Educación
financiera y finanzas personales: una competencia clave para el bienestar en estudiantes
universitarios
Financial education and personal finances: a key competence for the well-being
of university students
José Antonio Elgegren Apuela
Autor corresponsal: jelgegrena@unmsm.edu.pe
https://orcid.org/0000-0003-2992-8876
Universidad Nacional Mayor de San marcos,
Perú.
Recibido: 16 de febrero 2025
Evaluado: 25 de febrero 2025
Aceptado: 27 de abril 2025
Doi: https://doi.org/10.35756/educaumch.202526.347
Como citar
Elgegren
J. A. (2024). Educación financiera y finanzas personales: una competencia clave para
el bienestar en estudiantes universitarios. Revista
EDUCA UMCH, (26), 70-87. https://doi.org/10.35756/educaumch.202526.347
Resumen
El presente estudio aborda la relevancia de la
formación en competencias financieras en estudiantes universitarios, destacando
su impacto tanto en su vida personal como profesional. Se trata de un análisis
teórico-documental que examina registros y evidencias previas sobre la
educación financiera y las finanzas personales. La metodología adoptada fue
cualitativa, de tipo básica, con un diseño de revisión sistemática que utilizó
el método PRISMA. Se empleó una técnica de análisis de contenido y un
instrumento basado en una matriz de análisis. A partir de una búsqueda
exhaustiva se seleccionaron diez investigaciones relevantes, publicadas entre
2024-2021, en el idioma español y de acceso libre. Los resultados muestran que, a pesar de los avances en la comprensión de
estos temas, persisten deficiencias en la integración de estrategias educativas
que promuevan una gestión responsable de los recursos económicos. Se concluye
que la implementación de programas de educación financiera en los currículos
universitarios resulta clave para preparar a los jóvenes ante los desafíos de
un sistema económico complejo. Estos programas fomentan hábitos de ahorro,
planificación y toma de decisiones informadas, lo que contribuyan al bienestar
integral de los estudiantes.
Abstract
This study addresses
the importance of developing financial competencies among university students,
emphasizing its significant impact on both their personal and professional
lives. It is a theoretical-documentary analysis that examines previous records
and evidence on financial education and personal finance. The adopted
methodology was qualitative, basic in nature, with a systematic review design
using the PRISMA method. A content analysis technique and an instrument based
on an analysis matrix were employed. Ten relevant studies published between
2024 and 2021 in Spanish and with open access were selected. The results reveal
that despite progress in understanding these topics, there are still
deficiencies in integrating educational strategies that promote responsible
management of economic resources. It is concluded that implementing financial
education programs in university curricula is crucial to prepare young people
for the challenges of a complex economic system, fostering habits of saving,
planning, and informed decision-making that contribute to their overall
well-being.
Introducción
La
educación financiera es esencial para los estudiantes universitarios, ya que
proporciona las herramientas necesarias para gestionar los recursos económicos
de manera responsable, prevenir el endeudamiento y fomentar hábitos de ahorro e
inversión desde una etapa temprana. Además, contribuye a mejorar el bienestar
personal y profesional de los estudiantes, al reducir el estrés financiero y prepararlos
para afrontar los retos económicos de la vida laboral. También promueve
habilidades críticas para tomar decisiones informadas y tiene un impacto
positivo en la sociedad, al favorecer el desarrollo económico de las
comunidades y promover una sociedad más equitativa y sostenible.
Actualmente,
la educación financiera se ha convertido en un tema determinante, especialmente
en el contexto universitario, donde los estudiantes se preparan para enfrentar
los desafíos económicos de la vida adulta. La capacidad de gestionar
eficientemente los recursos financieros constituye una competencia esencial
para el éxito profesional y el bienestar personal. Según Lusardi y Mitchell
(2014), una comprensión sólida de los conceptos financieros básicos puede
reducir la vulnerabilidad ante decisiones económicas inadecuadas, como la
acumulación de deudas o la falta de ahorros para emergencias.
Históricamente, la educación financiera se transmitía de manera
informal, con figuras como Benjamin Franklin ofreciendo consejos prácticos
sobre ahorro. En el siglo XX, su enseñanza se institucionalizó con iniciativas
como el Smith-Lever Act de 1914 en Estados Unidos. Sin embargo, aún persisten
desafíos a nivel global en su inclusión en los currículos educativos. Estudios
internacionales, como el de Van et al. (2011), evidencian deficiencias significativas
en este campo. Por ejemplo, un análisis de 2000 hogares, en los Países Bajos,
concluyó que un bajo nivel de educación financiera limita la diversificación de
riesgos y reduce el rendimiento de los activos. Resultados similares se han
observado en Alemania, Japón y Estados Unidos (Lusardi & Mitchell, 2011),
donde niveles insuficientes de educación financiera afectan negativamente la
situación económica personal y familiar.
En América Latina, un estudio realizado por Ipsos (2023) reveló que el
35% de los jóvenes entre 18 y 24 años no alcanzan un nivel mínimo de educación
financiera. Además, el 56% de los adultos recurren al endeudamiento para cubrir
gastos básicos, y el 57% elige productos financieros basándose en consejos
informales. Estos datos subrayan la necesidad de implementar programas
educativos formales en este ámbito.
Los trabajos revisados han identificado una correlación significativa
entre la formación financiera y las finanzas personales. Entre ellos, destaca
el estudio de Yanela et al. (2020), que explora la relación entre la formación
financiera y la gestión de las finanzas personales de los estudiantes
universitarios. Este estudio sugiere que la educación financiera está
estrechamente vinculada con la capacidad de los jóvenes para gestionar
adecuadamente sus finanzas personales. Las personas con un mayor conocimiento de
los conceptos financieros tienden a tomar decisiones más informadas en áreas
como inversiones, presupuestos, ahorro y el manejo de instrumentos de crédito.
Sin embargo, las encuestas realizadas revelan que muchos jóvenes universitarios
carecen de los conocimientos necesarios en finanzas personales, lo que
dificulta su capacidad para administrar su dinero de manera efectiva.
Asimismo, Hernández et al. (2024) analizan cómo el entendimiento y
control de las finanzas contribuyen a una gestión más eficiente del dinero, lo
que favorece la estabilidad económica y propicia un futuro más prometedor. Este
estudio, basado en un enfoque descriptivo y documental, recopila información de
artículos académicos originales y concluye que la formación financiera
fortalece tanto la vida cotidiana como el desarrollo económico, al mejorar las
habilidades individuales y la comprensión integral de los conceptos
financieros.
Por otro lado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OECD, 2020) recomienda que las estrategias nacionales de educación
financiera se basen en datos y análisis pertinentes para definir prioridades y
objetivos claros, garantizando su relevancia y actualización continua. La
recolección de datos confiables y comparables a nivel internacional debe
centrarse en componentes clave como el conocimiento financiero, el
comportamiento financiero y las actitudes hacia las finanzas. Estos elementos
permiten identificar áreas de mejora, grupos poblacionales que requieren mayor
apoyo y evaluar progresos, facilitando la comparación entre países para
compartir políticas exitosas y soluciones efectivas frente a desafíos comunes
(OECD, 2023).
En este contexto, en 2002, la OECD reconoció las consecuencias negativas
de la falta de alfabetización financiera e inició un proyecto integral sobre
educación financiera. En 2008, creó la Red Internacional de Educación
Financiera (INFE), que reúne a autoridades y expertos para compartir buenas
prácticas en la implementación de políticas y programas de formación
financiera. Esta red, que abarca 107 economías, recopila datos comparables a
nivel internacional, realiza análisis y desarrolla herramientas políticas.
Desde su inicio, ha puesto especial énfasis en la educación financiera de los
jóvenes, promoviendo su integración en los sistemas escolares.
Lusardi y Mitchell (2011) destacan que la formación financiera no debe
limitarse únicamente a los adultos, sino que debe comenzar desde la niñez.
Subrayan la importancia de incorporar estos conocimientos en cada etapa del
ciclo escolar, desde la educación básica hasta la universidad, con el fin de garantizar
que las personas desarrollen habilidades financieras esenciales a lo largo de
su vida educativa.
Diversos enfoques teóricos ofrecen perspectivas únicas sobre el impacto
de la educación financiera. La teoría prospectiva de Kahneman y Tversky (1979)
analiza cómo las personas toman decisiones financieras bajo riesgo,
considerando factores emocionales y educativos. Por su parte, Thaler (2018), en
su teoría del comportamiento financiero, examina cómo factores psicológicos y
sociales influyen en las decisiones económicas, a menudo dando lugar a
elecciones subóptimas. Finalmente, la teoría del ciclo vital de Modigliani
(1958) describe cómo los individuos administran ingresos y consumos a lo largo
de su vida para mantener un nivel de consumo estable.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD,
2024) define la educación financiera como:
El proceso mediante el cual los consumidores/inversores financieros
mejoran su comprensión de los productos, conceptos y riesgos financieros y, a
través de información, instrucción y/o asesoramiento objetivo, desarrollan las
habilidades y la confianza necesarias para ser más conscientes de los riesgos y
oportunidades financieras, tomar decisiones informadas, saber dónde buscar
ayuda y tomar otras acciones efectivas para mejorar su bienestar financiero.
(p. 5)
La educación financiera no solo se centra en la adquisición de
conocimientos teóricos, sino también en el desarrollo de habilidades prácticas
para gestionar los recursos de manera efectiva. Este proceso es continuo y
comienza desde una edad temprana, extendiéndose a lo largo de toda la vida. En relación
con las finanzas personales, Becker (2020) las define como el manejo de los
ingresos que una persona o familia obtiene por sus esfuerzos o inversiones, y
su aplicación para satisfacer necesidades actuales y futuras. Villada et al.
(2020) señalan que estas decisiones abarcan todos los aspectos relacionados con
la administración del dinero para garantizar el bienestar material.
Integrar conocimientos financieros en la formación universitaria es
fundamental para fomentar el bienestar económico y personal de los estudiantes,
proporcionándoles herramientas para tomar decisiones responsables y seguras.
Además, contribuye a la participación económica y el emprendimiento,
fortaleciendo no solo a los individuos, sino también la estabilidad económica
de la sociedad. Lusardi (2019) sostiene que una formación financiera adecuada
mejora el capital humano al aumentar el conocimiento financiero y su aplicación
en la vida diaria.
Método
El presente estudio adoptó un enfoque cualitativo, definido como un proceso investigativo fundamentado en teorías e ideas propuestas por otros autores, sin la utilización de procedimientos estadísticos, cuyo objetivo fue ampliar la comprensión teórica de un fenómeno (Castañeda, 2022). Asimismo, se trató de una investigación de tipo básico, orientada a expandir los conocimientos existentes sobre un tema y presentar hallazgos relevantes (Umesh & Kothari, 2022).
El diseño metodológico seleccionado fue de revisión sistemática, lo cual permitió realizar una búsqueda eficiente de información mediante palabras clave relacionadas con el tema de interés. Posteriormente, se efectuó un análisis crítico de los artículos identificados, con el propósito de integrar información diversa que respaldara datos significativos. Para la selección de los estudios incluidos en el análisis, se aplicó el protocolo PRISMA, reconocido por su rigor y utilidad en la realización de revisiones sistemáticas (Quispe et al., 2021).
La técnica empleada fue el análisis de contenido, que permitió evaluar exhaustivamente los documentos seleccionados. Como instrumento, se utilizó una matriz de análisis, herramienta que facilitó la organización de los datos obtenidos y la identificación de su relación con el objeto de estudio, lo que garantizó su pertinencia en la presentación de los resultados (Sánchez et al., 2021).
Para la
recopilación de los artículos, se consultaron revistas indexadas en bases de
datos de alto impacto, tales como Scopus, Scielo, EBSCOhost y ProQuest. Las
palabras clave empleadas incluyeron “TIC y formación profesional” (ICT AND
professional training), combinadas en diferentes configuraciones lingüísticas.
La selección de los estudios se fundamentó en criterios de inclusión, como la
referencia explícita a ambos temas, la publicación en español o inglés, el
periodo de publicación entre 2020 y 2024, y el acceso libre al contenido. En
cuanto a los criterios de exclusión, se descartaron publicaciones de revisión
sistemática, estudios realizados en contextos distintos a los establecidos y
aquellos que no cumplían con los requisitos previamente definidos.
Resultados
Tabla 1
Investigaciones
Discusión
La educación financiera ha emergido como un elemento crucial en la formación integral de los estudiantes universitarios, especialmente en contextos socioeconómicos desafiantes. Diversos estudios revisados destacan su impacto positivo en el bienestar personal, profesional y social de este grupo poblacional.
Llamoca (2024) subraya que la educación financiera contribuye significativamente a la creación de hábitos de ahorro, lo cual resulta fundamental para la planificación económica personal. Este hallazgo se alinea con lo planteado por Castillo (2020), quien evidenció que un bajo nivel de educación financiera está directamente relacionado con decisiones inadecuadas en el uso de tarjetas de crédito, lo que origina altos niveles de endeudamiento. Estos resultados resaltan la necesidad de integrar programas educativos específicos en los currículos universitarios para fomentar una gestión financiera saludable desde etapas tempranas.
La investigación revela que los jóvenes que reciben formación en finanzas personales demuestran una gestión más eficiente de sus recursos económicos. Este resultado coincide con los hallazgos de Goicochea (2023), quien, al implementar un programa de educación financiera en el norte del Perú, constató mejoras significativas en el manejo financiero de los participantes.
Asimismo, los estudios de Huamán et al. (2021) y de Antón y Matos (2021) destacan la importancia de comprender los factores culturales y sociales que influyen en las decisiones financieras de los universitarios. Estos autores sugieren que las políticas educativas deberían considerar estas variables para desarrollar programas más contextualizados y efectivos.
En cuanto a las fuentes de información utilizadas, Ramírez y Vázquez (2021) señalan que los estudiantes universitarios a menudo carecen de acceso a recursos confiables y educación formal en finanzas personales, lo que limita su capacidad para tomar decisiones informadas. Este problema podría abordarse mediante la incorporación de herramientas tecnológicas y recursos digitales en el proceso educativo, tal como sugieren Sánchez et al. (2021) en su propuesta de matrices de análisis para la organización de datos cualitativos.
Los hallazgos generales coinciden en que la educación financiera no solo influye en el bienestar económico inmediato de los estudiantes, sino que también tiene un impacto a largo plazo en su vida profesional y social. No obstante, persisten brechas significativas, como la falta de acceso a programas especializados y la ausencia de un enfoque integral que contemple las particularidades culturales y socioeconómicas de cada contexto.
El estudio sobre la educación financiera en la formación integral de los estudiantes universitarios, especialmente en contextos socioeconómicos desafiantes resulta relevante. Su importancia radica en su capacidad para fomentar una gestión financiera saludable, mejorar los hábitos de ahorro y contribuir al bienestar económico tanto a corto como a largo plazo de los estudiantes. La integración de programas educativos de educación financiera en los currículos universitarios constituye una estrategia clave para promover la autonomía financiera y la toma de decisiones informadas. Esto no solo beneficiaría el ámbito personal de los estudiantes, sino también su inserción profesional y social. Además, al abordar las brechas de conocimiento y acceso a recursos educativos en finanzas, se podría mejorar la calidad de vida y las oportunidades laborales de los jóvenes universitarios, promoviendo una sociedad más equitativa.
La educación financiera y las finanzas personales están estrechamente vinculadas, constituyendo una relación fundamental para el bienestar económico de los estudiantes universitarios. La educación financiera, entendida como el proceso mediante el cual los individuos adquieren conocimientos, habilidades y actitudes para tomar decisiones económicas informadas (OECD, 2017), permite a los estudiantes enfrentar los desafíos financieros de su vida académica y futura vida profesional.
Lusardi y Mitchell (2014) sostienen que una adecuada alfabetización financiera es crucial para la planificación, el ahorro y la toma de decisiones responsables. En este sentido, los estudiantes que reciben formación financiera tienden a comprender mejor conceptos clave como presupuesto, interés compuesto y gestión del riesgo, lo que impacta positivamente en su capacidad para administrar sus recursos. Esta competencia no solo les permite optimizar su economía diaria, sino que también contribuye a una mayor estabilidad emocional al reducir el estrés asociado a las dificultades financieras.
Por otro lado, las finanzas personales abarcan la gestión eficiente de ingresos, gastos, ahorros e inversiones, lo que incide directamente en el bienestar económico individual (Fernández et al., 2021). La ausencia de conocimientos financieros adecuados puede llevar a los jóvenes universitarios a incurrir en conductas económicas perjudiciales, como el endeudamiento excesivo o la falta de planificación para imprevistos. Investigaciones recientes indican que estudiantes con mayor educación financiera tienden a tomar decisiones más responsables respecto a préstamos educativos, tarjetas de crédito y ahorro para el futuro (García & Rodríguez, 2022).
En suma, la educación financiera es una herramienta indispensable para el desarrollo de competencias en el manejo de finanzas personales, lo que favorece el bienestar integral de los estudiantes universitarios. Fortalecer esta relación, a través de políticas educativas y programas formativos específicos, permite formar ciudadanos financieramente responsables, capaces de enfrentar con éxito los desafíos de una economía cada vez más compleja y globalizada.
No obstante, a pesar de los resultados positivos, existen limitaciones importantes que deben ser consideradas. Primero, la falta de acceso a recursos confiables y la educación formal insuficiente en finanzas personales continúan siendo problemas persistentes entre los estudiantes universitarios, especialmente en contextos con recursos limitados. Esta brecha en el acceso podría reducir el impacto de los programas educativos, si no se abordan de manera adecuada. Asimismo, la variabilidad de los resultados según el contexto cultural y socioeconómico de los estudiantes presenta el reto de diseñar programas de educación financiera que sean verdaderamente inclusivos y adaptados a las realidades específicas de cada grupo poblacional. Las investigaciones existentes también sugieren que, aunque la educación financiera mejora las decisiones económicas a corto plazo, es necesario realizar estudios más profundos para evaluar el impacto a largo plazo de estos programas en el bienestar profesional y social de los estudiantes.
Conclusiones
El
desarrollo de competencias financieras en estudiantes universitarios es
fundamental para asegurar su éxito personal y profesional. Este estudio ha evidenciado
que el nivel de conocimientos financieros entre los estudiantes es bajo, y que
existe una necesidad urgente de mejorar la enseñanza de las finanzas en el
ámbito universitario. Para lograrlo, es necesario un enfoque educativo más
práctico que fomente no solo el aprendizaje de conceptos financieros, sino
también su aplicación en la vida diaria. Además, las universidades deben
integrar de manera más efectiva la educación financiera en sus programas,
asegurando que los estudiantes reciban una formación integral que los prepare
para los desafíos económicos del futuro.
Se ha identificado un aumento significativo en la producción de trabajos
académicos que abordan diversas perspectivas sobre la formación financiera, lo
que demuestra su papel crucial en la toma de decisiones informadas y en la
mejora de la calidad de vida de los individuos. La investigación subraya que
una adecuada educación financiera no solo empodera a los jóvenes para enfrentar
retos económicos, sino que también contribuye a su bienestar personal y a la
estabilidad económica de la sociedad.
La
integración de la educación financiera en la formación universitaria constituye
una estrategia clave para promover la autonomía económica y el bienestar de los
estudiantes. Es imperativo que las instituciones educativas implementen
programas adaptados a las necesidades específicas de los estudiantes,
utilizando herramientas pedagógicas innovadoras y basadas en evidencia
científica. Esto no solo fortalecerá la capacidad de los estudiantes para tomar
decisiones financieras responsables, sino que también contribuirá al desarrollo
de sociedades más equitativas y sostenibles.
Los
estudios revisados plantean la necesidad de establecer políticas nacionales que
fomenten el acceso a la educación financiera. Sin embargo, se reconocen
limitaciones en el acceso a bases de datos y en el idioma, lo que dificulta una
revisión exhaustiva de la literatura existente. A pesar de estos desafíos, los
hallazgos sugieren que mejorar la educación financiera es fundamental para
equipar a las nuevas generaciones con las habilidades necesarias para gestionar
sus recursos económicos de manera efectiva.
Conflicto de intereses
El
autor declara que no existe conflicto de intereses para la publicación del
presente artículo científico.
Responsabilidad ética o legal
El
autor confirma que las fuentes utilizadas en esta investigación fueron
debidamente verificadas. Se cita, de manera textual o parafraseada, ideas
provenientes de otras investigaciones, reconociendo la autoría correspondiente.
Declaración
sobre el uso de LLM (Large Language Model)
Este
artículo no ha utilizado para su redacción textos provenientes de LLM (ChatGPT
u otros).
Financiamiento
El presente trabajo fue
autofinanciado por el autor sin recursos externos.
Correspondencias: jelgegrena@unmsm.edu.pe
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Trayectoria académica
Jose Antonio Elgegren Apuela
Profesor universitario nombrado en la Facultad
de Ciencias Administrativas de la Universidad Nacional mayor de San Marcos, en
la especialidad de Finanzas, además soy profesor invitado en la Universidad
Nacional Federico Villarreal en la Escuela de Posgrado, y en otras
instituciones educativas universitarias de nivel posgrado, así mismo soy
coronel en retiro del Ejército del Perú, en situación de retiro.
Tras finalizar mis estudios en el Colegio
“Salesianos” de Lima, Perú, ingrese a la Escuela Militar de Chorrillos
egresando con el grado de Subteniente de Infantería, posteriormente estudie la
carrera profesional de Administración en la Universidad Nacional de San
Agustín-Arequipa, la Maestría en Finanzas Corporativas y Riesgos Financieros en
CENTRUM-Pontificia Universidad Católica del Perú y obtuve el grado Académico de
Doctor en Administración en la Universidad Nacional Federico Villarreal en el año 2008.
Tengo una experiencia laboral de 33 años al servicio
público y 12 años en el sector privado, además desde el 2008 he sido docente
universitario compartiendo mi tiempo laboral con mis actividades académicas;
cuando no estoy dictando clases, gestiono mi pequeña empresa que presta
servicios de transporte, también realizo actividades filantrópicas ayudando a
niños con pocos recursos económicos para que puedan continuar sus estudios
colegiales en las mejores condiciones posibles.