La
tutoría universitaria en el proceso formativo profesional
University tutoring in the professional training
process
Recibido: 26 de julio 2022
Evaluado: 30 de agosto 2022
Aceptado: 18 de noviembre 2022
jelgegrena@unmsm.edu.pe
https://orcid.org/0000-0003-2992-8876
Universidad Nacional Mayor de San
marcos, Perú
DOI: https://doi.org/10.35756/educaumch.202220.246
Cómo citar
Elgegren Apuela, J. (2022). La tutoría universitaria en el proceso
formativo profesional. Revista EDUCA UMCH, (20), 218-233. https://doi.org/10.35756/educaumch.202220.246
Resumen
El artículo tiene
como objetivo describir la tutoría universitaria como un medio de
acompañamiento en el proceso educativo de educación superior universitaria
desde la postura y rol de estudiante. Metodológicamente,
el estudio es el resultado de una revisión sistemática con trabajo de campo que
ha permitido recoger puntos de vista sobre la tutoría y sobre el papel del
tutor concebido orgánicamente en función de las necesidades del estudiante
universitario, no solo en el aspecto cognitivo, sino en la incorporación de
elementos que comprendan los aspectos afectivos. Se concluyó que la tutoría
universitaria concebida como acompañamiento pertinente constituye un medio de
acompañamiento eficaz en el proceso educativo de educación superior
universitaria.
Palabras clave: tutoría- modelos
educativos-acompañamiento-acción tutoral.
Summary
The article aims to describe university tutoring as a means of
accompaniment in the educational process of university higher education from
the position and role of the student. Methodologically, the study is the result
of a systematic review with field work that has made it possible to collect
points of view on tutoring and on the role of the tutor organically conceived
according to the needs of the university student, not only in the cognitive
aspect, but in the incorporation of elements that include the affective
aspects. It was concluded that university tutoring conceived as pertinent
accompaniment constitutes an effective means of accompaniment in the
educational process of university higher education.
Keywords: tutoring- educational models-accompaniment-tutoring
action
Introducción
En la formación profesional La
teoría universitaria constituye componente de acompañamiento y de apoyo que
debe ser pertinente, asertivo y oportuno. La tutoría, como indica Castro (2005)
viene a ser el proceso sistemático, intencional de acompañamiento, de reflexión
vocacional, orientación y de motivación del estudiante en las áreas personales
y sociales; así como en las tareas de orden académico y profesional con el
propósito de contribuir a su formación integral asumida como etapa fundamental dentro
del proceso de formación de la carrera y su posterior inserción laboral en la
sociedad.
Fortalecer y acompañar el
crecimiento académico conforman pilares en el desarrollo profesional y esencialmente
de las habilidades sociales dentro de los cuales están por ejemplo las habilidades
intrapersonales e interpersonales que al
decir de Gismero (2010) son "el conjunto de respuestas verbales y no
verbales, parcialmente independientes y situacionalmente específicas, a través
de las cuales un individuo expresa en un contexto interpersonal sus necesidades,
sentimientos, preferencias, opiniones o derechos" (p.12).
A los propósitos de la tutoría universitaria
hay que añadir las múltiples transformaciones que signan nuestra sociedad, en
primer término, el auge de las tecnologías de la información y comunicación y junto
a ello la producción inconmensurable de conocimientos (Galán & Lara, 2021).
Los cambios sociales implican
también asumir cambios en la práctica de la tutorial universitaria y al parecer
se trata de una necesidad que no se podría afrontar de manera individual sino
de forma colegiada, concertada, colaborativa y sostenida.
Históricamente, el significado de la
teoría tiene sus orígenes en la función del mentor quien ha tenido el encargo
social de conducir el proceso educativo y de ellas dan cuenta diversas documentaciones
testimoniales como los papiros egipcios y los textos romanos y griegos.
Es decir, como indica Rodríguez
(20016) en el proceso de desarrollo de las civilizaciones uno de los mecanismos
formativos de las nuevas generaciones estuvo ligada a la función del tutor,
mentor o preceptor y se ha considerado piedra angular en la formación integral del
estudiante a lo largo de todas sus etapas de transformación cultural en todos
los sentidos.
Según Del Valle (2017) un individuo
por muchas habilidades que posea, si se desarrolla completamente aislado sin
interconexión con un tutor o guía que le enseñe métodos, procedimientos y
técnicas, es posible que desarrolle sus cualidades, pero estas emergerán mucho
más lentas o con resultados imperfectos. Incluso se dan casos de personas que
en edades tempranas descollan por demostrar
inteligencia y destrezas que resaltan ante los demás, pero al cambiar de
entorno y no poder contar con alguien que los guíe acertadamente, han
desaprovechado la ejecución de esas habilidades cayendo en la frustración.
No obstante, a ello, como planteamos
al inicio, el papel del tutor es tan antiguo como la organización social misma surgida
en las primeras civilizaciones. Por ejemplo, en la Edad Antigua, el origen más
conocido de las acciones tutorales a discípulos se
ubica en la mayéutica griega de Sócrates, quien basaba sus principios en los
diálogos entre discípulo y maestro a través de un método básicamente inductivo.
Fue tanta la influencia del método socrático que, sus rasgos esenciales y
procedimientos se desarrollaron luego en las universidades medievales.
La Edad Antigua se caracterizaba
porque los conocimientos se transmitían de generación en generación, y el
interés fundamental de esa filosofía, era el de acercarse a la verdad absoluta
que se suponía estática. En estas condiciones, el tutor se consideraba el
garante de la actividad del aprendizaje, y el aprendiz, el objeto momentáneo
del conocimiento. Aunque en la praxis misma, los aprendices eran atendidos por
parte de los tutores como profesionales futuros, todavía en aquella época era
demasiado temprano para establecer la conocida relación sujeto-sujeto durante
el aprendizaje, que en la generalidad de los casos requería tenacidad y
abnegación ante normas rígidas de disciplina en el oficio hasta lograr una
perfección lo suficientemente pulcra, cuestión que se transmitió hasta la Edad
Media.
Sin duda alguna, quien más influyó
en los otros pensadores occidentales fue Aristóteles5, quien
heredó de su tutor Platón muchas enseñanzas, aunque las enriqueció notablemente
con sus métodos. La historia registra que Aristóteles dictaba sus clases
caminando en círculos por jardines y áreas comunes, por eso el nombre de su
escuela “Peripatética”, proviene del análisis de su método de enseñanza.
La palabra deriva del griego peripatêtiko, que
se traduce como “los que pasean”, “los caminantes”, “los
itinerantes”.
También, en un estudio de los
diferentes períodos culturales de la humanidad, muchas veces se ha obviado el
gran desarrollo en naciones del Oriente como China, La India, Egipto y
Mesopotamia, donde los tutores jugaron un papel fundamental en la formación de
sus discípulos. Hay varios ejemplos, como en la China de la antigüedad, donde
despuntó el sabio Confucio (551-479 a.n.e.) quien
escribió sus famosas “Analectas” comunicadas oralmente como piezas sueltas que
transmitían ideas y reflexiones sobre el comportamiento humano y las buenas
costumbres. Otro sistema filosófico chino donde los tutores jugaron un papel importante
se basó en las ideas del filósofo Laot Se (siglo VI
a. C.), estas se caracterizaban por tener una fe absoluta en la una unión entre
el hombre y la naturaleza. Laot Se fue el creador del taoísmo, una doctrina todavía
hoy en día practicada en el mundo cuyo símbolo significa el equilibrio armónico
entre el Ying y el Yang. Para los taoístas, el Tao es el orden de
la naturaleza que rige la existencia de
todas las cosas.
En este breve recuento, resulta imprescindible
mencionar a la cultura egipcia también en la antigüedad, quienes nos
transmitieron como símbolo icónico sus majestuosas pirámides de piedra,
construidas para las tumbas de los faraones y su realeza, a la que les daban
gran importancia en su viaje hacia la eternidad.
Aunque eran construidas por esclavos,
el rol fundamental lo jugaban los tutores, quienes fungían como arquitectos que
enseñaban la perfeccionada técnica a sus discípulos egipcios y a algunos
hebreos destacados que, de reinado en reinado, se convertían en los nuevos
maestros en el arte de la arquitectura y escultura para dignificar a sus
principales dioses.
También, descollaron notablemente,
como ninguna otra civilización de entonces, en las matemáticas y en su riguroso
sistema de mediciones a través de cálculos muy precisos, los cuales hoy en día
son motivo de asombro y en algunos casos de misterio, ya que han originado
múltiples especulaciones para explicar dichos descubrimientos relacionados
geométricamente con la disposición de los astros. En esta rama de las ciencias
exactas o formales, la función de los tutores permitió desde muy temprano crear
escuelas como la pitagórica7 y la de Tales de Mileto8
cuyos teoremas y corolarios no han dejado de usarse en esta disciplina.
Tuvieron que pasar casi dos mil años
para que la humanidad diera un gran salto, perfeccionándose las artes, el
desarrollo del pensamiento del hombre en todas sus ramas, y el surgimiento de
las ciencias. Este salto nos lleva a la Edad Media, pues en ese largo lapso que
transcurrió desde finales de la Edad Antigua, prácticamente no hubo
acontecimientos ni hechos dignos de destacar; sin embargo, el Renacimiento,
como indica la palabra, constituyó todo un suceso cultural que rompió con los
siglos de estancamiento en todas las esferas del saber humano.
Surge en Italia o en algunas de sus “ciudades
estados” durante el siglo XV, expandiéndose lentamente por toda Europa, y
en ello incide notablemente la labor de los tutores quienes enseñaban pintura,
escultura, arquitectura, literatura y arte, filosofía, etc. Desde luego que, el
florecimiento y desarrollo de las artes y el surgimiento de las ciencias en
general presuponían un gran impulso de las universidades que también cambiaron
su estructura y organización, y ya el trabajo de dichos tutores respondía a una
planificación definida y no era dada a la espontaneidad del preceptor o
maestro.
Y de la forma en que las estructuras
sociales cambiaron, de igual manera, también surgieron nuevas necesidades y con
ello, el papel del tutor ante sus aprendices o discípulos.
En el contexto actual, luego de la
pandemia siguiendo a Bisquerra (1996) la tutoría siegue siendo "un proceso
de ayuda continuo a todas las personas, en todos sus aspectos, con objeto de
potenciar la prevención y el desarrollo humano a lo largo de toda la vida"
(p.152).
Pero el contexto actual exige nuevas
demandas:
a) acompañar a los estudiantes para facilitar
su proceso de retorno a las aulas, de manera especial aquellos con mayores
dificultades de adaptación (Figuera & Álvarez, 2014).
b) crear una atmosfera de acogida entre
estudiantes y profesora y entre los mismos estudiantes para fomentar la ayuda
mutua entre iguales y la promoción de estrategias de apoyo (López, 2016 & Nunn,
1996)
c) situar o resituar al estudiante
para que este sea protagonista de su propio proceso de aprendizaje en el aula,
reforzando la participación e implicación estudiantil (Vidal-Martí &
Padilla-Petry, 2021).
La función del tutor
En un contexto de incertidumbre y de
cambios continuos el tutor ejerce un rol de acompañamiento, orientación y de guía
en el proceso educativo del estudiante. Más todavía, el rol del tutor es el rol
de referente en el desempeño de la vida del estudiante y con probables impactos
en su futura vida profesional.
Al decir de Fernández-Diaz (2021) el
rol del tutor es una ayuda de acompañamiento en el proceso de desarrollo
integral del estudiante. Siendo así, la función tutorial exige reunir “cualidades
y competencias” para la acción educativa tutorial.
Según Peinado (2022) son “funciones del
tutor, el diseño, la planeación, organización y evaluación de labor tutorial” (p.6).
En cada una de las funciones el
tutor en la educación superior universitaria debe asegurar para sus estudiantes
participación y empoderamiento.
Por otra parte, según Del Valle
(2020) la función tutorial yace intrínsecamente relacionada con las tareas
propias de la docencia:
La enseñanza que implica preparación
de clases, seminarios y procesos sistemáticos de evaluación de trabajos,
informes y permanente labor de retroalimentación en función de los fines
propuestos.
La otra función básica de todo docente es la investigación científica, a
través del cual, de forma dinámica, creativa, se procesan informaciones y se
producen nuevos conocimientos que ayudarían a describir, explicar, comprender,
controlar, predecir y, eventualmente, transformar objetos y fenómenos de la
realidad.
En ambos casos, la docencia y la investigación, están vinculados con la extensión universitaria que constituye otro elemento fundamental de todo proceso formativo profesional, son parte de ese complejo elemento, el desarrollo tecnológico, la innovación productiva, la promoción de la cultura y las acciones de mejora de la calidad de vida de las personas.
Rovira et al. (2022) la extensión
universitaria constituye un proceso formativo por cuanto a través de ella se
desarrolla habilidades de interrelación entre los miembros del grupo y con los
actores sociales donde se desarrolla la extensión.
Desde luego, las funciones arriba
mencionadas rompen con una estructura tradicionalista, apegadas a los viejos
esquemas con organizaciones de tipo conductista, y proponen un nuevo carácter a
la tutoría universitaria con patrones flexibles de carácter humanista, en concordancia
con las necesidades y reclamos de la sociedad actual.
Por supuesto, que esa mirada de transformación
en los modelos de enseñanza y aprendizaje, presuponen también un nuevo carácter
de la función del tutor y la construcción de nuevos esquemas de concepción
sobre la tutoría.
Al respecto, el autor del presente artículo aplicó una encuesta a un grupo de estudiantes de quinto ciclo en cinco aulas de dos universidades de Lima Centro donde, integrando la cantidad de los salones, la muestra trabajada fue de 153 en total, y las alternativas de respuestas variaron de 1 a 5 como se indica:
En
este caso, el resultado, aunque no abarca una muestra lo adecuadamente masiva
para llegar a generalizaciones, al menos proporciona una orientación a
priori que puede servir de guía para ampliar el universo dirigido al mismo
objeto de estudio, pero con un pronóstico que puede brindar una pauta lo
aceptablemente razonable.
Volviendo a la muestra y la aplicación de la
encuesta anterior, vale la pena emitir algunos comentarios válidos en este
caso:
a. De los 153 alumnos encuestados, solo 24 de ellos han
contado con un tutor fijo, (16 %) lo que indica la inestabilidad procesal y lo
formal con que se valora el papel del tutor, aun conociéndose que es muy
importante para la formación integral del alumno poder contar con un
acompañante fijo y estable, al menos, durante su ciclo de estudio.
b. En cuanto a la pregunta respecto a si se consideran
satisfechos con la atención del tutor, los que contestan Siempre y Casi
siempre, suman 46 del total, lo que representa solo un 30 % de la muestra. Es
decir, que este resultado indica claramente que en los grupos de estudiantes
encuestados es deficiente la atención por parte del tutor y la organización
académica no es compatible con la necesidad de los alumnos que requieren estar
establemente atendidos.
c. En otro de los rubros, llama bastante la atención, el
desconocimiento por parte de los estudiantes en cuanto a la interrelación que
debe existir entre los demás profesores de la carrera y el tutor asignado. Esto
denota la falta de funcionamiento de un colectivo pedagógico de forma integrada
como actualmente lo conciben las universidades que van evolucionando de acuerdo
con las exigencias actuales.
d. En cuanto a la ocupación del tutor sobre el
rendimiento académico de los estudiantes, los resultados son “aparentemente”
halagadores, ya que como se observa en la tabla 1, son 122 los que optan porque
el tutor se preocupa por este importante aspecto, o sea, un 80 % de los
encuestados.
e. Este aspecto guarda estrecha relación con el anterior,
porque solo 22 alumnos plantean que el tutor se ocupa de sus problemas
afectivos, lo que representa solo un 14 %. Esto significa que las acciones del
tutor, solo se limitan a los aspectos cognitivos como tradicionalmente se ha
hecho en los sistemas educativos que funcionan con muy pocos cambios respecto a
los nuevos paradigmas vigentes.
f.
Por otra parte, 79 estudiantes plantean que el tutor los atiende
escasamente de forma individual, ya que consideran que la atención es un tanto
masiva (52 %) de los encuestados.
g. En cuanto al resultado del instrumento aplicado,
también es significativo que solo 21 alumnos (14 %) contestan que hay
orientación del tutor para que trabajen de forma independiente. Esto lleva a
una contradicción con los sistemas constructivistas a que aspira y alienta la
educación de hoy en día a nivel mundial, donde el alumno debe llegar a
construir sus propios conocimientos bajo la guía del profesor.
h. En cuanto al diálogo permanente que debe existir entre
tutor y tutorado, el resultado que indica el instrumento es bastante disperso
de acuerdo con las opiniones de los propios estudiantes.
De todo lo anterior se puede inferir como más
significativo, que, todavía la atención a los alumnos está arraigada a los
viejos patrones donde solo se tenían en cuenta algunos elementos cognitivos, y
la ausencia en la atención de los afectivos, cuestión que no está en
correspondencia con los paradigmas de la educación contemporánea, ni con los
currículos actuales.
Protagonismo del estudiante ante los nuevos retos
En los tiempos actuales, lo mismo que
ocurre en el comportamiento de toda actividad social, en la mayoría de los
sistemas educacionales, se insiste en el papel protagónico que debe jugar el
estudiante ante las nuevas formas de enseñanza, y con ello a las de
aprendizaje, como es obvio. Evidentemente, estos cambios abarcan varios
factores, entre ellos, un tipo de educación más humanizada y consecuente, donde
junto al profesor, el estudiante también debe jugar su rol de actor en la
conocida relación sujeto-sujeto en el que debe construir su propio
conocimiento. En este sentido, esta relación no funciona de forma instantánea,
ya que obedece a todo un proceso que va a incidir en patrones culturales de nuevo
tipo en correspondencia al complejo mundo globalizado por el que transita la
humanidad.
Este vertiginoso cambio cultural,
incide directamente en el ser humano y su comportamiento, así como en sus modelos
sociales y en estereotipos generales de forma sensible, que hoy por hoy nos
hacen meditar con preocupación, además de alertar sobre la necesidad de
rectificar con urgencia.
Al
respecto, citamos un fragmento de un párrafo de Bueno (2017) quien profundiza
en este aspecto cuando afirma: “Vivimos una revolución del conocimiento sin
precedentes en la historia reciente o antigua” (p.37). Si se reconoce a los
siglos XII y XIII como los de la Revolución Comercial; los siglos XVIII y XIX
como los de la Revolución Industrial, el XX seguramente estará asociado a la Revolución
del Conocimiento, con dos características fundamentales: la rapidez y la
profundidad del cambio. Rapidez, porque nunca hasta ahora se habían
intercambiado globalmente tan de prisa ideas, tecnologías y bienes.
Profundidad, porque afecta globalmente a todas las capas de la sociedad sin
distinción de sector, actividad o localización geográfica.
Cuando el autor citado se refiere a
cambios sin precedentes en la historia, hay algunos sociólogos que alertan
sobre una futura mentalidad sintetizada, donde prácticamente no haga falta
pensar, cuestión en que los autores de este artículo estamos en total
desacuerdo. Estos cambios obedecen en realidad a la adecuación y profundidad en
ellos, donde el ser humano (que ha sido el que ideó la cibernética y construyó
las máquinas), las utilice para solventar sus necesidades y no, para
perjudicarse mentalmente.
Pero volviendo a estos cambios profundos,
las responsabilidades del tutor están implícitas y, desde luego se hacen más
complejas y abarcadoras, por lo que aquellas tareas que restan tiempo al mismo,
por la exageración en cumplir actividades administrativas, muchas veces sin una
función lógica en el tutorado, deben transformarse y ceder parte de su tiempo a
las acciones metodológicas, pedagógicas y psicológicas, que al final repercuten
en el protagonismo del estudiante dentro de todo ese proceso que busca su
formación integral. Por ello, se
deben estudiar las transformaciones y sus ventajas comparadas con la vieja
escuela conductista que aún persiste en nuestros sistemas educativos, tanto en
el nivel básico como en el universitario.
Entonces, si las nuevas tendencias
con sus características abarcadoras, y diferentes, provocan los cambios
referidos, que son determinantes en la forma de pensar y de actuar de los
individuos convirtiéndose en un nuevo paradigma social en todos los sentidos,
en la esfera de la educación, con su evolución y desarrollo, dichos sistemas
educacionales juegan un papel importantísimo en ello, ya que como se ha
repetido varias veces, la educación, a
todos los niveles, constituye la piedra angular que, con bastante precisión, actúa como brújula precisa
en el futuro progreso de toda sociedad. En cuanto a esto, muchos teóricos
sustentan que de la educación parten las premisas necesarias para ese
desarrollo social, sin embargo, actualmente, sin poner en tela de juicio lo
anterior, sería bueno cuestionar el hecho de un “desfase” que se puede
sintetizar en las siguientes interrogantes que parecen paradójicas:
¿La
educación ha incidido en los cambios que han generado un nuevo tipo de
sociedad? o de lo contario: ¿estos cambios circunstanciales implican la
necesidad de un cambio en los sistemas educacionales?
Como se
aprecia, la respuesta a estas interrogantes es bastante parecida a la paradoja del
huevo y la gallina, y puede conducir por caminos algo complejos, y al
intríngulis filosófico entre causa y consecuencia, apartándonos brevemente del
sentido práctico que la urgencia necesita en estos momentos, no obstante, sería
útil tenerla en cuenta como apoyo conceptual de las ideas que analizamos.
Los modelos vigentes y su aplicación actual
Durante los últimos años se
ha importado a la educación peruana, el Trabajo por Competencias basado
en numerosos estudios aplicados en varios países de vanguardia en este campo a
nivel mundial. En cuanto a esto se puede afirmar sobre el criterio esgrimido por
varias autoridades educacionales, quienes piensan que el cambio drástico de
paradigma, actúa como “varita mágica” para resolver los problemas que arrastra
el conductismo y que como hemos acotado, están en franca contradicción con los
modelos constructivistas.
Por su
parte, los docentes han asumido el cambio de forma algo impuesta y casi
automática, sin haber recibido una consistente preparación previa y
consecuente, sobre todo en las áreas rurales del Perú y en regiones
vulnerables. Es por ello que el trabajo de una tutoría universitaria responsable
debe comenzar por la capacitación adecuada y sistemática del tutor. Si esta
superación se supedita solamente a lo externo y formal, cobraría vigencia el
conocido refrán popular: “Es peor el remedio que la enfermedad”. Por
ello, en la preparación de ese docente, consideramos que, de acuerdo con la
realidad del Perú y su contexto particular, se deben tener en cuenta una serie
de factores de los que escogemos los siguientes:
a). Multiculturalidad:
Este,
probablemente, constituya uno de los retos más complejos para un territorio con
múltiples culturas, y diversidad de idiomas y costumbres por regiones, pero,
sobre todo, marcadas diferencias en el orden cultural y diferencias económicas
notables, que contrastan con una calidad educativa heterogénea. En este caso,
la Sociedad del Conocimiento necesita de un mundo con un conocimiento útil y
global en un contexto nacional, que atienda, respete y fomente estas
características culturales, pero donde el tutor esté debidamente preparado para
ejercer su labor con la calidad requerida, cuestión que se considera un gran
desafío.
b). Utilización de las nuevas tecnologías para construir el
conocimiento:
¿Quién no ha observado en un transporte colectivo, un banco de un
parque, o hasta en una cola, la cantidad masiva de jóvenes, que se subyugan
ante una pequeña pantalla donde gastan decenas de horas semanales en juegos,
conversaciones, y otras actividades ajenas a una culturización verdaderamente
sostenible y necesaria?, ¿qué profesor universitario o de nivel medio, no ha
tenido que devanarse el cerebro para finalmente, comprobar que la asignación
escolar, como complemento de su proceso en el aula, se mutila constantemente
con el conocido Corta y Pega del
internet que cambia radicalmente con su propósito?
Incluso se
han valorado propuestas públicas en torno a la eliminación de la tarea
escolar en artículos internacionales publicados recientemente. Desde luego
que, al eliminar la tarea escolar, estamos negando frontalmente uno de los
deberes funcionales principales del tutor.
Aunque la comparación parezca algo burda; es como si en nuestros
hogares se fundieran uno o dos focos al mismo tiempo y optáramos por suprimir
la corriente eléctrica y alumbrarnos con velas, sin tomar la opción de buscar a
un buen electricista para que nos revise toda la conexión y detecte el problema
para resolverlo. Este es un ejemplo más de confundir la causa con la
consecuencia, y así negar el desarrollo, como hemos subrayado anteriormente.
Pensamos que este es otro reto y que no depende exclusivamente de la acción del
profesor o tutor, por lo que debe involucrar a todos los factores sociales que
inciden en la formación del estudiante, incluyendo a la familia. En cuanto a
esto, se debe valorar que las nuevas tecnologías fueron producto de la
creatividad e ingenio del hombre para ganar en rapidez, comodidad, cantidad,
calidad y eficiencia de la información que luego se convertirá en conocimiento,
ellas no fueron concebidas para eliminar las bibliotecas, sino, para usarlas de
manera más eficiente.
Aplicarlas consecuentemente en la educación, en los últimos tiempos va
ganando cada vez más, nuevos participantes y formas más comprometedoras en pos de perfeccionarlas. Es por ello que, si se utilizan
correctamente siguen constituyendo el soporte más efectivo que posee el tutor
en el momento actual, pero hay que tener cuidado en cuanto al postulado que
planteamos y podemos sintetizar en la frase siguiente: “La tecnología en
función del hombre y, no, el hombre esclavo de la tecnología”, ya que esta, no
sustituye en modo alguno las acciones humanas que ejerce un profesional en
cualquier esfera, por tanto un tutor, como un egresado universitario sin el
dominio adecuado de estas herramientas, hoy en día le es muy difícil insertarse
al mundo académico actual.
c). Desarrollo de nuevos modelos
más flexibles y activos:
Como se ha planteado
anteriormente, es obvio que, al imponerse cambios radicales en la actual
sociedad, no se trata de cambiar por cambiar, ya que ello implica que también
haya cambios sustanciales en la educación, pero es imprescindible aclarar que
deben estar alejados de canjes cosméticos según algunas interpretaciones, que
perjudican el sentido verdadero a que se dirige.
Como se ha mencionado, es muy común, asolapar la esencia con la forma.
Es por ello la necesidad de trabajar en la modificación del pensamiento a
través de modelos lo suficientemente flexibles y, a la vez, sintéticos para
cumplir con la expectativa que la educación espera, aclarando que sintético no
quiere decir meramente procedimental y mecánico como piensan algunos. La
síntesis debe verse como una consecuencia del análisis en su forma aglutinadora
y creativa dentro de los procesos cognitivos sin separarlos de los afectivos.
d). Atención sistemática y rigurosa:
Respecto a esto, la experiencia
propia nos ha revelado casos donde al tutor le asignan atender 30 o más alumnos
durante un curso académico como una meta maratónica de orden cuantitativo,
cuestión que imposibilita un trabajo regularmente eficaz en ese sentido. Ante
esta disyuntiva profesor-alumno, donde el primero está totalmente limitado para
ejercer una labor de calidad con el rigor científico adecuado como plantea la
Metodología de la Investigación, sin tiempo apenas para profundizar dentro de
su campo de acción; y el alumno asignado tiene que actuar de manera formal viéndose
muchas veces obligado a recurrir a una ayuda extra, donde prima casi siempre un
carácter comercial por profesionales ajenos a la institución, como también a
las características personales del propio estudiante y a la universidad en
cuestión, los directivos universitarios deben urgir las medidas que permitan
humanizar el trabajo del tutor, y con ello lograr mejores resultados en los
estudiantes atendidos.
El camino hacia
los cambios
Se sabe que se
hace difícil la acción de romper esquemas cuando estos han permanecido estáticos
durante mucho tiempo, formando estereotipos que frenan la incorporación de
nuevos adeptos, y la adecuación de los viejos, por lo que las sociedades deben
enfrentarse a lo que muchos sociólogos estudian como “oposición al cambio”,
fenómeno que, entre sus múltiples causas, entraña las de origen psicológico.
Al
respecto, Pulido (2018) explica:
Señalaremos que todo proceso de
cambio se ha dividido en cuatro fases (negación, resistencia, exploración, y
compromiso), las cuales presentan ciertas particularidades que logran definir y
mejorar las intervenciones si se ejecutan en el momento preciso. Su eficiencia
es necesaria, ya que los recursos siempre son escasos, y el desgaste de las
personas en un proceso de cambio es muy elevado, tanto cuantitativamente como
cualitativamente, cuando fracasan (p.47).
Comentando la reseña anterior y
aplicando los conceptos al terreno educacional, en la primera fase se hace
lógica la oposición a un condicionamiento por el tiempo que un individuo o
grupo de individuos lleva haciendo algo que se convierte en costumbre. En este
caso, existe una ceguera inconsciente que no puede vislumbrar la necesidad del
cambio, ya que las prácticas responden al mantenimiento del statu quo con prácticas
similares a las que fueron exitosas a las del pasado.
En la segunda fase,
o sea, de resistencia, la ceguera se torna consciente, develándose en una
verdad incuestionable. Ella se presenta cuando los docentes, acostumbrados a
esgrimir aparentes triunfos que resultaron factibles en un pasado en los
sistemas conductistas, expresan su desacuerdo y resistencias mediante cuestionamientos
al nuevo proceso, por lo que defienden el criterio de continuar con “la
forma antigua de hacer las cosas”. Es la fase más difícil y crítica de
aceptar, ya sea porque desconocen la esencia teórica de los nuevos modelos, o
por negarse a consumir tiempo en capacitarse.
La tercera
fase, llamada de exploración, está caracterizada por cierto interés en el
aprendizaje (espontáneo y no impuesto). Se puede mostrar en aquellos docentes
que muestran un verdadero interés por experimentar y examinar las nuevas formas,
aunque con cierta desconfianza, pero asimilando poco a poco el nuevo modelo y
validando sus resultados en la práctica.
En la
última etapa, ya se consolida el aprendizaje del modelo, y tanto los tutores
como los directivos educacionales y estudiantes tutorados, poseen una idea
clara de las necesidades del cambio y de la forma en que incidirá en la
adquisición de los conocimientos y habilidades durante el aprendizaje, pasando
de resistir a participar, y afrontar los nuevos retos del proceso.
En el caso del proceso de la tutoría
universitaria, hay que analizar en todos sus aspectos, por cuáles de esas fases
están transitando los cambios en nuestra región de acuerdo con las
características de las universidades y el gran número existente de las mismas, aunque
somos del criterio sobre una heterogeneidad al respecto por las razones que
hemos explicado
anteriormente.
De todo
esto, reiteramos que sin una capacitación consciente y de calidad, se hace
imposible asimilar e incorporarse a estos cambios, pero otro aspecto importante
que debe ir de la mano con esta capacitación, está en relación con el
desarrollo del componente afectivo, ya que resulta lamentable cómo en estos
momentos de América Latina, se cuente con egresados preparados
profesionalmente, pero solo en el aspecto cognitivo que los califican solo
como expertos que asimilaron y dominaron
varias capacidades, pero olvidados totalmente de los valores éticos y morales
que deben caracterizarlo para asumir de forma humana, los retos que le impone
la sociedad de estos tiempos.
Conclusiones
Esperamos que en
los epígrafes que se han presentado, aplicando fundamentalmente el método histórico
lógico, el lector pueda llegar a un análisis adecuado, mediante un paralelo
comparativo entre las formas tradicionales ante su pertinencia en los viejos
esquemas; y las necesidades que requieren los nuevos modelos educativos por
parte del tutor actual como acompañante del alumno.
En el
artículo hemos tratado de hablar con lenguaje claro y comprensible comenzando
por los orígenes del problema y la labor del tutor a través de la historia,
como punto de partida para una continuidad consecuente donde el hombre como ser
social es el centro del problema y lo seguirá siendo a pesar de los cambios
evolutivos por los que ha transitado y transita la humanidad; en el mismo hemos
hecho el debido énfasis en la necesidad de una profunda capacitación del tutor
que se adecue a los tiempos actuales pensando que, de todo el trabajo que se
derive de esto depende en grado sumo el triunfo de la labor del educador en la
gran responsabilidad que se le ha asignado y en su encargo social. Esto
conlleva a realzar grandes esfuerzos, ya que persisten situaciones adversas que
se arrastran durante años y las acciones dirigidas a cambiar paradigmas, formas
de actuar y de pensar, siempre tienen oposición, como resaltábamos en uno de
los epígrafes anteriores.
En el enfoque declarado a lo largo de este trabajo, también se abordó el
concepto de competencia, aunque en su sentido más abarcador y no, como una
simple consigna, sino como aquella que sitúa al tutor como un verdadero
investigador dentro del campo de la pedagogía en los tiempos presentes y los
que se avecinan. Por ende, de acuerdo con lo planteado anteriormente,
estamos seguros que es posible perfeccionar y mejorar
el trabajo del tutor, ya que en él descansa la responsabilidad de formar
egresados de calidad y con esto aspirar a un porvenir más próspero y justo que
desde hace rato el Perú espera.
Referencias
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Ocampo, H. (2005). El acompañamiento tutorial como estrategia de la formación
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[1]Profesor universitario
nombrado en la Facultad de Ciencias Administrativas de la Universidad Nacional mayor
de San Marcos, en la especialidad de Finanzas, además soy profesor invitado en
la Universidad Nacional Federico Villarreal en la Escuela de Posgrado, y en
otras instituciones educativas universitarias de nivel posgrado, así mismo soy
coronel en retiro del Ejército del Perú, en situación de retiro.
Tras finalizar mis estudios en
el Colegio “Salesianos” de Lima, Perú, ingrese a la Escuela Militar de
Chorrillos egresando con el grado de Subteniente de Infantería, posteriormente
estudie la carrera profesional de Administración en la Universidad Nacional de
San Agustín-Arequipa, la Maestría en Finanzas Corporativas y Riesgos
Financieros en CENTRUM-Pontificia Universidad Católica del Perú y obtuve el
grado Académico de Doctor en Administración en la Universidad Nacional Federico
Villarreal en el año 2008.
Tengo una experiencia laboral
de 33 años al servicio público y 12 años en el sector privado, además desde el
2008 he sido docente universitario compartiendo mi tiempo laboral con mis
actividades académicas; cuando no estoy dictando clases, gestiono mi pequeña
empresa que presta servicios de transporte, también realizo actividades
filantrópicas ayudando a niños con pocos recursos económicos para que puedan
continuar sus estudios colegiales en las mejores condiciones posibles.
Tengo cuatro hijos, en 1994
contraje matrimonio con Irma Cecilia Coral Mostacero, con quien por motivos
profesionales viajamos juntos por todo el Perú, conociendo la realidad del Perú
profundo, compartiendo experiencias inolvidables que marcaron mi vida y que me
impulsan a seguir aportando a través de la educación para ayudar a los más
necesitados de nuestro país a salir de la pobreza.
De todos los pensamientos y frases de mi inspiración me quedo con la siguiente, “Únicamente la educación con calidad nos va a sacar de la pobreza, mientras más ignorantes seamos, más fáciles de manejar, engañar y explotar seremos”