimir interferencias
emocionales o subjetivas que impiden maximizar la eficiencia en el proceso de fabricación.
Esto produjo un aumento exponencial en las producciones en serie y el volumen
de estas.
Adicionalmente, el taylorismo
plantea
Asegurar la
máxima prosperidad para el patrón junto con la máxima prosperidad para cada uno
de los empleados. Las palabras “máxima prosperidad” están empleadas en su
sentido más amplio, para dar a entender no sólo grandes dividendos para la
compañía o para el propietario, sino también el desarrollo de todas las ramas
del negocio hasta su estado más elevado de excelencia, de manera que la
prosperidad pueda ser general y permanente (Taylor,1969, p.19).
Esto es algo utópico, ya que nunca el dueño de
la producción va a querer la máxima prosperidad del obrero, pues esto traería
una amenaza a su condición de patrón, además para este los trabajadores son solo
parte de todo el engranaje que supone el proceso de producción, y así como se
puede cambiar la pieza de una determinada máquina, también se podría cambiar a
los obreros. A lo que hace referencia Taylor o la estrategia que maneja, es que
al mejorar las condiciones económicas del empleado esporádicamente, esto produce
que no se agudice las contradicciones entre explotador y explotado. Esta
suposición se afianza, por el pensamiento de Taylor (como se citó en Quiroz
2010), manifiesta que su trabajador ideal, es el estúpido y flemático, con una conciencia
más parecida a un buey que a un hombre. Esta era la concepción real que tenía
Taylor para con los obreros.
Continuando en el siglo
XX se concibe otro procedimiento de racionalización del trabajo industrial con
la introducción de las cadenas de montaje en la industria automotriz, todo esto
fue ideado por Henry Ford (1863-1947), así nace el fordismo, que se relaciona
con la producción masiva de autos, empleando el ensamblaje en serie, lo que
permitió una revolución en la construcción de estos, pues lo hacían cada 98
minutos. Esta producción en poco tiempo incluía la explotación de los obreros,
que con sus acciones masivas y repetitivas era el elemento fundamental para
poder incrementar la ganancia de las fábricas y por ende de los dueños (Da
Silva, 2016).
Para Ford, este tiempo
en la producción era insuficiente y su pensamiento que toda la producción debe
estar en movimiento, es decir, el trabajo debe llegar al hombre y no el hombre
al trabajo. Trajo consigo la posibilidad de fabricar autos en un tiempo menor a
la inicial, pues ahora lo realizaban en 15 segundos (Maia, 2003).
Para llegar a ese fin se
debe haber rotado a los trabajadores permanentemente, adicional a ello el
desgastante trabajo repetitivo, lo que es una señal de la explotación inhumana
que se daba en este modelo.
En el modelo de
producción taylorista y fordista se insertaron elementos de control social en
las relaciones laborales, limitándolas, para poder explotar al máximo la fuerza
de los trabajadores. Una de estas formas era optimizar los procesos, es decir,
minimizar el tiempo y aumentar la producción, donde los obreros solo realizaban
acciones repetitivas y se elimina la capacidad intelectual del trabajador.
En ese sentido, Kuenzer
(2002) señala que la base taylorista/fordista originó tendencias pedagógicas
cuyas propuestas se centraban algunas veces en el contenido y otras en las
actividades, sin instituir nunca una relación entre el saber y el estudiante.
Como consecuencia, la selección y organización de los contenidos siempre se dio
desde la concepción positivista de la ciencia. Fundamentada en una idea del
conocimiento rigurosamente formalizado, lineal y fragmentado, donde cada objeto
correspondía a una especialidad, desligándose de los demás y perdiendo su
vínculo con las relaciones sociales y productivas.
Un nuevo modelo de
producción mejorado surgió del taylorismo/fordismo, este es el Toyotismo,
desarrollado por Eiji Toyoda y Taiichi Ono, cuyo desarrollo se dio entre los
años de 1948 a 1975. Este buscaba sintetizar los procesos y mejorar la calidad
de los productos, siendo estos los automóviles. Respecto al proceso Mondem
(como se citó en Roldao 2017) señala, que los grupos de trabajo tenían un líder
quien no solo se dedicaba a ordenar las actividades, sino que contribuía en el
mismo trabajo, lo que hacía una diferencia con el taylorismo/fordismo donde los
líderes de grupo solo se dedicaban a enseñar y supervisar. Además, cada equipo
era responsable de la limpieza, reparaciones y control de calidad, lo que hizo
posible eliminar algunos puestos indirectos.
De estos tres modelos,
podemos observar que todos buscaron una mejora en los procesos de producción,
impulsaron nuevos métodos y en su evolución trataron de eliminar algún tipo de
interacción entre los trabajadores, pues esto nos contribuiría en la eficacia
de la producción. En otras palabras, se vio a los trabajadores como simples
herramientas que podían ser cambiadas y solo se limitaban a desarrollar
técnicas repetitivas sin la oportunidad de poder mejorar las mismas. Esto se
verá reflejado posteriormente en la educación cuando este modelo tecnicista se
incluya en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Fundamentos filosóficos
Uno de los fundamentos
del enfoque tecnicista de la educación es el empirismo, sabemos bien que este
se apoya en el pensamiento de Aristóteles, el cual se puede evidenciar cuando
expresó “No hay nada en la conciencia que no haya estado antes en los
sentidos”. Esta afirmación nos lleva al siguiente postulado: el empirismo
concibe el conocimiento como algo externo a la mente del hombre, es decir, las
ideas se adquieren por experiencia. Así mismo, las ideas o el conocimiento se
pueden adquirir por la reflexión que realiza el individuo al momento de pensar,
suponer, creer, etc. Cabe resaltar que cuando no se produce la percepción podrá
ejercerse la imaginación, la hipótesis, pero no el conocimiento.
Para los empiristas como
John Locke, Berkeley y Hume la filosofía debería alejarse de la filosofía
teológica-escolástica-metafísica para emprender el camino al conocimiento de la
verdad.
Bajo esta concepción, el
empirismo determina como base fundamental para el aprendizaje a la experiencia.
Por lo tanto, el conocimiento es construido a partir de una observación
sistemática y repetida, lo cual guarda relación con el enfoque tecnicista, ya
que busca como se mencionó, formar individuos competentes para que se inserten
al mercado laboral, tratando de maximizar la eficiencia y eficacia en el
proceso de aprendizaje.
Otro de los fundamentos
filosóficos del tecnicismo pedagógico es el positivismo que tuvo gran
influencia en la sociedad, esta corriente fue iniciada por Auguste Comte a
finales del siglo XIX. Sostiene que la ciencia es el único conocimiento
posible, ya que el método científico describe los hechos que observa, pero
estos tienen sus propias leyes. Así mismo afirma que la sociedad crea al
individuo, es por eso que realza la importancia de la escuela en el
cumplimiento de esta función. En tal sentido, el positivismo guarda relación
con el empirismo al sostener que la única fuente para conocer la realidad es la
razón. Además, tiene en cuenta a la observación o percepción como punto de
partida del conocimiento científico.
De acuerdo con el
positivismo, el conocimiento ya está dado, por lo tanto, se debe aceptar tal
cual sin la intervención en la construcción de este. Además, no admite el uso
de métodos de estudio críticos como la dialéctica.
Por otro lado, sabemos
que la dialéctica es fundamental para estudiar los hechos que acontecen en la
sociedad y poder transformarlos, ya que esta tiene influencia del contexto político,
económico y social. Mientras que el positivismo solo busca explicar dichos
fenómenos o hechos sociales más no transformarlas.
En tal sentido, Hurtado
(2008) manifiesta que se evidencia la comprensión que tiene Comte de la
historia. Si se quiere solucionar la crisis, específicamente la crisis de la
sociedad, es necesario descubrir las leyes que la gobiernan, solo así es
posible reorganizarla. Para conseguir tal reorganización, hay que crear la
ciencia de los fenómenos sociales. Lo que reafirma que el positivismo de Comte
busca la explicación y la predicción del comportamiento de los fenómenos
sociales. Por
ello, la educación en el positivismo deja de ser considerada como algo
socialmente determinado, siendo parte de un proceso histórico. De tal manera
que la educación se universaliza y descontextualiza.
Fundamentos psicológicos
El conductismo
Es una corriente de la
psicología cuyo fundamento es el empleo de métodos estrictamente experimentales
para aprender sobre el comportamiento observable, es decir, la conducta del ser
humano, teniendo en cuenta el ambiente como un conjunto de estímulos y
respuestas. El conductismo fundado por John Watson da fundamento al enfoque
tecnicista, para él las respuestas se unen a un estímulo particular. También
consideraba que la conducta era producto de la capacidad de raciocinio del
hombre —se produce en el cerebro— por lo tanto, la repetición de una
determinada conducta o acción era la base del aprendizaje, que se adquiere como
consecuencia de la relación entre un estímulo y una respuesta. Cabe resaltar
que se da mayor importancia a los estímulos. Para Watson estas conductas son
observables y medibles, es decir, cuantificables. Es aquí donde podemos
observar su relación con el positivismo como fundamento filosófico del
tecnicismo.
El conductismo aplicado
a la educación tuvo un gran auge desde su fundación en el siglo XX, el maestro
es el que presenta los estímulos, de tal forma que el estudiante logra
modificar su conducta, representando este su aprendizaje.
Posteriormente, surgen
los neoconductistas donde sobresale Skinner, continuó con el conductismo, pero
planteó el “condicionamiento operante”. Concebía al hombre como un agente
mecánico al reforzar determinadas conductas.
Se dice que lo
que se desarrolla es algo que está en la mente, como cuando se trata de Piaget,
o en la personalidad, como señala Freud. Pero si el niño ya no se comporta como
lo hacía un año antes, no es solamente porque haya crecido, sino porque ha
tenido tiempo para adquirir un repertorio mucho más amplio por medio de la
exposición a nuevas contingencias de reforzamiento, y particularmente porque
las contingencias que afectan a los niños de diferentes edades son diferentes.
El mundo del niño también “se desarrolla” (Skinner, 1994, p. 65).
Como podemos observar,
Skinner comparte la misma concepción de Piaget, cuando plantea un aprendizaje
basado en la experiencia sensible, es decir, como el ser humano va acumulando y
reestructurando sus conocimientos gracias a la interacción y percepción del
mundo que lo rodea, además de ser este progresivo durante el proceso evolutivo
del niño; cabe resaltar que Piaget plantea cuatro etapas del desarrollo
cognoscitivo estableciendo la adquisición de distintas capacidades en cada una
de ellas. Asimismo, resalta que el cambio de conducta no se da solo por el
desarrollo evolutivo del niño, sino también por el reforzamiento de
determinadas conductas. Los refuerzos en el condicionamiento operante de
Skinner pueden ser positivos o negativos, este mecanismo de refuerzos aún
persiste en el sistema educativo como prácticas pedagógicas de los docentes,
como cuando muchos docentes premian las buenas conductas o las mejoras en su
desempeño académico, los cuales servirían para estimular una conducta. Así como
también cuando el docente castiga una mala conducta representando un refuerzo
negativo.
En tal sentido, se
relaciona con el enfoque tecnicista porque plantea que el objetivo principal
del proceso de aprendizaje es el cambio de conducta, haciendo de la enseñanza
una actividad científica y rigurosa, porque plantea la eficiencia y eficacia de
las escuelas que buscan el logro de objetivos a través de una metodología que
tiene la finalidad de operativizar las metas establecidas. Dichos objetivos
evalúan las conductas observables en el proceso de aprendizaje de los
estudiantes, para ello se valen del refuerzo para lograr la aprehensión y
retención de los conocimientos o la nueva conducta. Esto nos hace asumir que el
tecnicismo concibe al estudiante como un sujeto pasivo incapaz de participar
activamente en la construcción del conocimiento. Así pues, este aprendizaje
lineal lleva al docente a aplicar religiosamente un currículo elaborado ya
establecido por el gobierno.
Díaz (1997) manifiesta
que para la pedagogía tecnicista el modelo perfecto es la estructura clásica de
comunicación: emisor, receptor, mensaje y retroalimentación, y la herramienta
más semejante a ella sería el servomecanismo, cuyo uso se justifica alegando la
relevancia de la fidelidad en la emisión de los mensajes.
Según lo expuesto por Díaz,
el aprendizaje en el enfoque tecnicista se da por apropiación mecánica, donde
el docente cumple el rol de emisor y el estudiante es un sujeto pasivo receptor
de la información que adquiere por repetición mecánica, consistente en la
acumulación de información dirigido por estímulos externos como lo plantea el
conductismo de Skinner. Además, todo este proceso se encuentra planificado en
el currículo el cual representa lo que la escuela debe enseñar, en el enfoque
tecnicista se manifiesta como la racionalidad técnica del currículo, el cual se
entiende como un simple mecanismo para la transmisión de los conocimientos
predominando la instrucción antes que la formación o el aprendizaje de los
estudiantes donde se puedan involucrar activamente en este proceso.
De tal manera que el
currículo está planificado a dirigir y controlar al sujeto del aprendizaje y se
orienta a la obtención de un producto que es el estudiante, ya que se le
prepara para insertarse al mundo laboral de la sociedad. Como podemos observar,
toda la actividad educativa está planificada rigurosamente con anticipación
donde se establecen los objetivos que los estudiantes tienen que alcanzar. Por ende,
el currículo incluye las estrategias, procesos y métodos de enseñanza que el
docente debe aplicar, ello nos lleva a la concepción de que la planificación es
lo más importante en el enfoque tecnicista relegando en segundo plano el papel del
estudiante y del docente en el proceso educativo.
La racionalidad técnica
del currículo
El enfoque tecnicista planteó lo que la escuela
debe enseñar y esto tiene relación con la racionalidad técnica del currículo,
el cual es criticado por Peñaloza y Gimeno Sacristán.
Peñaloza (2003) manifiesta que, para la
racionalidad instrumental o técnica, la teoría educativa debería actuar a favor
de propuestas comprobables empíricamente, además de contribuir al dominio y
control del ambiente, por tal razón, la técnica y la observación se transforman
en el sustento de la práctica teórica.
Desde esta perspectiva, los docentes deben
aplicar el currículo estructurado y planificado por especialistas del gobierno
orientados a determinada finalidad y que en el siglo XX se alineó al
conductismo. Por lo cual los docentes están libres de juicios de valor, como si
fueran técnicos acríticos encargados solo de planificar los estímulos para
generar los cambios y el control de las conductas del estudiante. Por ello, el
docente debe establecer objetivos que reflejen comportamientos observables y
medibles. Se establece un producto a alcanzar, el cual es que el estudiante refleje
lo aprendido con determinada cantidad de saberes acumulados, el cual
determinará la calidad del producto final a través de una evaluación objetiva.
Teniendo en cuenta la evaluación para Tyler
(1973) manifiesta que, si la finalidad de un plan de currículos y enseñanza es originar
una transformación en los modelos de comportamiento de los que se benefician de
él, por ello, es necesario un método que cuantifique el alcance del cambio. Antes
que suceda esto deben ser establecidas con precisión los objetivos y metas.
En tal
sentido, algunos obstáculos del método tyleriano son el aplicar una evaluación
como proceso terminal, ocultando el desarrollo del aprendizaje para la
consecución de los objetivos, por lo tanto, la evaluación es el proceso que
determina el nivel de logro alcanzado por el estudiante reflejado en su cambio
de conducta. Esta evaluación ha sido utilizada solamente para evaluar el logro
final, permitiendo así dar juicios sobre el resultado. Recordemos que estas son
las características del enfoque tecnicista vinculado al conductismo y a los
cambios económicos del contexto, quitando la idea de alumno y llegando a
concebirlo como capital humano, donde predominó más la instrucción que la
formación del estudiante, orientados por las teorías conductistas.
El paradigma de la pedagogía por objetivos como
modelo para guiar la enseñanza nace, pues, como un planteamiento puramente
tecnocrático, de orden meramente instrumental, dentro de la aspiración a la
eficiencia, de forma que ésta es el máximo criterio para juzgar lo que es o no
adecuado de dicho paradigma. Se es eficaz o no se es, este es el criterio para
evaluar la técnica pedagógica; y toda teoría debe subordinarse al logro de esa
eficiencia: conseguir que se satisfagan las necesidades sociales determinando
éstas a base de analizar la sociedad existente, para reproducirla por medio de
una concepción instrumentalista de la escuela y del currículo (Sacristan,1990,
p.6).
En la actualidad la eficiencia escolar se relaciona con la eficacia en
el proceso educativo obtenida por la eficacia interna de la institución, donde
se consideran el porcentaje de promoción, de retiro, de repitencia y tasa de
éxito oportuno. Sin embargo, dentro del tecnicismo está más relacionado con el
cumplimiento de objetivos establecidos en el currículo. De tal manera que la
escuela se concibe como un instrumento y medio para formar personas eficientes
y rentables. Al relacionarse este enfoque con el conductismo, debemos tener
presente que todo modelo ingresa a una crisis y pierde influencia debido a los
cambios y surgimiento de nuevas corrientes pedagógicas que conllevan a un
análisis y reflexión sobre la idoneidad del tecnicismo para el logro de los
aprendizajes de los estudiantes. Ello refleja cómo la psicología se ha ido
desarrollando sin tomar en cuenta a la pedagogía, por lo cual no llega a ser
sostenible en el tiempo generando la crisis de dicho modelo. Por lo tanto,
debemos tener presente que no toda corriente psicológica se puede aplicar
completamente a la educación, pero sí podría complementarla.
Análisis del tecnicismo
por Octavi Fullat
Octavi (1992) manifiesta que la técnica que aspira, principalmente a
partir del positivismo, administrar las cosas y también a los hombres, no ha
salido muy victoriosa de su objetivo, como se puede observar en el ya acabado
siglo XX. La técnica empieza a verse inhábil en su afán de darle solución a
todo. Por ello, se requiere de la Filosofía de la educación, porque la Teoría
de la educación y la Pedagogía fundamental no son suficientes para proporcionar
un saber global al educante.
En tal sentido, podríamos afirmar
que durante la época de aplicación del tecnicismo no existió unidad e
independencia de las ciencias de la educación, ya que el acto educativo quedó
subordinado o absorbido por la psicología conductista como parte de la solución
de los problemas económicos del contexto antes señalado. Al darse de esta forma
se está priorizando la teoría de la educación centrada en una sola ciencia
empírica como es la psicología y la no práctica de la psicología de la
educación; centrándose así en la técnica, como ya lo estudiamos enfocado en el
logro de objetivos con un docente y estudiante pasivos en el proceso de
enseñanza aprendizaje y determinado por una evaluación objetiva. Lo ideal es la
unidad de las ciencias de la educación con la filosofía de la educación, pues
esta busca un conocimiento integral del estudiante a través de un proceso de
aprendizaje crítico, que se da en un proceso histórico y social. Es por ello
que se debe buscar la integración más no la subordinación de una ciencia a otra
y, por el contrario, se deben complementar.
Características en el proceso de enseñanza-aprendizaje
La pedagogía tecnicista plantea analizar y conceptualizar la educación a
partir de una racionalidad economicista y de intervención en el proceso
educativo. Por ello, desde esta perspectiva se considera a la educación un
servicio e inversión, antes que un derecho social, por lo tanto, su análisis
parte del cálculo costo sobre beneficio (Perilli et al., 2020). El autor
continúa exponiendo que las propuestas curriculares organizaban a los
contenidos de manera rígida, los cuales se repetían año tras año desarrollando
la memorización. Esta forma de educación se correspondía con lo que se hacía en
las fábricas, pues en ellas los trabajadores realizaban la misma tarea a lo
largo de su vida social y productiva.
En ese sentido, podemos afirmar, que este tipo
de pedagogía sirvió exclusivamente a los intereses de la clase dominante; pues
solo busca que los individuos desde la etapa escolar y próximos a formar parte
de los medios de producción, estén formados estrictamente en acciones
instrumentales, que permitan un correcto funcionamiento del proceso industrial
y si es posible una optimización de este proceso, limitando las relaciones
sociales. Como consecuencia se verían afectados los espacios de intercambio de
opiniones, que son medios de enriquecimiento de ideas y creatividad.
Al respecto, Thiengo (2018) señala que la
pedagogía tecnicista, busca enlazar, el orden social con los procesos de
producción, para ello necesita un cambio de comportamiento, es decir, el
objetivo de esta pedagogía es crear individuos “idóneos” para la labor
productiva, sin preocuparse por los cambios y relaciones sociales. Asimismo,
para esta pedagogía, la escuela es un instrumento importante, con el cual se
pueden generar grandes cantidades de mano de obra, a fin de ingresarlos en el
proceso de producción, como simples herramientas.
A diferencia de la pedagogía tradicional, que se
centraba en el profesor, quien direccionaba el proceso de aprendizaje, o la
pedagogía nueva, donde el centro era el estudiante; en la pedagogía tecnicista
el elemento fundamental es la organización de los medios en los cuales se dan
el proceso de enseñanza-aprendizaje, pasando el profesor y estudiante a una
posición secundaria (Robín, 2018). En ese sentido, Matui (como se citó en
Campos et ál. 2011) señala que esta escuela tecnicista, convierte al estudiante
en un recipiente pasivo de conocimiento, siendo una reedición de la escuela
tradicional, donde los medios y técnicas son lo fundamental. Podemos inferir
que para esta pedagogía deja de ser fundamental, el maestro o el alumno, lo
importante es la preparación rigurosa de los procesos pedagógicos, en algunos
casos mecanizarlos y reducir las interferencias subjetivas que pudieran ser un
riesgo en la eficiencia del proceso.
Partiendo de las características mencionadas por
los autores, podemos manifestar que, a diferencia de la pedagogía tradicional,
donde el maestro era el actor principal y los estudiantes simples espectadores,
en esta pedagogía los procesos son el elemento fundamental en el cual se da el
fenómeno educativo, siendo los profesores y estudiantes los que se adecuan a
este proceso, por lo que el resultado final es lo importante. En esa línea
Robín (2018), afirma que, siendo una pedagogía de procesos, el fracaso de los
estudiantes es un signo de ineficiencia e improductividad, además, esta
pedagogía se centra en la eficacia del instrumento, siendo el profesor y él
alumno solo ejecutores.
Marques (2012), nos da un panorama de lo que
buscaba esta pedagogía a mitad del siglo XX, un poco más alejado de sus
inicios, el autor señala, que buscaba dar solución al problema de la educación,
especialmente de las masas populares, pues existía una demanda social por parte
de este grupo, sin embargo, diferentes expertos coinciden en que los proyectos
fracasaron. Asimismo, trajo algunas innovaciones, como la modelación del
estudiante, en contraposición de la pedagogía tradicional. También introdujo la
motivación como elemento fundamental para despertar en el estudiante el nuevo
modelo de conducta.
El autor continúa manifestando que existe una
inversión en el proceso pedagógico, de tal forma que las técnicas empleadas
determinen los fines. Frente a esto, el estudiante deja de establecer la
relación habitual con el docente para relacionarse con el recurso tecnológico,
es decir, se produce un cambio cualitativo, pues se da otra correspondencia con
el conocimiento, que anteriormente era brindado exclusivamente por el
profesor.
La pedagogía
tecnicista en la región
Para exponer lo que trajo consigo esta pedagogía
tecnicista en la región, queremos mencionar inicialmente el caso de Brasil; al
respecto Da silva(2016) señala que en las décadas de los 60 y 70, es donde se
instala esta pedagogía mediante una serie de reformas, se introduce un
currículo por áreas de estudio, dejando de lado las disciplinas científicas y
dando mayor importancia al desarrollo de habilidades, aptitudes y conocimientos
imprescindibles para en un futuro próximo integrarse al proceso productivo.
Asimismo, la obligatoriedad de la profesionalización para su posterior
introducción a este proceso. Por ello, se dejó de lado los aspectos políticos,
sociales e ideológicos que son inherentes a la educación, con el propósito de estandarizar
y homogeneizar el proceso de enseñanza-aprendizaje; cual concepción del trabajo
fabril, es decir, se busca minimizar las interferencias subjetivas, para
mecanizar el proceso educativo.
En el caso de
Argentina se extiende desde los años 30 hasta los 70, donde se buscó
intensamente una articulación entre las necesidades del sector productivo y el
sistema escolar, teniendo como objetivo principal el incorporar grandes masas
de trabajadores al proceso de producción mediante la escuela, en ese sentido;
la formación y capacitación de futuros obreros para ubicarlos en los escalones
bajos y medios del proceso productivo era una característica de este sistema de
enseñanza.
En Colombia, a
partir del fracaso en el sistema pedagógico, exigía una mirada a nuevas
corrientes pedagógicas, pero en el reconocimiento de las múltiples causas de
esta crisis es que utilizan nuevas teorías pedagógicas extranjeras que no eran
acordes a la realidad educativa del país. Además, de predominar un deseo por el
desarrollo económico, es que se da apertura a la pedagogía tecnicista en la
década de los 80. Donde lo importante es la eficiencia de los procesos por
medio del diseño instruccional. Este modelo fue tomado por las instituciones
educativas, por ello en las clases se requería que tuvieran la estructura de
“motivación, contenidos y evaluación”, resaltando el empleo inteligente de los
recursos para obtener mejores resultados.
En nuestro país
Perú, esta pedagogía llega en los años 60, dando énfasis al entrenamiento de
los profesores para la elaboración de los futuros programas de estudios, a
partir del currículo gestado por técnicos del Ministerio de Educación,
limitándolos a elaborar diseños instruccionales, procedimientos para la
evaluación y objetivos conductuales (Cubas, 2011). Esto es una característica
fundamental de la pedagogía tecnicista, donde los profesores son solo aplicadores
de un sistema ya establecido, en muchas ocasiones por personas ajenas o sin
experiencia en el proceso educativo, eliminándose la creatividad y el trabajo
intelectual del docente.
Conclusiones
El tecnicismo como enfoque pedagógico de inicios del siglo XX buscó
implementar una serie de técnicas y programas, es decir, vinculado a la
racionalidad técnica del currículo.
Este enfoque impide la participación activa del docente en el proceso de
planificación y la actitud pasiva del estudiante, dando una mirada más técnica
de la educación frente a la demanda económica de fuerza laboral capacitada. Se
puede observar una recepción pasiva de la información que se fija en los
estudiantes a través de la memorización, sin tener en cuenta el desarrollo del
pensamiento crítico en este.
En el tecnicismo lo más importante es la planificación detallada, que se
plasma en la formulación de objetivos que reflejan comportamientos observables
y que actúan como puntos de referencia en el proceso de evaluación, que se
reduce a la medición del logro de dichos objetivos a través de evidencias
concretas y estandarizadas por ser consideradas válidas y objetivas. En tal
sentido, este tipo de evaluación no valora el proceso del aprendizaje,
enfatizando así la acumulación de los contenidos por parte de los estudiantes.
Los valores del enfoque tecnicista son la eficiencia y la eficacia que
se va a concretar mediante la adecuada organización de los medios y técnicas en
la planificación ya establecida y que el docente debe poner en práctica como
agente ejecutor en el aula este eficientismo no promueve la participación del
estudiante en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Finalmente, cabe resaltar que todas las características antes descritas
guardan relación con el conductismo, donde sobresale la instrucción más que la
formación del estudiante. Porque los docentes y estudiantes son agentes
acríticos en el proceso de enseñanza aprendizaje. Es importante precisar que
las ciencias de la educación se deben integrar para lograr una unidad, donde se
complementan cada una de ellas y no llegar a la supremacía de unas sobre otras;
como sucedió con la corriente psicológica del conductismo, que con el devenir
de los años se tornó obsoleto en el sistema educativo por dar prioridad solo a
la evaluación de conductas observables. Resulta que hoy seguimos aplicando el
conductismo, pero este no es el eje principal, sino que se complementa con
otras ciencias de la educación; sin dejar de lado la filosofía de la educación,
que nos lleva a ser más críticos y que tiene en cuenta el proceso histórico y
la influencia del contexto económico, político y social en la educación para
transformar esa realidad y no solo pretender explicarla al concebir a la
enseñanza como un proceso riguroso, científico y eficaz como cuando tuvo
predominio del conductismo en el sistema educativo.
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[i] Profesor de Matemática de la Institución Educativa Particular “San
Vicente de Paúl”- La Molina.
[ii] Docente del área de Ciencias Sociales de la I.E. Nacional “Alcides
Spelucín Vega”- Callao Con 25 años de experiencia en docencia de EBR. Docente
del área de Ciencias Sociales de la I.E. Particular “Juan Pablo Peregrino”-San
Martín de Porres con 9 años de experiencia.