La tutoría universitaria en el proceso formativo profesional

University tutoring in the professional training process

 

 

Recibido: 26 de julio 2022

Evaluado: 30 de agosto 2022

Aceptado: 18 de noviembre 2022

 

Jose Antonio Elgegren Apuela

jelgegrena@unmsm.edu.pe

https://orcid.org/0000-0003-2992-8876

Universidad Nacional Mayor de San marcos, Perú

 

DOI: https://doi.org/10.35756/educaumch.202220.246


Cómo citar

Elgegren Apuela, J. (2022). La tutoría universitaria en el proceso formativo profesional. Revista EDUCA UMCH, (20), 218-233. https://doi.org/10.35756/educaumch.202220.246

 

 

Resumen

El artículo tiene como objetivo describir la tutoría universitaria como un medio de acompañamiento en el proceso educativo de educación superior universitaria desde la postura y rol de estudiante.  Metodológicamente, el estudio es el resultado de una revisión sistemática con trabajo de campo que ha permitido recoger puntos de vista sobre la tutoría y sobre el papel del tutor concebido orgánicamente en función de las necesidades del estudiante universitario, no solo en el aspecto cognitivo, sino en la incorporación de elementos que comprendan los aspectos afectivos. Se concluyó que la tutoría universitaria concebida como acompañamiento pertinente constituye un medio de acompañamiento eficaz en el proceso educativo de educación superior universitaria.

 Palabras clave: tutoría- modelos educativos-acompañamiento-acción tutoral.

 

Summary

The article aims to describe university tutoring as a means of accompaniment in the educational process of university higher education from the position and role of the student. Methodologically, the study is the result of a systematic review with field work that has made it possible to collect points of view on tutoring and on the role of the tutor organically conceived according to the needs of the university student, not only in the cognitive aspect, but in the incorporation of elements that include the affective aspects. It was concluded that university tutoring conceived as pertinent accompaniment constitutes an effective means of accompaniment in the educational process of university higher education.

Keywords: tutoring- educational models-accompaniment-tutoring action

 

Introducción

En la formación profesional La teoría universitaria constituye componente de acompañamiento y de apoyo que debe ser pertinente, asertivo y oportuno. La tutoría, como indica Castro (2005) viene a ser el proceso sistemático, intencional de acompañamiento, de reflexión vocacional, orientación y de motivación del estudiante en las áreas personales y sociales; así como en las tareas de orden académico y profesional con el propósito de contribuir a su formación integral asumida como etapa fundamental dentro del proceso de formación de la carrera y su posterior inserción laboral en la sociedad.

Fortalecer y acompañar el crecimiento académico conforman pilares en el desarrollo profesional y esencialmente de las habilidades sociales dentro de los cuales  están por ejemplo las habilidades intrapersonales  e interpersonales que al decir de Gismero (2010) son  "el conjunto de respuestas verbales y no verbales, parcialmente independientes y situacionalmente específicas, a través de las cuales un individuo expresa en un contexto interpersonal sus necesidades, sentimientos, preferencias, opiniones o derechos" (p.12).

A los propósitos de la tutoría universitaria hay que añadir las múltiples transformaciones que signan nuestra sociedad, en primer término, el auge de las tecnologías de la información y comunicación y junto a ello la producción inconmensurable   de conocimientos (Galán & Lara, 2021).

Los cambios sociales implican también asumir cambios en la práctica de la tutorial universitaria y al parecer se trata de una necesidad que no se podría afrontar de manera individual sino de forma colegiada, concertada, colaborativa y sostenida.

Históricamente, el significado de la teoría tiene sus orígenes en la función del mentor quien ha tenido el encargo social de conducir el proceso educativo y de ellas dan cuenta diversas documentaciones testimoniales como los papiros egipcios y los textos romanos y griegos.

Es decir, como indica Rodríguez (20016) en el proceso de desarrollo de las civilizaciones uno de los mecanismos formativos de las nuevas generaciones estuvo ligada a la función del tutor, mentor o preceptor y se ha considerado piedra angular en la formación integral del estudiante a lo largo de todas sus etapas de transformación cultural en todos los sentidos.  

Según Del Valle (2017) un individuo por muchas habilidades que posea, si se desarrolla completamente aislado sin interconexión con un tutor o guía que le enseñe métodos, procedimientos y técnicas, es posible que desarrolle sus cualidades, pero estas emergerán mucho más lentas o con resultados imperfectos. Incluso se dan casos de personas que en edades tempranas descollan por demostrar inteligencia y destrezas que resaltan ante los demás, pero al cambiar de entorno y no poder contar con alguien que los guíe acertadamente, han desaprovechado la ejecución de esas habilidades cayendo en la frustración.

No obstante, a ello, como planteamos al inicio, el papel del tutor es tan antiguo como la organización social misma surgida en las primeras civilizaciones. Por ejemplo, en la Edad Antigua, el origen más conocido de las acciones tutorales a discípulos se ubica en la mayéutica griega de Sócrates, quien basaba sus principios en los diálogos entre discípulo y maestro a través de un método básicamente inductivo. Fue tanta la influencia del método socrático que, sus rasgos esenciales y procedimientos se desarrollaron luego en las universidades medievales.

La Edad Antigua se caracterizaba porque los conocimientos se transmitían de generación en generación, y el interés fundamental de esa filosofía, era el de acercarse a la verdad absoluta que se suponía estática. En estas condiciones, el tutor se consideraba el garante de la actividad del aprendizaje, y el aprendiz, el objeto momentáneo del conocimiento. Aunque en la praxis misma, los aprendices eran atendidos por parte de los tutores como profesionales futuros, todavía en aquella época era demasiado temprano para establecer la conocida relación sujeto-sujeto durante el aprendizaje, que en la generalidad de los casos requería tenacidad y abnegación ante normas rígidas de disciplina en el oficio hasta lograr una perfección lo suficientemente pulcra, cuestión que se transmitió hasta la Edad Media.

Sin duda alguna, quien más influyó en los otros pensadores occidentales fue Aristóteles5, quien heredó de su tutor Platón muchas enseñanzas, aunque las enriqueció notablemente con sus métodos. La historia registra que Aristóteles dictaba sus clases caminando en círculos por jardines y áreas comunes, por eso el nombre de su escuela “Peripatética”, proviene del análisis de su método de enseñanza. La palabra deriva del griego peripatêtiko, que se traduce como “los que pasean”, “los caminantes”, “los itinerantes”.

También, en un estudio de los diferentes períodos culturales de la humanidad, muchas veces se ha obviado el gran desarrollo en naciones del Oriente como China, La India, Egipto y Mesopotamia, donde los tutores jugaron un papel fundamental en la formación de sus discípulos. Hay varios ejemplos, como en la China de la antigüedad, donde despuntó el sabio Confucio (551-479 a.n.e.) quien escribió sus famosas “Analectas” comunicadas oralmente como piezas sueltas que transmitían ideas y reflexiones sobre el comportamiento humano y las buenas costumbres. Otro sistema filosófico chino donde los tutores jugaron un papel importante se basó en las ideas del filósofo Laot Se (siglo VI a. C.), estas se caracterizaban por tener una fe absoluta en la una unión entre el hombre y la naturaleza.  Laot Se fue el creador del taoísmo, una doctrina todavía hoy en día practicada en el mundo cuyo símbolo significa el equilibrio armónico entre el Ying y el Yang. Para los taoístas, el Tao es el orden de la naturaleza que rige la existencia de todas las cosas.

En este breve recuento, resulta imprescindible mencionar a la cultura egipcia también en la antigüedad, quienes nos transmitieron como símbolo icónico sus majestuosas pirámides de piedra, construidas para las tumbas de los faraones y su realeza, a la que les daban gran importancia en su viaje hacia la eternidad.

Aunque eran construidas por esclavos, el rol fundamental lo jugaban los tutores, quienes fungían como arquitectos que enseñaban la perfeccionada técnica a sus discípulos egipcios y a algunos hebreos destacados que, de reinado en reinado, se convertían en los nuevos maestros en el arte de la arquitectura y escultura para dignificar a sus principales dioses.

También, descollaron notablemente, como ninguna otra civilización de entonces, en las matemáticas y en su riguroso sistema de mediciones a través de cálculos muy precisos, los cuales hoy en día son motivo de asombro y en algunos casos de misterio, ya que han originado múltiples especulaciones para explicar dichos descubrimientos relacionados geométricamente con la disposición de los astros. En esta rama de las ciencias exactas o formales, la función de los tutores permitió desde muy temprano crear escuelas como la pitagórica7 y la de Tales de Mileto8 cuyos teoremas y corolarios no han dejado de usarse en esta disciplina.

Tuvieron que pasar casi dos mil años para que la humanidad diera un gran salto, perfeccionándose las artes, el desarrollo del pensamiento del hombre en todas sus ramas, y el surgimiento de las ciencias. Este salto nos lleva a la Edad Media, pues en ese largo lapso que transcurrió desde finales de la Edad Antigua, prácticamente no hubo acontecimientos ni hechos dignos de destacar; sin embargo, el Renacimiento, como indica la palabra, constituyó todo un suceso cultural que rompió con los siglos de estancamiento en todas las esferas del saber humano.

Surge en Italia o en algunas de sus “ciudades estados” durante el siglo XV, expandiéndose lentamente por toda Europa, y en ello incide notablemente la labor de los tutores quienes enseñaban pintura, escultura, arquitectura, literatura y arte, filosofía, etc. Desde luego que, el florecimiento y desarrollo de las artes y el surgimiento de las ciencias en general presuponían un gran impulso de las universidades que también cambiaron su estructura y organización, y ya el trabajo de dichos tutores respondía a una planificación definida y no era dada a la espontaneidad del preceptor o maestro.

Y de la forma en que las estructuras sociales cambiaron, de igual manera, también surgieron nuevas necesidades y con ello, el papel del tutor ante sus aprendices o discípulos.

En el contexto actual, luego de la pandemia siguiendo a Bisquerra (1996) la tutoría siegue siendo "un proceso de ayuda continuo a todas las personas, en todos sus aspectos, con objeto de potenciar la prevención y el desarrollo humano a lo largo de toda la vida" (p.152).

Pero el contexto actual exige nuevas demandas:

 a) acompañar a los estudiantes para facilitar su proceso de retorno a las aulas, de manera especial aquellos con mayores dificultades de adaptación (Figuera & Álvarez, 2014).

 b) crear una atmosfera de acogida entre estudiantes y profesora y entre los mismos estudiantes para fomentar la ayuda mutua entre iguales y la promoción de estrategias de apoyo (López, 2016 &  Nunn, 1996)

c) situar o resituar al estudiante para que este sea protagonista de su propio proceso de aprendizaje en el aula, reforzando la participación e implicación estudiantil (Vidal-Martí & Padilla-Petry, 2021).

La función del tutor

En un contexto de incertidumbre y de cambios continuos el tutor ejerce un rol de acompañamiento, orientación y de guía en el proceso educativo del estudiante. Más todavía, el rol del tutor es el rol de referente en el desempeño de la vida del estudiante y con probables impactos en su futura vida profesional. 

Al decir de Fernández-Diaz (2021) el rol del tutor es una ayuda de acompañamiento en el proceso de desarrollo integral del estudiante. Siendo así, la función tutorial exige reunir “cualidades y competencias” para la acción educativa tutorial.

Según Peinado (2022) son “funciones del tutor, el diseño, la planeación, organización y evaluación de labor tutorial” (p.6).

En cada una de las funciones el tutor en la educación superior universitaria debe asegurar para sus estudiantes participación y empoderamiento.

Por otra parte, según Del Valle (2020) la función tutorial yace intrínsecamente relacionada con las tareas propias de la docencia:

La enseñanza que implica preparación de clases, seminarios y procesos sistemáticos de evaluación de trabajos, informes y permanente labor de retroalimentación en función de los fines propuestos.

  La otra función básica de todo docente es la investigación científica, a través del cual, de forma dinámica, creativa, se procesan informaciones y se producen nuevos conocimientos que ayudarían a describir, explicar, comprender, controlar, predecir y, eventualmente, transformar objetos y fenómenos de la realidad.

En ambos casos, la docencia y la investigación, están vinculados con la extensión universitaria que constituye otro elemento fundamental de todo proceso formativo profesional, son parte de ese complejo elemento, el desarrollo tecnológico, la innovación productiva, la promoción de la cultura y las acciones de mejora de la calidad de vida de las personas.

Rovira et al. (2022) la extensión universitaria constituye un proceso formativo por cuanto a través de ella se desarrolla habilidades de interrelación entre los miembros del grupo y con los actores sociales donde se desarrolla la extensión.

Desde luego, las funciones arriba mencionadas rompen con una estructura tradicionalista, apegadas a los viejos esquemas con organizaciones de tipo conductista, y proponen un nuevo carácter a la tutoría universitaria con patrones flexibles de carácter humanista, en concordancia con las necesidades y reclamos de la sociedad actual.

Por supuesto, que esa mirada de transformación en los modelos de enseñanza y aprendizaje, presuponen también un nuevo carácter de la función del tutor y la construcción de nuevos esquemas de concepción sobre la tutoría.

Al respecto, el autor del presente artículo aplicó una encuesta a un grupo de estudiantes de quinto ciclo en cinco aulas de dos universidades de Lima Centro donde, integrando la cantidad de los salones, la muestra trabajada fue de 153 en total, y las alternativas de respuestas variaron de 1 a 5 como se indica:



Comentando el resultado

            En este caso, el resultado, aunque no abarca una muestra lo adecuadamente masiva para llegar a generalizaciones, al menos proporciona una orientación a priori que puede servir de guía para ampliar el universo dirigido al mismo objeto de estudio, pero con un pronóstico que puede brindar una pauta lo aceptablemente razonable.

             Volviendo a la muestra y la aplicación de la encuesta anterior, vale la pena emitir algunos comentarios válidos en este caso:

a.       De los 153 alumnos encuestados, solo 24 de ellos han contado con un tutor fijo, (16 %) lo que indica la inestabilidad procesal y lo formal con que se valora el papel del tutor, aun conociéndose que es muy importante para la formación integral del alumno poder contar con un acompañante fijo y estable, al menos, durante su ciclo de estudio.

b.      En cuanto a la pregunta respecto a si se consideran satisfechos con la atención del tutor, los que contestan Siempre y Casi siempre, suman 46 del total, lo que representa solo un 30 % de la muestra. Es decir, que este resultado indica claramente que en los grupos de estudiantes encuestados es deficiente la atención por parte del tutor y la organización académica no es compatible con la necesidad de los alumnos que requieren estar establemente atendidos.

c.       En otro de los rubros, llama bastante la atención, el desconocimiento por parte de los estudiantes en cuanto a la interrelación que debe existir entre los demás profesores de la carrera y el tutor asignado. Esto denota la falta de funcionamiento de un colectivo pedagógico de forma integrada como actualmente lo conciben las universidades que van evolucionando de acuerdo con las exigencias actuales.

d.      En cuanto a la ocupación del tutor sobre el rendimiento académico de los estudiantes, los resultados son “aparentemente” halagadores, ya que como se observa en la tabla 1, son 122 los que optan porque el tutor se preocupa por este importante aspecto, o sea, un 80 % de los encuestados.

e.       Este aspecto guarda estrecha relación con el anterior, porque solo 22 alumnos plantean que el tutor se ocupa de sus problemas afectivos, lo que representa solo un 14 %. Esto significa que las acciones del tutor, solo se limitan a los aspectos cognitivos como tradicionalmente se ha hecho en los sistemas educativos que funcionan con muy pocos cambios respecto a los nuevos paradigmas vigentes.

f.        Por otra parte, 79 estudiantes plantean que el tutor los atiende escasamente de forma individual, ya que consideran que la atención es un tanto masiva (52 %) de los encuestados.

g.      En cuanto al resultado del instrumento aplicado, también es significativo que solo 21 alumnos (14 %) contestan que hay orientación del tutor para que trabajen de forma independiente. Esto lleva a una contradicción con los sistemas constructivistas a que aspira y alienta la educación de hoy en día a nivel mundial, donde el alumno debe llegar a construir sus propios conocimientos bajo la guía del profesor.

h.      En cuanto al diálogo permanente que debe existir entre tutor y tutorado, el resultado que indica el instrumento es bastante disperso de acuerdo con las opiniones de los propios estudiantes.

De todo lo anterior se puede inferir como más significativo, que, todavía la atención a los alumnos está arraigada a los viejos patrones donde solo se tenían en cuenta algunos elementos cognitivos, y la ausencia en la atención de los afectivos, cuestión que no está en correspondencia con los paradigmas de la educación contemporánea, ni con los currículos actuales.

 

Protagonismo del estudiante ante los nuevos retos

En los tiempos actuales, lo mismo que ocurre en el comportamiento de toda actividad social, en la mayoría de los sistemas educacionales, se insiste en el papel protagónico que debe jugar el estudiante ante las nuevas formas de enseñanza, y con ello a las de aprendizaje, como es obvio. Evidentemente, estos cambios abarcan varios factores, entre ellos, un tipo de educación más humanizada y consecuente, donde junto al profesor, el estudiante también debe jugar su rol de actor en la conocida relación sujeto-sujeto en el que debe construir su propio conocimiento. En este sentido, esta relación no funciona de forma instantánea, ya que obedece a todo un proceso que va a incidir en patrones culturales de nuevo tipo en correspondencia al complejo mundo globalizado por el que transita la humanidad.

            Este vertiginoso cambio cultural, incide directamente en el ser humano y su comportamiento, así como en sus modelos sociales y en estereotipos generales de forma sensible, que hoy por hoy nos hacen meditar con preocupación, además de alertar sobre la necesidad de rectificar con urgencia.

            Al respecto, citamos un fragmento de un párrafo de Bueno (2017) quien profundiza en este aspecto cuando afirma: “Vivimos una revolución del conocimiento sin precedentes en la historia reciente o antigua” (p.37). Si se reconoce a los siglos XII y XIII como los de la Revolución Comercial; los siglos XVIII y XIX como los de la Revolución Industrial, el XX seguramente estará asociado a la Revolución del Conocimiento, con dos características fundamentales: la rapidez y la profundidad del cambio. Rapidez, porque nunca hasta ahora se habían intercambiado globalmente tan de prisa ideas, tecnologías y bienes. Profundidad, porque afecta globalmente a todas las capas de la sociedad sin distinción de sector, actividad o localización geográfica.

Cuando el autor citado se refiere a cambios sin precedentes en la historia, hay algunos sociólogos que alertan sobre una futura mentalidad sintetizada, donde prácticamente no haga falta pensar, cuestión en que los autores de este artículo estamos en total desacuerdo. Estos cambios obedecen en realidad a la adecuación y profundidad en ellos, donde el ser humano (que ha sido el que ideó la cibernética y construyó las máquinas), las utilice para solventar sus necesidades y no, para perjudicarse mentalmente.

Pero volviendo a estos cambios profundos, las responsabilidades del tutor están implícitas y, desde luego se hacen más complejas y abarcadoras, por lo que aquellas tareas que restan tiempo al mismo, por la exageración en cumplir actividades administrativas, muchas veces sin una función lógica en el tutorado, deben transformarse y ceder parte de su tiempo a las acciones metodológicas, pedagógicas y psicológicas, que al final repercuten en el protagonismo del estudiante dentro de todo ese proceso que busca su formación integral. Por ello, se deben estudiar las transformaciones y sus ventajas comparadas con la vieja escuela conductista que aún persiste en nuestros sistemas educativos, tanto en el nivel básico como en el universitario.

Entonces, si las nuevas tendencias con sus características abarcadoras, y diferentes, provocan los cambios referidos, que son determinantes en la forma de pensar y de actuar de los individuos convirtiéndose en un nuevo paradigma social en todos los sentidos, en la esfera de la educación, con su evolución y desarrollo, dichos sistemas educacionales juegan un papel importantísimo en ello, ya que como se ha repetido varias veces,  la educación, a todos los niveles, constituye la piedra angular que, con  bastante precisión, actúa como brújula precisa en el futuro progreso de toda sociedad. En cuanto a esto, muchos teóricos sustentan que de la educación parten las premisas necesarias para ese desarrollo social, sin embargo, actualmente, sin poner en tela de juicio lo anterior, sería bueno cuestionar el hecho de un “desfase” que se puede sintetizar en las siguientes interrogantes que parecen paradójicas:

¿La educación ha incidido en los cambios que han generado un nuevo tipo de sociedad? o de lo contario: ¿estos cambios circunstanciales implican la necesidad de un cambio en los sistemas educacionales?

Como se aprecia, la respuesta a estas interrogantes es bastante parecida a la paradoja del huevo y la gallina, y puede conducir por caminos algo complejos, y al intríngulis filosófico entre causa y consecuencia, apartándonos brevemente del sentido práctico que la urgencia necesita en estos momentos, no obstante, sería útil tenerla en cuenta como apoyo conceptual de las ideas que analizamos.

Los modelos vigentes y su aplicación actual

Durante los últimos años se ha importado a la educación peruana, el Trabajo por Competencias basado en numerosos estudios aplicados en varios países de vanguardia en este campo a nivel mundial. En cuanto a esto se puede afirmar sobre el criterio esgrimido por varias autoridades educacionales, quienes piensan que el cambio drástico de paradigma, actúa como “varita mágica” para resolver los problemas que arrastra el conductismo y que como hemos acotado, están en franca contradicción con los modelos constructivistas.

Por su parte, los docentes han asumido el cambio de forma algo impuesta y casi automática, sin haber recibido una consistente preparación previa y consecuente, sobre todo en las áreas rurales del Perú y en regiones vulnerables. Es por ello que el trabajo de una tutoría universitaria responsable debe comenzar por la capacitación adecuada y sistemática del tutor. Si esta superación se supedita solamente a lo externo y formal, cobraría vigencia el conocido refrán popular: “Es peor el remedio que la enfermedad”. Por ello, en la preparación de ese docente, consideramos que, de acuerdo con la realidad del Perú y su contexto particular, se deben tener en cuenta una serie de factores de los que escogemos los siguientes:

a). Multiculturalidad:

Este, probablemente, constituya uno de los retos más complejos para un territorio con múltiples culturas, y diversidad de idiomas y costumbres por regiones, pero, sobre todo, marcadas diferencias en el orden cultural y diferencias económicas notables, que contrastan con una calidad educativa heterogénea. En este caso, la Sociedad del Conocimiento necesita de un mundo con un conocimiento útil y global en un contexto nacional, que atienda, respete y fomente estas características culturales, pero donde el tutor esté debidamente preparado para ejercer su labor con la calidad requerida, cuestión que se considera un gran desafío.

b). Utilización de las nuevas tecnologías para construir el conocimiento:

¿Quién no ha observado en un transporte colectivo, un banco de un parque, o hasta en una cola, la cantidad masiva de jóvenes, que se subyugan ante una pequeña pantalla donde gastan decenas de horas semanales en juegos, conversaciones, y otras actividades ajenas a una culturización verdaderamente sostenible y necesaria?, ¿qué profesor universitario o de nivel medio, no ha tenido que  devanarse el cerebro  para finalmente, comprobar que la asignación escolar, como complemento de su proceso en el aula, se mutila constantemente con el conocido Corta y Pega  del internet que cambia radicalmente con su propósito?

Incluso se han valorado propuestas públicas en torno a  la eliminación de la tarea escolar en artículos internacionales publicados recientemente. Desde luego que, al eliminar la tarea escolar, estamos negando frontalmente uno de los deberes funcionales principales del tutor.

Aunque la comparación parezca algo burda; es como si en nuestros hogares se fundieran uno o dos focos al mismo tiempo y optáramos por suprimir la corriente eléctrica y alumbrarnos con velas, sin tomar la opción de buscar a un buen electricista para que nos revise toda la conexión y detecte el problema para resolverlo. Este es un ejemplo más de confundir la causa con la consecuencia, y así negar el desarrollo, como hemos subrayado anteriormente. Pensamos que este es otro reto y que no depende exclusivamente de la acción del profesor o tutor, por lo que debe involucrar a todos los factores sociales que inciden en la formación del estudiante, incluyendo a la familia. En cuanto a esto, se debe valorar que las nuevas tecnologías fueron producto de la creatividad e ingenio del hombre para ganar en rapidez, comodidad, cantidad, calidad y eficiencia de la información que luego se convertirá en conocimiento, ellas no fueron concebidas para eliminar las bibliotecas, sino, para usarlas de manera más eficiente.

 

Aplicarlas consecuentemente en la educación, en los últimos tiempos va ganando cada vez más, nuevos participantes y formas más comprometedoras en pos de perfeccionarlas. Es por ello que, si se utilizan correctamente siguen constituyendo el soporte más efectivo que posee el tutor en el momento actual, pero hay que tener cuidado en cuanto al postulado que planteamos y podemos sintetizar en la frase siguiente: “La tecnología en función del hombre y, no, el hombre esclavo de la tecnología”, ya que esta, no sustituye en modo alguno las acciones humanas que ejerce un profesional en cualquier esfera, por tanto un tutor, como un egresado universitario sin el dominio adecuado de estas herramientas, hoy en día le es muy difícil insertarse al mundo académico actual.

 

            c). Desarrollo de nuevos modelos más flexibles y activos:

 

 Como se ha planteado anteriormente, es obvio que, al imponerse cambios radicales en la actual sociedad, no se trata de cambiar por cambiar, ya que ello implica que también haya cambios sustanciales en la educación, pero es imprescindible aclarar que deben estar alejados de canjes cosméticos según algunas interpretaciones, que perjudican el sentido verdadero a que se dirige.

 

Como se ha mencionado, es muy común, asolapar la esencia con la forma. Es por ello la necesidad de trabajar en la modificación del pensamiento a través de modelos lo suficientemente flexibles y, a la vez, sintéticos para cumplir con la expectativa que la educación espera, aclarando que sintético no quiere decir meramente procedimental y mecánico como piensan algunos. La síntesis debe verse como una consecuencia del análisis en su forma aglutinadora y creativa dentro de los procesos cognitivos sin separarlos de los afectivos.

 

d). Atención sistemática y rigurosa:

 

 Respecto a esto, la experiencia propia nos ha revelado casos donde al tutor le asignan atender 30 o más alumnos durante un curso académico como una meta maratónica de orden cuantitativo, cuestión que imposibilita un trabajo regularmente eficaz en ese sentido. Ante esta disyuntiva profesor-alumno, donde el primero está totalmente limitado para ejercer una labor de calidad con el rigor científico adecuado como plantea la Metodología de la Investigación, sin tiempo apenas para profundizar dentro de su campo de acción; y el alumno asignado tiene que actuar de manera formal viéndose muchas veces obligado a recurrir a una ayuda extra, donde prima casi siempre un carácter comercial por profesionales ajenos a la institución, como también a las características personales del propio estudiante y a la universidad en cuestión, los directivos universitarios deben urgir las medidas que permitan humanizar el trabajo del tutor, y con ello lograr mejores resultados en los estudiantes atendidos.

 

El camino hacia los cambios

Se sabe que se hace difícil la acción de romper esquemas cuando estos han permanecido estáticos durante mucho tiempo, formando estereotipos que frenan la incorporación de nuevos adeptos, y la adecuación de los viejos, por lo que las sociedades deben enfrentarse a lo que muchos sociólogos estudian como “oposición al cambio”, fenómeno que, entre sus múltiples causas, entraña las de origen psicológico.

Al respecto, Pulido (2018) explica:

           Señalaremos que todo proceso de cambio se ha dividido en cuatro fases (negación, resistencia, exploración, y compromiso), las cuales presentan ciertas particularidades que logran definir y mejorar las intervenciones si se ejecutan en el momento preciso. Su eficiencia es necesaria, ya que los recursos siempre son escasos, y el desgaste de las personas en un proceso de cambio es muy elevado, tanto cuantitativamente como cualitativamente, cuando fracasan (p.47).

             Comentando la reseña anterior y aplicando los conceptos al terreno educacional, en la primera fase se hace lógica la oposición a un condicionamiento por el tiempo que un individuo o grupo de individuos lleva haciendo algo que se convierte en costumbre. En este caso, existe una ceguera inconsciente que no puede vislumbrar la necesidad del cambio, ya que las prácticas responden al mantenimiento del statu quo con prácticas similares a las que fueron exitosas a las del pasado.

            En la segunda fase, o sea, de resistencia, la ceguera se torna consciente, develándose en una verdad incuestionable. Ella se presenta cuando los docentes, acostumbrados a esgrimir aparentes triunfos que resultaron factibles en un pasado en los sistemas conductistas, expresan su desacuerdo y resistencias mediante cuestionamientos al nuevo proceso, por lo que defienden el criterio de continuar con “la forma antigua de hacer las cosas”. Es la fase más difícil y crítica de aceptar, ya sea porque desconocen la esencia teórica de los nuevos modelos, o por negarse a consumir tiempo en capacitarse.

La tercera fase, llamada de exploración, está caracterizada por cierto interés en el aprendizaje (espontáneo y no impuesto). Se puede mostrar en aquellos docentes que muestran un verdadero interés por experimentar y examinar las nuevas formas, aunque con cierta desconfianza, pero asimilando poco a poco el nuevo modelo y validando sus resultados en la práctica.  

En la última etapa, ya se consolida el aprendizaje del modelo, y tanto los tutores como los directivos educacionales y estudiantes tutorados, poseen una idea clara de las necesidades del cambio y de la forma en que incidirá en la adquisición de los conocimientos y habilidades durante el aprendizaje, pasando de resistir a participar, y afrontar los nuevos retos del proceso.

En el caso del proceso de la tutoría universitaria, hay que analizar en todos sus aspectos, por cuáles de esas fases están transitando los cambios en nuestra región de acuerdo con las características de las universidades y el gran número existente de las mismas, aunque somos del criterio sobre una heterogeneidad al respecto por las razones que hemos explicado anteriormente.

De todo esto, reiteramos que sin una capacitación consciente y de calidad, se hace imposible asimilar e incorporarse a estos cambios, pero otro aspecto importante que debe ir de la mano con esta capacitación, está en relación con el desarrollo del componente afectivo, ya que resulta lamentable cómo en estos momentos de América Latina, se cuente con egresados preparados profesionalmente, pero solo en el aspecto cognitivo que los califican solo como  expertos que asimilaron y dominaron varias capacidades, pero olvidados totalmente de los valores éticos y morales que deben caracterizarlo para asumir de forma humana, los retos que le impone la sociedad de estos tiempos.

Conclusiones

Esperamos que en los epígrafes que se han presentado, aplicando fundamentalmente el método histórico lógico, el lector pueda llegar a un análisis adecuado, mediante un paralelo comparativo entre las formas tradicionales ante su pertinencia en los viejos esquemas; y las necesidades que requieren los nuevos modelos educativos por parte del tutor actual como acompañante del alumno.

En el artículo hemos tratado de hablar con lenguaje claro y comprensible comenzando por los orígenes del problema y la labor del tutor a través de la historia, como punto de partida para una continuidad consecuente donde el hombre como ser social es el centro del problema y lo seguirá siendo a pesar de los cambios evolutivos por los que ha transitado y transita la humanidad; en el mismo hemos hecho el debido énfasis en la necesidad de una profunda capacitación del tutor que se adecue a los tiempos actuales pensando que, de todo el trabajo que se derive de esto depende en grado sumo el triunfo de la labor del educador en la gran responsabilidad que se le ha asignado y en su encargo social. Esto conlleva a realzar grandes esfuerzos, ya que persisten situaciones adversas que se arrastran durante años y las acciones dirigidas a cambiar paradigmas, formas de actuar y de pensar, siempre tienen oposición, como resaltábamos en uno de los epígrafes anteriores.

En el enfoque declarado a lo largo de este trabajo, también se abordó el concepto de competencia, aunque en su sentido más abarcador y no, como una simple consigna, sino como aquella que sitúa al tutor como un verdadero investigador dentro del campo de la pedagogía en los tiempos presentes y los que se avecinan. Por ende, de acuerdo con lo planteado anteriormente, estamos seguros que es posible perfeccionar y mejorar el trabajo del tutor, ya que en él descansa la responsabilidad de formar egresados de calidad y con esto aspirar a un porvenir más próspero y justo que desde hace rato el Perú espera.

Referencias

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Bisquerra, R. (1996). Orígenes y desarrollo de la Orientación psicopedagógica. Narcea. [ Links ]

Coromoto, M. (2009). Labor del tutor y asesor y asesor de trabajos de investigación. Experiencias e incentivo. Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Mérida, Edo. Mérida. Venezuela.

Del Valle, J. Cruzata, A. Villarreal, C. y Rodríguez, (2020).  Tutoría Académica y Acompañamiento integral. Universidad San Ignacio de Loyola.

Galán, P., & Lara, A. (2021). Innovación en ciencias del deporte: Aplicaciones tecnológicas desde una visión práctica. Sevilla: Wanceulen S.L.

García, B. et al. (2016). Las competencias del tutor universitario: una aproximación a su definición desde la perspectiva teórica y de la experiencia de sus actores. Perfiles educativos vol. 38,.151.

González, Rubén (2008). Herramientas Básicas para el Acompañamiento Tutoral. Rev. Mex. Orient. Educ. vol.6,.14.

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Pulido, C. (2018). Gestión del Cambio Organizacional. Lima: Nathan.

[1]Profesor universitario nombrado en la Facultad de Ciencias Administrativas de la Universidad Nacional mayor de San Marcos, en la especialidad de Finanzas, además soy profesor invitado en la Universidad Nacional Federico Villarreal en la Escuela de Posgrado, y en otras instituciones educativas universitarias de nivel posgrado, así mismo soy coronel en retiro del Ejército del Perú, en situación de retiro.

Tras finalizar mis estudios en el Colegio “Salesianos” de Lima, Perú, ingrese a la Escuela Militar de Chorrillos egresando con el grado de Subteniente de Infantería, posteriormente estudie la carrera profesional de Administración en la Universidad Nacional de San Agustín-Arequipa, la Maestría en Finanzas Corporativas y Riesgos Financieros en CENTRUM-Pontificia Universidad Católica del Perú y obtuve el grado Académico de Doctor en Administración en la Universidad Nacional Federico Villarreal  en el año 2008.

Tengo una experiencia laboral de 33 años al servicio público y 12 años en el sector privado, además desde el 2008 he sido docente universitario compartiendo mi tiempo laboral con mis actividades académicas; cuando no estoy dictando clases, gestiono mi pequeña empresa que presta servicios de transporte, también realizo actividades filantrópicas ayudando a niños con pocos recursos económicos para que puedan continuar sus estudios colegiales en las mejores condiciones posibles.

Tengo cuatro hijos, en 1994 contraje matrimonio con Irma Cecilia Coral Mostacero, con quien por motivos profesionales viajamos juntos por todo el Perú, conociendo la realidad del Perú profundo, compartiendo experiencias inolvidables que marcaron mi vida y que me impulsan a seguir aportando a través de la educación para ayudar a los más necesitados de nuestro país a salir de la pobreza.

De todos los pensamientos y frases de mi inspiración me quedo con la siguiente, “Únicamente la educación con calidad nos va a sacar de la pobreza, mientras más ignorantes seamos, más fáciles de manejar, engañar y explotar seremos”